Partiendo de la base que no soy nadie para juzgar a nadie, y de que esta columna está basada en solo una humilde opinión de un colombiano que le duele lo que pasa en su patria, me atrevo a decir que es algo exagerado lo que está pasando con la influenciadora y ahora empresaria de keratina: Daneidy Barrera Rojas, quien es conocida desde aquel célebre primer video viral apoyando a nuestra selección de futbol, en donde muchos se burlaron de ella por el estribillo en tono de vítores al equipo tricolor, con el famoso “Epa, epa… epa Colombia (bis)”.
No ha dejado de ser tendencia en redes sociales, después generó polémicas con muchas otras cuestiones, incluyendo sus inclinaciones sexuales (las cuales no comparto ni tampoco condeno) llegando a rebosar la copa por sus explícitos actos de vandalismo durante las protestas en Bogotá, donde no solo los ejecutó, sino que incitó a hacerlos, lo cual en vez de gracioso resultó algo grotesco, antinacionalista y totalmente violento, acción repudiada por millones de colombianos, que aunque no estemos en total desacuerdo con la protesta no apoyamos este tipo de actos con más tendencia y tintes terroristas que pacifistas, menos aún, cuando vienen de una persona que cuenta con miles de seguidores, incluyendo menores de edad que la ven como un ejemplo a seguir, por el cierto hecho de que siendo una humilde mujer del común está luchando y esforzándose por salir adelante con visibles logros, mostrando que nada es imposible en la vida.
Epa reconoció y se arrepintió públicamente por su error, pero ya el daño estaba literalmente hecho. Pocos días antes del polémico fallo que hoy la tiene ad portas de la prisión, había vuelto a ser tendencia por burlarse de la actriz y comediante Alejandra Azcárate, quien está pasando un mal momento por los vínculos de su pareja con un caso de narcotráfico ya conocido por todos.
Epa Colombia hizo alusión de una expresión usada por la comediante en una publicación en redes sociales, en donde manifestó que “pasó por los sótanos del infierno” sin saber que a ella le iba a tocar esta calamidad en la que hoy lastimosamente se encuentra.
Suelo sacar conclusiones y enseñanzas de mis experiencias de vida, y de otras que veo ejemplarizantes. Este caso me corrobora a todas luces que la palabra tiene poder: “…La lengua tiene poder para dar vida y para quitarla; los que no paran de hablar sufren las consecuencias…”: Proverbios 18:21.
Uno no debe burlarse, ni desear el mal ni a sus enemigos. Si es que los tiene, no soy amigo ni seguidor, ni comparto el pensamiento de la Azcárate, pero no por eso le deseo mal, ni a ella ni a nadie, si ella o sus familiares tienen cuentas pendientes con la justicia, que sea la justicia quien los investigue y los juzgue, y Dios quien los condene.
La vida es como esa arma aborigen australiana llamada boomerang, que al lanzarla luego se te devuelve, y ¡hay! que la lances mal y no la sepas agarrar o esquivar cuando se devuelva. En otras culturas le llaman karma, yo simplemente he aprendido que eso es una ley de la vida, y la veo como un espejo, si tu sonríes, te sonríe, si lo rompes, hasta te puedes cortar, así de sencillo.
Lo cierto es que al menos a Daneidy debieron darle casa por cárcel, o no condenarla a tantos años de prisión, pues es una persona que está tratando de enmendar sus errores, pero mirándola desde otra óptica, si la justicia no da un castigo ejemplar, pues las nuevas generaciones dirían que aquí uno puede hacer lo que quiera, que después simplemente llora en un video, pide perdón, y no pasa nada.
Lo único que digo es que si van a ser duros con una persona humilde, con ciertos conflictos personales y que quizás hasta pueda tener trastornos de personalidad, pero quien entre otras cosas está generando empleo, y se ha hecho sola, honradamente, deberían castigar duramente a criminales de cuello blanco, corruptos y bandidos violentos que tanto daño le han hecho al país. O todos en la cama o todos en el suelo.