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¿Es el camino adecuado?

El experto Hernando Gómez Buendía, ha escrito un artículo en Razón Pública, que ha merecido comentarios, titulado “Un presidente del país que no era”, en el que expone la buena intención de nuestro mandatario y el poder moral que representa en el mundo pero cómo esa postura al final no le sirve al país y en realidad tampoco al mundo. Veamos lo que nos dice Gómez Buendía: “Es la persona más importante de Colombia, pero Colombia no es el centro del mundo.


La falta de claridad sobre este hecho, que debería ser obvio, tiene graves implicaciones para la política exterior de Colombia y, en especial, para el ambicioso programa reformista del presidente Petro.
Tomo el asunto más protuberante, el del cambio de modelo productivo, la transición energética y el manejo de los hidrocarburos. Para empezar y, por supuesto, el presidente tiene toda la razón al insistir en que el cambio climático es la más grave amenaza que se cierne (…)”


Continúa: “Esa genuina convicción está en la base del programa del Pacto Histórico y, claro, de la escogencia de sus ministras de Minas y de Ambiente. Ambas ministras tienen formación y méritos a la altura de sus cargos, pero además se trata de activistas en la defensa de las comunidades frente a la gran minería y en el movimiento ecologista internacional, respectivamente.


Y paso al caballito de batalla, que ha sido suspender la exploración de hidrocarburos. Vista desde el planeta en su conjunto, la idea es excelente porque el petróleo nos está matando, pero Petro no es presidente del mundo y el mundo no tiene presidente: precisamente por eso estamos en esta grave crisis ambiental.


Me explico: el cambio climático es el problema más difícil que existe porque no tiene fronteras, así que a cada Estado le interesa que los demás Estados hagan el esfuerzo o corran con los costos de frenar el proceso. El resultado inevitable es que ningún país hace lo suficiente… y el cambio climático se seguirá agravando.


Petro y sus dos ministras quieren que Colombia rompa el círculo vicioso, que dé el ejemplo y renuncie unilateralmente a exportar hidrocarburos. Es un gesto loable que cosecha aplausos en el exterior, pero va en contravía del interés nacional —y en nada ayuda al interés mundial—.


No ayuda porque Colombia produce apenas entre el 0,4 y el 0,7 % de los hidrocarburos que consume el mundo, así que lo que dejemos de exportar será suplido por nuevas exploraciones en cualquier otro país. Nosotros perderíamos las divisas y el mundo seguiría calentándose.


…la estupidez es renunciar a explorar o exportar energía fósil sin que los demás países hagan nada ni prometan hacer nada; si Petro quiere salvar el planeta, lo mínimo que habría que asegurar es que el sacrificio de Colombia no sea en vano.


Pero eso a su vez implica tener claro el lugar que ocupamos en el mundo, y solo a partir de esta conciencia jugar las pocas cartas que tenemos a la mano.


Colombia no necesita dejar de exportar petróleo: necesita dejar de consumir petróleo y disminuir, ahí sí, la demanda mundial de hidrocarburos.


Colombia necesita dedicar sus recursos limitados a los problemas ambientales que se originan aquí y donde menos ayudas o subsidios podemos esperar de otros países: la deforestación, el caos urbano y la mitigación del cambio climático son tres capítulos tanto o más gruesos que suspender la exploración de hidrocarburos”, remata Gómez Buendía.

Categories: Editorial
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