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Es más importante el mito que la razón

La sapiencia enaltece, pero no ensoberbece, antítesis que no alude a Rafael Carrillo Lúquez, porque nunca lo enfermó su obra best seller encumbrada a 25 años de su muerte (17 de julio de 1996), al dar el gran salto de la filosofía de  Atánquez a Alemania, para convertirse en pionero y referente de una disciplina que es ciencia y sabiduría en Colombia y el mundo. 

‘La humildad de los sabios’ es una de las crónicas mejor escritas sobre este personaje, letras hilvanadas por la exquisita pluma del abogado, académico y escritor Rodolfo Ortega Montero.

Anticipándose al constitucionalismo moderno y a la declaración universal de los derechos humanos, no dudó en centrar su enfoque filosófico en el “Valor como conciencia universal, con naturaleza objetiva, no relativa, tesis con la que Rafael Carrillo Lúquez  hizo retroceder la famosa pirámide de Hans Kelsen, arquetipo de la filosofía alemana”,  narrativa del jurista Carlos Arturo Gómez Pavajeau, que remarca la grandeza del filósofo kankuamo, precursor de la filosofía del Derecho, basada esencialmente en la persona humana y en los valores.

Todas estas ideas fluyeron en desarrollo del Foro del que también participó el académico e investigador Simón Martínez Ubárnes, sobre la vida y obra del genio nevadino, agenda que abrió Ortega Montero con singular anécdota, cuando en el fragor de un Festival Vallenato, el estudiante de filosofía Numas Gil tuteó a Rafael Carrillo por ser más conocido Rafael Escalona en la escena folclórica de Valledupar y la comarca, a lo que el filósofo con una dimensión superior espetó: “Es más importante el mito que la razón”.

“La teoría pura del Derecho de Hans Kelsen no es tan pura, porque no está revestida de valores en un ambiente axiológico, es como si le faltara una pata a la mesa”, enfatizó el notario segundo de Bogotá, Leovedis Martínez Durán, al explicar el sustento filosófico de Rafael Carrillo Lúquez. “Leer un pensamiento y apreciarlo es un acto sublime”, elucubra Tito Hernández Caamaño, lo que connota en lo citadino y visión autoral.

En la brillante exposición que hizo al término del Foro promovido por ‘Valledupar Somos Todos’, el exmagistrado del Tribunal Superior de Valledupar nos pone en un contexto literal de pensamientos distorsionados en el tiempo.

Comienza por aclarar que la pirámide de Hans Kelsen es un tema didáctico ideado por quienes explican su obra, pues en ninguna parte el filósofo y jurista más influyente del siglo 20, nacido en Austria, habló de pirámide, lo que para su par de Atánquez equivale a un escalonamiento de normas en forma ascendente, desde un acto administrativo, decretos, leyes y la misma constitución, hasta una norma fundante.

Ha pasado igual con la frase “El fin justifica los medios”, que se le atribuye a Nicolás de Maquiavelo, que aunque es apócrifa también aparece como autor Napoleón Bonaparte en la última página de su ejemplar del libro ‘El Príncipe’, que escribió Maquiavelo, y deslinda que mientras Carrillo Lúquez enlaza el Derecho con la teoría de los valores, en Hans Kelsen la idea que subyace a la teoría pura es la separación del Derecho y la moral, haciendo además abstracción de toda valoración ética, filosófica, social e histórica, para consagrar una concepción eminentemente científica.

¿Qué tal un abogado sin valores? A propósito, hay un chiste en forma de broma narrado por el profesor Jaime Gómez Bolívar: un amigo le solicita a otro que le recomiende un abogado que sea honesto, correcto, y sobre todo responsable. Este le aconseja que se lleve un gato y que cuando el abogado lo vaya a atender le muestre el gato, si este al verlo sale corriendo es rata, pero si es el gato el que huye, entonces ese abogado es perro. Gato y perro aquí son metáforas de corrupción. Ahí radica esencialmente la sabiduría de Carrillo Lúquez, quien fundamenta el Derecho en valores. En buena hora Valledupar erigió como vestigio un monumento y una obra en memoria de esta icónica figura universal, la Biblioteca Departamental Rafael Carrillo Lúquez, idea genial que acogió en su momento el gobernador del Cesar, Lucas Gnecco Cerchar.

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Miguel Aroca Yepez: