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Espíritus ensangrentados

El mundo arde en lágrimas y sollozos. Los moradores de un lado y los del otro, en lugar de entenderse, se enfrentan, utilizan lenguajes que hieren los corazones y acaban matando ilusiones. Así, mientras los poderosos temen perder poder, los indigentes y excluidos socialmente piden acogida y encuentran todas las puertas cerradas. A poco que bajemos a ese mundo de la marginalidad, nos daremos cuenta que la solidaridad no existe como tal, salvo en momentos puntuales, como tampoco se encuentra justicia alguna para reinsertarles dignamente. Todo es de boquilla. Incluso, apenas soltamos un suspiro por nadie. Urge, por tanto, cambiar actitudes, modos de vida, modelos de producción y de consumo, estructuras egoístas que rigen hoy la sociedad. Los hechos están ahí. Cada amanecer hallamos más espíritus ensangrentados por el dolor, sin consuelo alguno, totalmente desesperados. El tanto tienes, tanto vales, es más real que nunca. Escasean valores que nos fraternicen y valías que nos proyecten hacia otros caminos más equitativos; sin embargo, nos sobra pasividad y gentes corruptas, sin conciencia alguna, que constantemente juegan con la mentira activando la célula de las habladurías, realidad construida por oportunistas que se dedican a criticar y a destruir, convirtiendo el planeta en un río de llantos como jamás ha sucedido en nuestra historia reciente.

Este coro de lamentos vertidos por doquier, nos enseña a toda la especie una gran verdad, que el camino por el que transitamos actualmente no es el correcto, puesto que favorece a algunos privilegiados y perjudica totalmente a los menos aventajados. No se pueden concebir estas desigualdades tan tremendas en espacios globalizados. El amor por el análogo es un valor a cultivar, pero sin restricciones hacia lo diverso, antes que los sueños se desvanezcan. Por desgracia, cohabitamos entre el rencor y las consecuencias de tantas contiendas inútiles, es menester afrontar otros horizontes menos bélicos, que valoren realmente la vida de todo ser humano. 

En cualquier caso, tenemos que aprender a cohesionarnos, a ir creciendo en humanidad y en alianza. Pongamos como referencia la Unión Europea. Desde su fundación en 1957, ha crecido de seis países miembros a veintiocho. Son estas pequeñas cosas las que nos hacen grandes. Cualquier país europeo que acate los principios de libertad, democracia, se someta a los derechos humanos, libertades fundamentales y el Estado de derecho puede solicitar ser miembro. Lo importante es la esperanza, el anhelo de integración, la consideración como experiencia universal. Esto debería entusiasmarnos y alentarnos a cada uno para darlo todo, para crecer hacia ese proyecto colectivo solidariamente auténtico que favorece la concordia; sabiendo que, de hacerlo en familia, cualquier conflicto se achica y cesa.

Otro parámetro para que proceda el mecanismo sustitutivo de la pena privativa de la libertad es que “en todo caso su concesión estará supeditada a la reparación a la víctima o al aseguramiento del pago de la indemnización mediante garantía personal, real, bancaria o acuerdo de pago, salvo que se demuestre insolvencia del condenado”.

Si la víctima del delito advierte que el condenado no ha reparado o pagado la indemnización correspondiente puede oponerse a la concesión de la libertad condicional y discutirse el punto a través de los mecanismos pertinentes, es decir, vía la dialéctica de los recursos que correspondan. Lo que no es válido es el de amenazar per se al juez que la haya concedido, sino precisamente censurar su decisión impugnándola ante su superior funcional.

Ah y sigo: el condenado Tapias viene purgando más de la mitad de la pena de prisión por la que fuere condenado, por ello se le otorgó no el beneficio sino el derecho a la prisión domiciliaria conforme los requisitos legalmente previstos. Los cuestionamientos a la decisión del juez que la haya adoptado deben ser de orden jurídico-normativo, no por conveniencia o inconveniencia o de moralidad ni anclados en el salvajismo y la crueldad de la época medieval de la sociedad. No se puede olvidar que la prisión domiciliaria es pena de prisión efectiva de la libertad, por lo que solo es cambio de sitio de reclusión.

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Escritor

Víctor Corcoba Herrero: