“América para los americanos” marcaría el desarrollo de las relaciones internacionales de América Latina con Estados Unidos desde 1823 con el lanzamiento de la Doctrina Monroe. Agridulces han sido las relaciones políticas, estratégicas y comerciales entre Colombia y Estados Unidos a lo largo de la historia. No obstante, han evolucionado paralelamente alrededor de asuntos claves como la lucha contra el Comunismo, la política antidrogas y recientemente por la lucha contra el Terrorismo.
Colombia y Estados Unidos son socios comerciales y estratégicos. Esta tradición ha transitado por los siglos XIX,XX y XXI. Por eso sorprende el error de cálculo de los expresidentes Uribe y Pastrana, que en su afán electoral en torno al proceso de paz, trataron de turbar la cordialidad relativa de los presidentes Donald Trump y Juan Manuel Santos.
Pasada la anecdótica alharaca de los expresidentes, los presidentes de Colombia y Estados Unidos se reunieron en visita oficial el pasado 18 de mayo. Posterior a la reunión privada en el despacho oval de la Casa Blanca, en rueda de prensa el presidente de Estados Unidos, calificó como “un problema muy grande”, la Producción y el tráfico de drogas, asimismo, manifestó que la situación que vive Venezuela es “muy triste”. El presidente Donald Trump reconoció al presidente Santos el esfuerzo realizado con el proceso de paz y lo destacó como una labor magnifica.
El encuentro Trump – Santos coincidió con el fallo de la Corte Constitucional, que tumbó los numerales H y J del acto legislativo 1 para la paz de 2016 (aval del Fast Track) en donde se planteaba, por un lado, que todas las modificaciones que se hicieran a proyectos de ley o actos legislativos tenían que respetar lo planteado en el Acuerdo Final y, además, para tramitarse tenían que tener el aval del Gobierno. Para el avance del Fast Track en el legislativo la coincidencia es precipitada, pero significa una victoria para la institucionalidad.
El fallo de la Corte Constitucional no modifica las condiciones de Estados Unidos, su prioridad es la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. En efecto el espaldarazo al proceso de paz se viene cocinando desde la administración de Barack Obama con el programa Paz Colombia, que entre sus objetivos procura llevar desarrollo y alternativas a las zonas marginales de posconflicto, fortalecer las instituciones, garantizar las capacidades de lucha contra el crimen organizado en Colombia y en el hemisferio, y algo esencial: contribuir a la desmovilización definitiva de los grupos armados, como también cumplir de manera efectiva con el desminado humanitario.
Aunque no sea un asunto prioritario, Estados Unidos apoyará con recursos el posconflicto, no hay incertidumbre, pero lo utilizará como argumento para exigir resultados en la lucha antidrogas y para tener un aliado sempiterno en América Latina. Sin duda es un apoyo importante para el proceso de implementación, el cual requiere conjugar voluntades en nuestro país, asegurar con presencia oficial del estado los territorios otrora dominio de las Farc y garantizar contundencia contra los grupos disidentes o emergentes, en aras de certificar la seriedad del cumplimiento de los protocolos establecidos en el acuerdo, para subsanar los riesgos y el ancla del fallo de la Corte Constitucional, con el fin de corresponder las expectativas externas e internas.
Por Luis Elquis Díaz
@LuchoDiaz12