El proceso evolutivo de Valledupar tuvo en su primera generación de dirigentes, gestores que comprendieron el significado del ordenamiento territorial, entendido como un proceso de planificación y gestión para facilitar el desarrollo institucional, el fortalecimiento de la identidad cultural y el crecimiento territorial, características inherentes al desarrollo económico, competitividad, aspectos sociales justos, comportamiento ambiental y fiscal sostenibles, armonía regional, diversidad cultural y fisiografía del territorio.
Este proceso de gestión territorial, que nos mereció el remoquete de ‘Ciudad Sorpresa Caribe’, empezó su declive a partir de la medianía de la década de los noventa. La prueba de esta afirmación nos conduce al pasaje al ostracismo que han tenido los exalcaldes de la ciudad desde de 1995.
Después de ocupar el primer cargo en importancia en el municipio, ninguno logró trascender en el ejercicio de la actividad política, en contraste, fue en aumento y sofisticación el cálculo político para ganarse la Alcaldía, situación proporcional al deterioro de los indicadores socioeconómicos y exacerbación de las fragilidades urbanas relacionadas con inseguridad, desempleo, movilidad, transporte público, ordenamiento territorial, cultura ciudadana y discontinuidad en la prestación de los servicios públicos.
La nueva generación de dirigentes políticos ha sido inconsecuente con las demandas de la ciudad, han creído erróneamente que administran la ciudad de casitas de bahareque renombrada en nuestra expresión oral y no un sistema en constante evolución.
Reflejo de lo anterior son las debilidades existentes en los lineamientos del proceso de urbanización de la ciudad, en los criterios para garantizar la equitativa distribución de los servicios públicos e infraestructura social de forma equilibrada y la conservación y protección de áreas de importancia histórica y cultural.
Definir con precisión qué es hoy un “buen gobierno”, trata el libro del politólogo francés Pierre Rosanvallon. Comprender este mensaje es de suma necesidad. La gente en Valledupar, de manera testaruda, sigue confiando y esperando que sus gobernantes trabajen en garantizar mejores condiciones de vida.
Alcalde Mello Castro, usted carga en sus hombros el pesado piano del creciente desempleo y la correlación entre economía y violencia, semejanza que propone complejidades por las razones multicausales inherentes a la inseguridad. Así mismo, la obsolescencia del sistema vial y del transporte público y las dificultades en materia de movilidad, proponen un fuerte problema que comparte sitial con la deficiencia en la continuidad de la prestación de los servicios básicos, agua y energía.
DEL SUEÑO A LA ACCIÓN
No son fáciles de resolver los problemas de inseguridad, desempleo, movilidad, transporte público, ordenamiento territorial, cultura ciudadana y discontinuidad en la prestación de los servicios públicos.
Solucionar estos problemas en cuatro años es prácticamente una causa milagrosa, insistir en esa proeza garantiza pasaporte al fracaso. Las ciudades no se detienen, son sistemas en constante evolución; Valledupar hace rato dejó de ser de casitas de bahareque, esa adrede consideración favoreció la madurez de fragilidades urbanas, muy relacionadas con su rápido crecimiento, característica susceptible de las encrucijadas actuales, colisionadas con los desafíos de las ciudades, referentes con el crecimiento demográfico, el cambio de su estructura, el cambio climático acelerado, la creciente desigualdad y la habitabilidad deficiente.
Afectados por el terremoto de Valdivia del año 1960, que tuvo una intensidad de 9.5 y duró casi 10 minutos, arrasando con las ciudades del sur de Chile, dejando aproximadamente 2.000 muertos y más de 2 millones de damnificados, los australes se propusieron resurgir: “Porque no tenemos nada queremos hacerlo todo”. Esta fue la frase mágica que pronunció Carlos Ditborn el 10 de junio de 1956, en el Congreso de la FIFA en Lisboa, Portugal, para definir la sede de la Copa Mundial de 1962.
Según el DANE, Valledupar creció un 31 % desde el Censo del 2005 hasta el 2018, mientras que el país mantuvo un crecimiento poblacional exponencial no mayor al 6 %.
Es momento de construir un Plan Estratégico de largo plazo (20 o 25 años), ejercicio que requiere la intervención de profesiones multidisciplinares, exalcaldes, participación interinstitucional, herramientas y capacidades de comunicación y articulación con el orden nacional, para gestionar el territorio, con el fin de identificar las potencialidades, limitaciones y tendencias que propicien una nueva cultura con acciones concretas de forma sostenible, viable y eficiente.
VALLEDUPAR EN PROSPECTIVA
Gastón Berger, uno de los fundadores de la prospectiva, la definió como la ciencia que estudia el futuro para comprenderlo y poder influir en él. Es peligroso continuar la senda de atender lo urgente en vez de trabajar por lo importante.
Es pertinente analizar la vocación empresarial de la ciudad, comprender el impacto del efecto poscarbón y resolver el interrogante: ¿Por qué la ciudad no es atractiva para el inversionista?
En la última década, el desempleo en Valledupar ha tenido tendencia ascendente, alcanzando un promedio de 12 %. La crisis propuesta por la pandemia del covid-19 exacerbó la situación elevando el indicador de desempleo al 24.3 %. La crisis de salud pública terminó por destruir los escasos puestos de trabajo existentes en la ciudad con origen distinto a los que genera el sector público.
Para encarar la reactivación económica necesitamos conocer la caracterización del sector Mipyme de la ciudad, es decir, situación del sector Mipyme antes y después de la pandemia, sectores económicos, cuántos empleos generaban, mercados, capacidad de endeudamiento, limitaciones en planificación estratégica, tipo de propietarios, entre otros.
Para esa misión es preponderante el concurso de las universidades, Fenalco, gremios, Gobierno y, especialmente, de la Cámara de Comercio. Bajo esta perspectiva, el uso y destino del convenio con Bancoldex por $6.000 millones para beneficiar al sector Mipyme, tendría mejores posibilidades de revertir la crítica situación de desempleo. Este proceso debe ser acompañado por las facultades de Administración, Contaduría y Derecho de las distintitas universidades con domicilio en la ciudad.
En materia agropecuaria, menester valorar que según la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Colombia es uno de los territorios llamados a ser despensa de alimentos para el mundo. Esa expectativa es cierta, Colombia cuenta con 40 millones de hectáreas para producir alimentos, condición favorable y pertinente para construir el futuro agropecuario para comprenderlo y poder influir en él.
Llegó el momento de aprovechar la fortaleza agropecuaria, inicialmente en sus zonas rurales, apropiando las acciones de los programas agropecuarios del orden nacional y territorial, para recuperar la otrora vocación agropecuaria y poder influir en la Seguridad Alimentaria. Perentorio adelantar las siguientes actividades: asumir el reto de diseñar el inventario de los predios baldíos, legalización de tierras, uso del suelo, cooperación, agremiación, sustracción del área de reserva forestal protegida por la Ley 2a de 1959, construcción de vías terciarias, transporte multimodal, aprovechamiento y protección del recurso hídrico, agricultura de precisión, tecnología, migración rural y blindar al sector con garantías fitosanitarias.
Hay que pensar en la implementación de un sistema de transporte movido con energía solar, cancelar el Área Metropolitana como embeleco burocrático, para que funcione con vocación y visión territorial. La ciudad debe ofrecer garantías en la prestación de los servicios públicos, es urgente aprovechar los recursos energéticos de la región, los cuales tienen amparo y respaldo legal. El costo fijo del consumo de energía eléctrica es un hueco en el bolsillo para cualquier inversionista. En cuanto al servicio de acueducto, hay que transformar Emdupar, y por sobre todas las cosas priorizar la inversión, para que sea coherente con el desarrollo social y humano.
Según la edición 2016 del informe titulado ‘Agua y empleo’ de las Naciones Unidas, tres de cada cuatro empleos en el mundo dependen en mayor o menor medida del agua. La escasez de agua potable y los problemas de acceso a ella y al saneamiento pueden por lo tanto limitar el crecimiento económico y la creación de empleo en los próximos decenios. El informe del año pasado titulado ‘No dejar a nadie atrás’ proporciona una visión global de los países que experimentan diferentes niveles de estrés hídrico.
Destaca el informe que el uso del agua ha ido aumentando en todo el mundo al ritmo del 1 % al año desde la década de los 80 del siglo pasado. Se espera que la demanda mundial de agua siga aumentando a un ritmo parecido hasta 2050, lo que supone un incremento del 20 al 30 % por encima del nivel actual. La agricultura (incluyendo riego, la ganadería y la acuicultura) es, por mucho, el mayor consumidor de agua, representa el 69 % de las extracciones anuales de agua a nivel mundial. La industria (incluida la producción de energía) representa el 19 % y las familias el 12 %.
El informe, además de los datos estadísticos sobre disponibilidad y demanda de agua, describe otros aspectos importantes, relacionados con la calidad de agua a nivel mundial, inundaciones y sequias, servicios de abastecimiento y saneamiento, aumento demográfico y asentamientos, pobreza, salud y nutrición, factores determinantes de desigualdad, discriminación y vulnerabilidad y las perspectivas regionales.
Los informes en referencia conciben que el agua es un motor de desarrollo, característica que comprende la Asociación Colombiana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental, Acodal, al recalcar en sus informes que el agua tiene múltiples facetas: coberturas urbanas y rurales en agua potable; tratamiento de aguas servidas; tarifas; participación del sector privado y público en la prestación de este servicio público fundamental; agua y salud; políticas de conservación de fuentes aguas y conflictos con la minería; el agua y el cambio climático. Pero también tiene una óptica sobre la ruralidad colombiana: las políticas de riego y drenaje.
Las ciudades del mundo en el siglo XXI se están conformando como un lugar de concentración de capital creativo e innovador, que busca la prevalencia del bienestar de los ciudadanos y el aprovechamiento del espacio público para las personas que en ella habitan, transitan o la visitan.
Pero las ciudades del mundo enfrentan desafíos comunes, motivados por el aumento de la población urbana, la polarización del crecimiento económico generador de desigualdad, aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y una disminución de los presupuestos públicos.
En filosofía, el problema bien planteado es un problema resuelto (Henri Bergson). Construir el futuro de la ciudad en medio de la avalancha de situaciones que nos muestra el presente, requiere mucha seriedad y de esfuerzos cuantificables y medibles, sin las vanidades del gobernante de turno, para que convide al ciudadano hacia los objetivos del territorio. Para lograrlo, el liderazgo y la confianza forma un binomio esencial.
En Valledupar está todo por hacer, pero hay semillas sueltas por ahí, como Cesore, el Grupo de Desarrollo Urbano y muchos jóvenes con ganas de aportar. Por ello, el objetivo es apostarle al capital social de Valledupar, con el propósito de coadyuvar en la recuperación de nuestro querido Valledupar. Alcalde Mello Castro escuche al pueblo, convóquenos, recuerde que Dios habla a través de él. Esta tribuna está abierta para empezar a trabajar en la gestación de sociedad, territorio y prospectiva.
Por Luis Elquis Díaz @LuchoDiaz12