Debo reconocer que dudé mucho escribir esta columna puesto que toca fibras profundas en la sociedad debido a que el mundo se debate entre el horror y la barbarie y lo superfluo, lo banal y lo estúpido; y por otro lado, muchas personas se sentirán aludidas por sus gustos y por la libertad que tienen al elegir en que creer, como divertirse o dicho de otra manera, cada quien elige la soga con la que quiere colgarse y eso se debe respetar puesto que para eso somos una democracia y pertenecemos al “mundo libre”.
Durante las últimas semanas las redes sociales, los centros comerciales, las grandes tiendas de superficie, las principales cadenas de noticias en sus secciones de entretenimiento, los programas dedicados a la “vida rosa” y todas las plataformas que reproducen pautas publicitarias, estuvieron promocionando la película de la icónica muñeca Barbie la cual fue producida por LuckyChap Entertainment, Mattel Films y Heyday Films; los estrenos fueron multitudinarios, largas filas, familias enteras atiborrados en las salas de cine incluso con menores de edad puesto que al final se trata de la historia de la famosa muñeca que ha sido el juguete preferido de toda niña, o al menos eso fue lo que trataron de vender en su campaña publicitaria.
Lo realmente sorprendente no solo ocurrió en su estreno sino en el nivel de penetración que tuvo la campaña, especialmente en su tradicional color rosado el cual identifica a la marca y a la muñeca; todos los miembros de la familia vestidos con ese color incluso muchísimos adultos varones en gran parte del mundo occidental donde los derechos civiles y el desarrollo de la libertad personal está en auge, atuendos llamativos y algo ridículos haciendo apología a la cinta, hasta aquí nada bueno ni malo, pero en el trasfondo hay muchísimo de qué preocuparse ya que hasta la presidencia de la república publicó un video en su cuenta oficial de Tik-Tok precisamente con una escenografía alusiva a la película donde se ve al presidente Gustavo Petro con una camisa rosada y todo el video ambientando no precisamente la celebración de la fiesta de independencia, fue tanta la crítica que debieron retirar el video de la cuenta.
No he visto la película ni nunca la veré, pero estuve leyendo la reseña y la cinta tiene un fuerte mensaje de lucha de géneros, la tradicional doctrina de la mujer “empoderada” que rechaza al hombre por su condición, en síntesis, ideología de género disfrazada de una cinta para niños y la familia, pero lo peor no radica ahí, lo realmente abrumador es que un porcentaje alto de los que vieron la cinta no encuentran nada malo en ella; es decir, una vez más quienes están detrás de esta agenda global de destrucción de los valores familiares y destrozar la inocencia de nuestros niños hicieron un extraordinario trabajo, lograron camuflar su mensaje horripilante y repudiable en una inocente y popular muñeca para niñas, algo así como cuando nos daban el purgante amargo camuflado con goticas de miel o un poquito de azúcar.
Lo anterior contrasta con la otra película que se anuncia simultáneamente, Sound of Freedom (Sonido de libertad) dirigida por Alejandro Monteverd, y producida entre otros por el mexicano Eduardo Verastegui, que muestra una horrible realidad del tráfico de niños que son explotados sexualmente; pero no solo eso, algunos menores de seis años son violados hasta quince veces al día por depravados sexuales y cuyos clientes principales son magnates del entretenimiento, líderes mundiales, expresidentes de países y personalidades que movieron cielo y tierra para que la cinta no se estrenara; de hecho, las principales productoras y distribuidoras de cine se opusieron y vetaron la cinta a nivel mundial, pero gracias al trabajo de muchas personalidades como el actor Mel Gibson o el expresidente Donald Trump, entre los más destacados, hicieron un gran lobby y una agresiva campaña de difusión promocionando la cinta para mostrar al mundo los horrores que hay detrás del tráfico de niños; pero el horror no para aquí, una vez los niños ya no son útiles para el tráfico sexual, son vendidos al mercado de órganos donde son asesinados y vendidas sus partes a un mercado billonario.
La cinta se estrena en Colombia a finales de agosto, espero ver interminables filas de adultos esta vez no vestidos de rosado sino de negro rechazando esta macabra actividad cuyos principales consumidores son los mismos que produjeron Barbie ¿No me creen? ¿Entonces por qué esa férrea oposición a la película?
Por Eloy Gutiérrez Anaya.