X

Energía constante

“Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús”. 2 Timoteo 2,1

Se define la energía como la eficacia, poder o virtud para obrar. Como la capacidad para realizar un trabajo. Tiene diversas aplicaciones: Alternativa, atómica, cinética, iónica, nuclear, solar, etc. Aquí se definirá como esa fuerza interior que mueve todas las partes y nos capacita para proporcionar luz, comunicación y conexión con otros.

Esta energía es producida por el Espíritu Santo: “Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo…” y su razón de ser es: “Para que tengamos vida y la tengamos en abundancia”. En el quehacer diario, la energía trae un sentido nuevo y fresco a lo que estemos haciendo. Produce gozo, alegría y nos hace ser eficaces y efectivos.

Dios sostuvo a Israel en el desierto, cuarenta años, con comida del cielo, maná fresco que recogían cada día. Enseñándonos un principio divino: ¡Necesitamos que Dios nos dé energía y nos impulse cada día! ¡Necesitamos que sus respuestas y provisión nos inspiren a diario!

Amados amigos: Necesitamos poner nuestra esperanza en Dios. Razón y fuente de nuestra energía. “No con ejército, ni con fuera, sino con mi espíritu…”. Esto significa que podemos ser guiados con la energía de Dios dentro de nosotros. Somos como el pararrayos de Dios que transporta la energía que crea la esperanza. Así, cuando todo lo que vivamos esté apoyado en la roca firme de los siglos que es Cristo, no habrá otra fuerza contraria o antagónica que pueda derrotarnos.
Para renovar nuestra energía debemos librarnos del sentimiento de rezago y monotonía y caminar en el propósito de Dios. Establecer una cultura alimentada por la fe con nuevos estándares de excelencia en el servicio a otros.

Una cultura llena de energía en donde todos participan, plenos de vida y esperanza, con gran fe y expectación, donde los triunfos se celebran y los fracasos se perdonan. Una cultura de energía es donde los encuentros con Dios producen cambio y el ambiente se carga de fe.

Ahora bien, no estoy sugiriendo que nos agotemos tratando de convertirnos en super humanos, sino que aprendamos a confiar a Dios cada área de nuestras vidas y nos nutramos diariamente del alimento espiritual no adulterado, deseándolo como niños, para que crezcamos para salvación, habiendo gustado la bondad del Señor.

Llenemos nuestras reservas espirituales cada día con la Palabra del Señor y veremos como nuestras fuerzas se renuevan con gozo. No perdamos energía al permitir que la vida pierda sentido, aburridos y cansamos de no lograr nada. Involucrémonos en algo que nos envuelva, que sea mayor que nosotros. Mientras buscamos algo más grande, más energía tendremos.

El llamado es a ser auto – dínamos, a convertir la energía alterna recibida de fuentes diferentes en energía constante que nos impulse a vivir en victoria cada día de la mano del Señor.
Un abrazo y mucha fuerza interior. ¡Adelante con energía!

Categories: Columnista
Valerio_Mejia_Araujo: