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¡Eso no es periodismo!

Si una persona dice que llueve y otra que no, el trabajo de un Periodista debería ser abrir la ventana y averiguar si llueve para quienes no podemos abrir la ventana” (Jesús Pozo); y partiendo del significado de la célebre frase del periodista español, tampoco puede ser abrirle el micrófono a quienes dicen que llueve o a quienes dicen que no porque hay un hecho incontrovertible y es que la labor de cualquier periodista debe basarse en los hechos pues de lo contrario estaría pasando del papel de informar al de opinar y son dos cosas muy distintas.

La semana pasada hubo un hecho que de no ser por un par de columnas de opinión en el diario el espectador y una que otra mención en un sector de la prensa, sencillamente hubiese pasado inadvertida o simplemente los oyentes y lectores se hubiesen quedado con la versión acomodada de medios como revista Semana o el diario El Tiempo, ambos convertidos hoy en una tribuna política con un objetivo muy distinto a los que visionaron sus antiguos dueños, la familia Santos Calderón para el caso del periódico y la familia López para el caso de la revista, y la noticia no era otra que la multimillonaria multa que le impuso la justicia americana al grupo Aval por el mayor escándalo de corrupción de la historia reciente (Odebrecht).

Pero no me voy a detener en los juicios sobre si la condena al conglomerado financiero es justa, injusta o cualquier otra apreciación, lo que nos ocupa es el papel que jugó la prensa en la forma como sin ningún pudor presentó la noticia la cual fue muy contraria a la realidad de los hechos puesto que literalmente mintieron sobre la misma y esto es lo grave;  precisamente la prensa en todas sus manifestaciones ostenta la condición de “El cuarto poder” debido  al altísimo nivel de influencia que ha tenido sobre su audiencia y este poder por supuesto en manos equivocadas se convierte en una herramienta de control y manipulación que termina en otros usos menos en la labor de informar.

Emulando lo que el banco de Inglaterra hizo en 1815 con ocasión de la batalla de Waterloo donde las tropas inglesas bajo el mando  del duque de Wellington derrotaron a Napoleón, los dueños del banco (la familia Rothschild) se las ingeniaron para enviar a un emisario a informar que Inglaterra había perdido la guerra y las tropas francesas invadirían el país, la gente entró en pánico y los banqueros empezaron a comprar bonos a precios ridículos lo que les representó que su fortuna se multiplicara por dos en  solo un dia pues dichos bonos los vendieron luego a precios astronómicos cuando se supo la verdad sobre la batalla, no en vano de manera muy convenientemente los medios de información más poderosos y de mayor audiencia están bajo control de emporios económicos, y por citar solo un ejemplo el grupo FOX en cabeza de Rupert Murdoch que no solo controla medios de información sino todo el mundo de la música, cine, entretenimiento y las plataformas digitales y Colombia no es la excepción.

Tengamos en cuenta que hace menos de dos décadas las fake news (noticias falsas) eran rechazadas precisamente por su burdo contenido que evidenciaban la intención de desinformar o construir falsas narrativas y esto porque se le exigía a los medios que la información se sustentara con fuentes creíbles o exigirle igualmente rigor; hoy eso pasó  a la historia puesto que con la explosión de las redes sociales cualquier persona con un celular y un micrófono automáticamente se autodenomina periodista y esto por supuesto tiene amenazada la profesión de comunicación social ya que esta última es una disciplina que requiere una formación profesional; es por ello que no es coincidencia como en los últimos años explotaron miles de portales digitales que con poco o ningún profesionalismo se encargan de llevar información al público sin ningún tipo de filtro y lo que es peor hoy son una herramienta de estrategia electoral donde se puede insultar, denigrar y hasta mentir creando falsas tendencias o mediciones de encuestas al mejor postor sin ningún rigor técnico inclusive violando la ley.

El gran problema es que la noticia falsa se vuelve creíble para una mayoría cuando el mensaje está de acuerdo con lo que se piensa, es decir, no importa que el medio mienta siempre y cuando diga aquello que refuerce mis argumentos así sean errados.

Por: Eloy Gutiérrez Anaya

Categories: Columnista
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