Pese a la reducción de los casos de abusos sexuales en un 70 por ciento en el departamento del Cesar, en lo que va del presente año, en comparación con el 2017, este sigue siendo uno de los delitos con mayor impacto en Colombia.
Según indica un informe entregado por la Policía, solo se conoce una mínima parte de los casos que suceden a diario; en promedio se denuncia en promedio el 30 % de los abusos sexuales. En la mayoría de los casos, esto pasa o por miedo, o porque el victimario es el mismo que sostiene económicamente el hogar, así que nadie en la familia dice nada, “porque entonces quién compra el mercado”, indican los expertos.
Según la Policía, en el año 2017 fueron aprehendidas 606 personas sindicadas de este delito, de los cuales 291 fueron en Valledupar, mientas que durante lo corrido de este año han hecho efectivas 92 capturas en el departamento, de los cuales 53 han sido en la capital cesarense.
“La conducta de un abusador sexual no cambia”
Para la abogada, Lucy Vidal, Fiscal Octava Delegada ante los Jueces Penales del Circuito y quien estuvo como coordinadora del Centro de Atención Integral a Víctimas de Abuso Sexual, Caivas, su percepción sobre la conducta de estas personas, es que no cambia, podría reincidir una vez quede en libertad, por cuanto esta, es una enfermedad que hay que tratarla.
Dijo que el abuso sexual es el peor delito que existe en el país, tras señalar que cuando estuvo en el Caivas conoció muchos casos, cuyos protagonistas eran enviados a la cárcel, por representar un peligro para la sociedad, pero principalmente para las víctimas.
¿Cómo identificar a un abusador sexual?
Según psiquiatras forenses, los abusadores sexuales de hoy fueron víctimas de abuso o maltrato, no han tenido una vida fácil. Es a través de la exposición en la infancia a experiencias sexuales y de violencia anormales, cuando se inician los trastornos de la personalidad. Que se saben ocultar muy bien, se muestran exitosos, seguros, y frecuentan sitios donde permanecen niños: una pista de patinaje, una cancha de fútbol, una piscina, un taller de pintura. Es allí, donde algunos proyectan la imagen de ser deportistas, o muy interesados en la cultura, cuando en realidad están al acecho. También, ellos tienden a estar solos, o por lo menos no con adultos. Prefieren observar que conversar, poco hablan de sí mismos. Y sus interacciones sociales con personas de su misma edad, se basan en el bullying, o la violencia física.
También pueden ser personas con cambios bruscos de personalidad, pasan de ser muy pasivos a muy irritables; se sienten con alteraciones sexuales observando pornografía y con temas de contenido sexual y tienden a ser detallistas con sus futuras víctimas.
Regalan bombones, un juguete, dinero, que para un niño resultan elementos atractivos para un niño, sobre todo si el abusador opera en zonas donde las familias tienen no ingresos y son vulnerables. Los abusadores, desde niños han ido contra la autoridad, contra la norma, creen que lo que deseen lo deben obtener a como dé lugar, se sienten dueños del sistema: van por el mundo haciendo lo que les plazca.
Una especialista consultada por este diario, quien pidió reserva de su nombre, les insiste a los padres de familia, que los trastornos de la sexualidad y de personalidad, requieren igual atención que una enfermedad física.
“Fomentar el diálogo con sus hijos”
Las autoridades recomiendan a los padres de familia, que hay que hablarles a los niños de los peligros que corren, de los límites que deben imponer: nadie, ni siquiera un familiar, debe tocar sus partes íntimas. Además, que si alguna persona les pide hacer algo sin contárselo a los padres, es porque algo les puede ocurrir. Y finalmente, que los padres de familia deben aprender a identificar los cambios de ánimo de los hijos, porque niños callados, deprimidos y encerrados, pueden ser una señal de alerta de un abuso sexual.
De acuerdo con las estadísticas, el 90% de los casos de abuso sexual, el victimario es una persona de confianza, un familiar, un amigo, el vecino que lee el periódico en el parque y en fin, una persona muy allegada a la familia, que aprovecha la confianza que le han depositado y la misma oportunidad que le dan en la misma casa.
Entre otras recomendaciones, para que los niños no sean objeto de abuso sexual se encuentran: estar pendientes de sus cambios de ánimo, conocer las personas con las que tengan algún tipo de contacto y, principalmente, generen confianza en los niños para que cuenten lo que les sucede.
Por Abdel Martínez Pérez / EL PILÓN
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