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Escalona y nuestro folclor

MISCELÁNEA
Por: Luis Augusto González Pimienta

La música y los bailes populares son una de las más genuinas expresiones del folclor. Esta conclusión ha llevado a muchos no iniciados en estas materias -entre los cuales me cuento- a creer que toda música, si popular, es necesariamente folclórica. Sin embargo, no todo lo popular es folclórico.

La noción de folclor es sencilla sólo aparentemente. El folclor es también una ciencia, y según está convenido, ciencia histórica. De acuerdo con los entendidos, a medida que el investigador avanza hacia el fondo del concepto, se va ampliando más y más el círculo de su problemática. Lo que en un principio parecía elemental, asequible, se convierte pronto en alta especulación de la mente. Fue precisamente un grupo de científicos, arqueólogos, etnógrafos, antropólogos, sicólogos, filólogos, el que fundara en Londres, en 1.878, la Folklore Society.

Folclor, conforme al diccionario, es el conjunto de las tradiciones populares. En esta definición se hallan condensados sus rasgos esenciales. En el diccionario de Literatura de Sainz de Robles, se encuentra demarcado, con mayor amplitud, el campo folclórico.  Dice el autor:

“El folklore tiene, pues, como objeto acopiar y publicar los conocimientos del pueblo en los diversos ramos de la ciencia, los proverbios, cantares, adivinanzas, cuentos, leyendas, fábulas, tradiciones y demás normas poéticas y literarias; los usos, costumbres, ceremonias, espectáculos y fiestas familiares, los ritos, las creencias, las supersticiones, mitos y juegos infantiles en que se conservan más puros los vestigios de las civilizaciones pasadas; las locuciones, giros, frases hechas, motes y apodos, modismos y voces infantiles; los nombres de sitios, pueblos y lugares; de animales y plantas; en suma, todos los elementos constitutivos del genio del saber y del idioma nacionales…”

Todas las definiciones  confluyen en un mismo punto: el folclor comprende todo lo que afecte la vida y la cultura popular. Conviene, sí, destacar cómo, lo característico del hecho folclórico es su arcaísmo, su antigüedad. Folclor es tradición, pasado, es decir, historia. En otras palabras, el folclor tiene preexistencia, está ya formado; no se va a hacer ahora, ni a elaborar después.

Respecto a los llamados “vallenatos”, el acordeón mismo no es un instrumento vernáculo y acaso tampoco folclórico. Lo son, en cambio, la mayor parte de los aires que en él se ejecutan.  Hay entre estos aires populares, algunos muy remotos, que se pierden en la lejanía de los tiempos. Son cantos anónimos, cuya incógnita paternidad les confiere por lo mismo innegable categoría de folclor. El acordeonista clásico, era un campesino raso que cantaba para entretener su soledad y su desamparo. Generalmente no sabía escribir.  Confiaba a la memoria virgen el fruto de su inspiración.

Con Rafael Escalona se inicia la historia moderna del vallenato. Sus canciones están compuestas con materiales extraídos de la cantera popular. Sus personajes pertenecen en la mayor parte, a las más humildes clases sociales. Sólo de pasada, salen a relucir nombres ilustres como los de Alfonso López y Pedro Castro. No hay tesis, tendencias determinadas, o secretas consignas en sus creaciones. El maestro quiso, sin más intenciones, conservar casi intacto el legado de los próceres de la música regional.

No cabe duda de que Escalona fue, en este campo, el primero de nuestros compositores. Así está sancionado por la crítica. A diferencia de los antecesores, era un hombre salido de las aulas. Un letrado. No se fió de la memoria, como el espontáneo campesino de la edad antigua, sino que meditó sus versos y los escribió. Y ese intelectualismo no demerita su obra folclórica, la engrandece.


Felicito de corazón al profesor Jaime Maestre Aponte por su libro “Señor Colacho Mendoza, El Consagrado”, un muy documentado texto que no vacilo en recomendar a estudiosos y profanos.

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