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Escalona: a gran escala

BITÁCORA

Por: Oscar Ariza D.

Hoy se inicia el cuadragésimo tercer Festival de la Leyenda Vallenata. Un hecho único que convoca al país para entender y sentir esta música que tanto le debe a Rafael Escalona su crecimiento y que insiste en esa búsqueda incesante para posicionarnos en el mundo como caribeños que cantan o lloran a la vida, a través de melodías que desde niños habitan en la memoria de los valles, los ríos, las montañas, los árboles y que en cualquier patio, callejón o plaza pública brotan como voces y cuerpos que se abren paso para cantar y bailar desde un  acordeón que se eterniza en la memoria del pueblo, que celoso lo resguarda como su tesoro más preciado.

Si algún personaje merece todos los honores y homenajes dentro de la música folclórica colombiana es Rafael Escalona; símbolo de la música vallenata. Gracias a este juglar, el vallenato tiene un lugar ganado en la eterna memoria del pueblo colombiano. Él es y será el poeta cantor de todos los tiempos, es la voz que representa la conciencia colectiva del país vallenato, sus canciones son  monumentos y archivos de una región que lo autorizó para escribir su historia en cada relato musical que ha dado cuenta del sentir, pensar y actuar de los pueblos de la Provincia de Padilla, de Valledupar y del resto del Cesar.

Sin Escalona y sus cantos vallenatos no habría sido posible lograr que la opinión colombiana, unánimemente adversa a la música vallenata en sus inicios, se hubiera puesto, unánimemente también, dentro de la idea de darle la importancia que merece nuestro folclor en la construcción de identidad nacional.

Hoy nuevamente con el acordeón se construye un espacio de tolerancia a través del festejo y las canciones del maestro que se constituyen en  crónicas precisas, que detallan nuestra geografía, la fauna, nuestro quehacer y pensar. Cada  letra de las canciones de Escalona se constituye en un elemento fundamental para entender los sistemas éticos de toda una región que a partir de lo popular y lo cotidiano construye su conciencia, basada en costumbres y en sistemas de valores como la solidaridad, el amor, la lealtad, el machismo, el honor y el goce entre otros,  que en buena medida son interpretados por el compositor que habla a nombre de toda una colectividad.

La música de acordeón es un género con unas profundas raíces en la cultura popular que se desarrolló inicialmente en zonas rurales y ahora está enquistado en las ciudades en donde el canto colectivo da cuenta de un sentir plural, que va de la mano del trabajo arduo y de los productos de esta misma tierra, hasta la dinámica citadina de laborar y vivir intensamente siempre bajo la acogedora melodía vallenata que cubre a Valledupar desde sus emisoras tan simbólicas como el mismo vallenato.  Escalona percibió esto y con un máximo grado de coherencia interpretó nuestra cultura para volverla universal.

Un año después la muerte del Maestro Escalona,  el gran símbolo de la poética narrativa vallenata,  aun produce dolencias a la Nación y al Cesar, porque cada vez que lo recordamos el acordeón suena triste como si algo profundo le agobiara.  El corazón parrandero y rebelde de Rafael Escalona ya no habita con nosotros desde su presencia física, pero sus cantos, van y vienen en nuestra sangre como un gran río que serpentea, llevando vida en su torrente,  convirtiéndose en el principal activo de nuestra conciencia colectiva que hoy en el marco del Festival de la Leyenda Vallenata toma más fuerza. Hoy Escalona vive en la memoria del pueblo que rinde homenaje a su talento magistral para convertir la vida en canciones.

Escalona el compositor, el literato y el pintor ha dejado una huella indestructible en las generaciones que vieron en él a uno de los más grandes intelectuales del vallenato, quien ha llevado a esta música de acordeón a ser presentada como una visión de mundo que encaja en cualquier posibilidad artística más allá de la ejecución instrumental. García Márquez fue el primero en intuirlo cuando aseguraba que “la música de Escalona está elaborada en la misma materia de los recuerdos, en substancia de hombre estremecido por el diario acontecer de la naturaleza”. Es el autor del testamento el punto de partida hacia la consolidación de nuestro folclor que hoy nos permite dialogar con el mundo entero.

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