Por: Julio Oñate Martínez
Es este el titulo del paseo que el maestro Rafa Escalona le dedicó a uno de sus grandes amigos, quien fuera presidente de los colombianos desde aquel instante en que con un “golpe de opinión”, según algunos críticos, tomó las riendas del poder hasta que una Junta Militar conformada por sus más íntimos amigos lo bajó de la silla presidencial.
Durante el mandato del General Gustavo Rojas Pinilla, Escalona fue miembro del Servicio de Inteligencia Colombiano S.I.C, siempre acompañando a ciertas personalidades o familiares del general, luciendo lleno de orgullo un cinturón canana con una soberbia pistola 45 con sus iniciales en la chapuza y una labrada hebilla de plata, obsequio de su amigo, en ese momento nuestro primer mandatario.
Esa estrecha relación afectiva fructificó en el canto que con alborozo festejaron allegados y subalternos de Rojas, quienes planearon que este debía ser grabado con bombos y platillos inclusive se intento montar con una gran orquesta sinfónica dirigida por el maestro Antonio María Peñaloza, pero inexplicablemente esto no se realizó.
El beneplácito de los seguidores de Rojas Pinilla contrastaba con el disgusto y malestar del grupo de notables de la elite bogotana, amigos y admiradores de Escalona y compañeros de largas parrandas y amanecidas aquí en Valledupar, en la casa de los doctores Hernando Molina y Roberto Pavajeau que encontraron en la música del cronista patillalero la forma de acercarse y de quererse costeños y cachacos, Miguel Santamaría Dávila, Fabio Lozano Simonelli, Fabio Echeverry Correa, Belisario Betancourt, Miguel Facio Lince, entre otros, hicieron parte de esta cofradía de cachacos de sentir vallenato que no dejaron de reprocharle y censurarle a Escalona el canto donde le daba al General la dimensión de un libertador, ya que nunca vieron con buenos ojos al Rojas considerando muchos que fue este el motivo por el cual el ilustre compositor desterró esta obra de su catalogo musical.
Cada vez que esta nación
Ve su libertad en peligro
Interviene el ser divino
Y manda un libertador
Colombia sentía amargura
Y Rojas Pinilla llegó
A borrar con su ternura
Sangre que otro derramó.
Como es sabido por todos al ser depuesto del trono presidencial el general Rojas viajó de inmediato fuera del país y Escalona sepultó el canto en los campos del olvido no volviendo jamás a chiflarlo ni por equivocación. Sin embargo, antes de la caída de Rojas, Escalona trajo a Valledupar un acetato artesanal donde lo interpretaba el acordeón de Víctor Soto, uno de los grandes parranderos que lo acompañaban siempre en Bogotá pero que las agujas de las vitrolas deterioraron rápidamente y que hoy hemos podido rescatar gracias a la buena memoria de Darío Pavajeau Molina, uno de los grandes protagonistas del historial parrandero del vallenato.