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Entre la música y las aulas de clases

EL PILÓN/ CORTESÍA. Ivan Torres

El profesor Ventura Alvarado lleva en su mano derecha el más recuerdo inmortal de ‘El Cacique de La Junta’ Diomedes Díaz. Por culpa del cantautor, una máquina de ebanistería le cercenó uno de sus dedos, en uno de los talleres de clase en el colegio Instpecam.

Es el firme recuerdo que el artista le dejó al hoy profesor de ese centro educativo de Valledupar, memorias que desempolvó el escritor José Atuesta Mindiola para recordar la época escolar del hijo de la vieja Elvira.

“Diomedes hacía segundo de bachillerato en el Instpecam, recuerdo que en uno de esos talleres ‘El Cacique’ hizo una broma y luego se puso a cantar, cuando Ventura Alvarado, que en aquel entonces estudiaba en el Instituto Industrial, fue a aplaudir a Diomedes y no se percató que a pocos centímetros estaba una sierra para cortar madera y le cercenó un dedo, esa historia nunca se le olvidará al profesor”, recordó Atuesta Mindiola.

Anécdotas que dejó el ‘monstruo del vallenato’ en su época escolar que comenzó en su pueblo natal; luego se extendió al colegio San Joaquín en donde terminó la primeria; en 1973 llegó al Instpecam en donde sólo cursó hasta segundo de bachillerato.

“Desde ese momento comenzó la vida musical del cantautor, él quiso ser compositor, no cantante, pero como él andaba con los hermanos López como utilero, la música lo arropó y poco a poco se fue perfilando. Diomedes comenzó a cantar en el Instpecam al lado del acordeonero Luis Guillermo ‘Guille’ Morales; ese fue el punto de partida para que el compositor de ‘Mi primera cana’ comenzara a explotar su talento y posteriormente se convirtiera en el máximo exponente del vallenato.

En un apunte del periodista Juan Rincón Vanegas en una nota realizada para una revista del Instpecam, en sus 75 años, asegura que “Guille Morales comenzó a moldear la voz de Diomedes Díaz… después lo acompañó en varios actos culturales y parrandas, pero lo que nunca pasó por la mente del acordeonero fue que el pichón de cantante como lo llamó en su momento, llegara tal lejos en la música vallenata”.

“Los dos estudiábamos en 1974 en diferentes grados del Instpecam, Diomedes cursaba segundo y yo cuarto de bachillerato y como se realizaban actos culturales yo tocaba el acordeón y él cantaba… algunas veces nos chiflaban pero en otras nos aplaudían. A él le gustaba cantar mucho ‘Morenita Linda’ y ‘La Negra’, dijo Guille Morales en la publicación.

Sus debilidades
José Atuesta Mindiola recuerda que “Diomedes Díaz tuvo muchas dificultades en cívica y español, pero después fue mejorando, fue inquieto en clase y muy admirado y jovial. Él hizo no más hasta segundo porque luego se pasó para la nocturna del Loperena, por allá en 1975, las primeras canciones que compuso fueron ‘La Negra’ y ‘Morenita Linda’, grabadas por Jorge Quiroz (canto) y Luciano Poveda (acordeón). En muchos actos culturales cantaba a capela porque eran pocos los que tocaban acordeón. Ese mismo año derrotó a Rafael Orozco en uno de los concursos de canto, pero al principio a Diomedes le decían el chivo, porque se le iba mucho el gallo”.

Por sus inclinaciones musicales, no terminó el bachillerato porque después trabajó como mensajero en Radio Guatapurí, con la intención de que le pusieran sus canciones. “Guille Morales le escuchó decir a Nafer Durán que quería un cantante y enseguida recomendó a Diomedes. Posteriormente lo llevó a donde estaba alojado el recién elegido rey vallenato, cuadraron de inmediato unos ensayos y luego grabaron”, puntualizó Juan Rincón Vanegas en su nota.

Una reflexión sin conjeturas deja el escritor y poeta José Atuesta Mindiola a la hora de explicar la conducta de los artistas: “mire, la vida de los artistas es diferente, hay que respetar su naturaleza y comportamiento. Fernando Pessoa, el escritor más representativo de Portugal asegura que la vida del artista es su obra”.

Por Nibaldo Bustamante / EL PILÓN

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