En un mundo como el de hoy, impredecible, parece que los resultados electorales de octubre, no lo serán. Serán, lo contrario. Previsibles. Habrá pocas sorpresas y en las grandes ciudades, ninguna.
En muchas partes la suerte está echada. En Barranquilla, Char; en Medellín, ‘Fico’; en Bogotá, Galán u Oviedo; en Cartagena, Dumek; en el Valle del Cauca, Dilian; en Cundinamarca, Rey; en Boyacá, Amaya y así en buena parte del país.
¿Qué tienen en común esos candidatos? Ninguno es cercano al petrismo. Y su pensamiento político, está distante del presidente.
Creen en la libertad individual, de escogencia, por ejemplo, de EPS; o de las oportunidades económicas a través de la creación de empresa y empleo y no de un gobierno que es, la feria del subsidio; o del rescate de la seguridad ciudadana a través del orden y no de la laxitud; o la de un estado limitado y no desbordado en vez de un gobierno que cree que el estado lo puede todo y, entonces, es capaz de administrar la salud, las pensiones, los servicios públicos, etc.
Los resultados predecibles van en contracorriente de un mundo en el que predomina la incertidumbre pero ello no es gratuito. Ello responde a que la ciudadanía quiere enviar, a través del voto anti, un potente mensaje político: el de recuperar una nación que puede salirse de madre por las malas perspectivas económicas, la inseguridad, la ideologización y dogmatismo que se tomaron las políticas públicas y un cambio que puede retroceder al país, a lo que el elector, reaccionará votando.
Las sorpresas, reitero, no serán tantas, una puede ser, el Cesar.
@claudiamzuleta es la voz que está recogiendo el sentimiento de hastío y cansancio sobre un clan, el Gnecco, que por décadas ha manejado a su antojo el presupuesto, los cargos y los contratos. El clan ha hecho del poder político, un negocio familiar y Claudia Margarita podría ser el voto útil para derrotarlos.
Pero además, Claudia no está con las minorías políticas que detentan el poder, es decir, con el clan y su combo, sino en el carro de la mayoría excluida y, además, se conectó con el voto silencioso, es decir, el que va a votar por ella pero por temor a represalias, no lo dice.
En un país muy ideologizado y enfrentado nada une a todos; la gente vota desde su orilla ideológica pero el Cesar puede ser una excepción: unirse para expulsar un clan que tiene, por sus líos penales, sus cuestionados valores y sus prácticas excluyentes, hastiada a la gente.
No es fácil, tiene que ser disruptiva, unir a la ciudadanía en ese propósito a través del relato, recoger lo anotado en la primera parte de esta columna y sí, puede ganar las elecciones, pero desde la estrategia e inteligencia y el último día, desde lo operativo.
Isaac Bashevis Singer, premio nobel de literatura me enseñó qué: “En primer lugar, todo es posible”.
Por Enrique Herrera