Desde el primer momento se muestran amables y cálidos al recibir una visita. Con el interés notorio de exponer lo que están haciendo y sustentar que la vereda Tierra Grata en realidad se ha convertido en un espacio de integración, normalización y proyección, reciben a quienes llegan a dicho lugar atraídos por diversos intereses.
Más de 160 de excombatientes de las antiguas Farc, provenientes de los frentes 19 y 41 del Bloque Caribe, quienes en medio del proceso de paz y posterior a la firma del Acuerdo se encuentran establecidos en este Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR), en jurisdicción del municipio de Manaure Balcón del Cesar, en el centro del departamento del Cesar.
Allí han dado rienda suelta a las diferentes ideas que tienen como parte de su reintegración a la sociedad para, sobre todo, refrendar su lucha, pero esta vez usando la palabra como única arma que los lleve a lograr sus objetivos de convertir a Tierra Grata en un corregimiento en el que se puedan establecer de manera permanente y conseguir una sostenibilidad para ellos a la vez que se integran con las comunidades vecinas.
“Tenemos una Junta de Acción Comunal con su personería jurídica, fue una de las JAC que se creó a nivel nacional dentro de los ETCR. Lógicamente esto no es el pedacito de la vereda Tierra Grata sino que hace parte donde todos los campesinos se integran a la vereda y también estamos integrados”, explica Carolina Vargas Cabrera, encargada de género de este Espacio.
Ecoturismo, principal iniciativa
El conocimiento que tienen los excombatientes concentrados en este ETCR sobre la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía de Perijá es ahora su herramienta para que desarrollen uno de sus proyectos productivos más significativos y el que hasta ahora, como explican, avanza en su segunda fase de una proyección a seis que diseñaron.
Se trata de ‘Tierra Grata Ecotours’, una iniciativa a través del cual ofrecen diferentes planes para los turistas que decidan adentrarse en los mágicos paisajes de la Serranía, donde llevan a cabo con más frecuencia los recorridos y visitas.
“La Sierra Nevada, el Magdalena y parte del Cesar las conocemos como la palma de la mano”, afirma Wilman Aldana, uno de los miembros de esta comunidad vinculado al proyecto, y recuerda que sus años de lucha insurgente le dieron experticia a él y sus compañeros para moverse en esta zona del nororiente del país.
En los planes de senderismo incluyen recorridos hasta la frontera con el vecino país de Venezuela y ofrecen también la posibilidad de subir hasta 3.600 metros sobre el nivel del mar, camino que hacen en carro una parte, utilizando la carretera que comunica con la vereda San Antonio, y otra a pie, para llegar a Casa de Vidrio, de donde se observan paisajes únicos de esta parte de la geografía colombiana.
Justamente la principal oferta de esta aventura es la de brindar una ruta turística para ver hermosos paisajes y conocer la rica y diversa flora y fauna, así como aprender de la historia de la frontera y, sobre todo, entender cómo era esta zona en el tiempo del conflicto armado.
“Donde llegamos era un campamento de la guerrilla y todavía se ven las señas de las caletas. También era campamento del Ejército ahí y eso es histórico, las rutas, todo eso y lo otro es el paisaje, se les cuenta la historia del Cerro Pintado, entonces la vista, de ahí se mira la Sierra Nevada, a la gente le gusta el ecosistema tan lindo que es el páramo, mirando los frailejones, entonces la gente quiere conocer eso”, relata Aldana, quien ya ha subido hasta dicho lugar con cuatro grupos diferentes de turistas.
Sin embargo, para el proyecto de ecoturismo, que iniciaron hace más de dos años, han tenido que atravesar un lento proceso al que todavía les falta mucha logística por lo cual esperan invertir más recursos que les permitan, entre otras cosas, acondicionar mejor algunos espacios como el restaurante y el hotel de dormida que se encuentran en el ETCR para atención a los visitantes.
Además, existe la posibilidad, si los turistas quieren, de pasar una noche en el campamento que han organizado en Tierra Grata, una réplica de los que generalmente utilizaban en la selva cuando aún vivían en conflicto. “Donde dormía yo en el monte, exactamente”, enfatiza Aldana.
En este lugar, ubicado a unos cuantos pasos de donde tienen las unidades habitacionales los excombatientes en Tierra Grata, las personas se encuentran con el mismo tipo de cuarto, cocina, lavadero y despensa que utilizaban cuando eran combatientes.
Félix Arango, uno de los encargados del mantenimiento de este lugar explica cómo funcionaba esta estructura, la manera en que se distribuían las tareas entre todos y el protocolo que seguían, entre otros por menores.
Meticulosamente va dando detalles de la organización con la cual transcurría sus días en la selva y va contrastando con la dinámica que siguen actualmente cuando los turistas los visitan y deciden acampar en medio de la naturaleza de esta zona, con un colchón puesto sobre un catre de madera hecho por ellos mismos y cubierto de hojas de los árboles.
Sin querer hacer apología a un conflicto que están tratando de superar, para ellos se trata de un proyecto de supervivencia para cuyo desarrollo han recibido recursos del gobierno de Suecia por 35 millones de pesos para una iniciativa productiva.
Tras un consenso decidieron hacer la inversión en un prototipo de campamento guerrillero con unos objetivos fundamentales: que el turista conozca la otra parte que nunca se ha escuchado, para que saquen sus propias conclusiones. A juicio de quienes lo impulsan, tiene un sentido investigativo, histórico, de mejorar y colaborar con el medio ambiente, explicar las causas del conflicto y que, a su vez, sean cátedras de paz.
“Para que el pueblo conozca, pero también con el sentido de que más nunca una madre colombiana o un padre colombiano vean a sus hijos volver a la guerra, que la única arma sea la palabra, ese es el sentido de la enseñanza”, afirma Aldana.
El proyecto ha resultado atractivo y se encuentra constituido legalmente con registro nacional de turismo, Cámara de Comercio y todo relacionado con las responsabilidades legales. Incluso, es uno de los tres sitios identificados dentro del mapa turístico del Balcón del Cesar, como dijo Aldana.
Para la consolidación de esta idea recibieron capacitaciones de entidades estatales como Sena, así como de la Cámara de Comercio, el Fondo Nacional de Turismo, Procolombia y el Ministerio de Turismo; también de organizaciones europeas que llegaron a dictarles charlas y enseñarles lineamientos que harían más efectiva su labor. “Siempre hemos tenido mucho la asesoría de Cámara de Comercio, tenemos que agradecerle mucho porque ha sido nuestra mano derecha”, reconocen los excombatientes.
Puente con las otras comunidades
‘Tierra Grata Ecotours’, a pesar de la apariencia modesta con la cual es presentada por sus líderes, se ha convertido en poco tiempo en un enlace entre los excombatientes en su proceso de reincorporación y la comunidad de Manaure que, desde el primer momento, los ha recibido con toda la disposición de aportar en su paso a la vida legal.
Así pues, ha conseguido una dimensión más grande que le ha abierto las puertas a crear relaciones productivas con las comunidades. De esta forma ya han hecho alianzas con otros proveedores de servicios turísticos dentro de la región: “Si el turista viene aquí por uno o dos días y hace su ruta, pero quiere ir a conocer a Manaure u otro espacio, ya tenemos esa línea”, sostiene Aldana.
Además, se encuentran afiliados a una cooperativa de transporte que traslada a los visitantes que llegan de otras ciudades desde el aeropuerto Alfonso López, de Valledupar, hasta Tierra Grata. En este sentido, ya han realizado igualmente una solicitud para acceder a un vehículo que les permita cumplir con esta tarea.
Esta nueva oferta de turismo ya ha atraído a tantos colombianos como extranjeros. En un día han recibido hasta cien personas provenientes de Bogotá. Destacan también la visita de empresarios de diferentes sectores productivos interesados en el tema y, de paso, conocen las iniciativas que allí se están impulsando.
A la par del ecoturismo, adelantan proyectos de confecciones con las mismas máquinas de coser que usaron durante la guerra y las cuales les han servido para tener pequeños contratos, uno de ellos con la Cámara de Comercio de Valledupar, a la cual le han confeccionado el vestuario de trabajo de sus empleados, y con la empresa Cemento Vallenato, reconocida en esta región.
Llama la atención la relación que han construido con el Batallón La Popa del Ejército. Existe un grupo encargado de elaborar las etiquetas de los uniformes integrado por los soldados que tienen alguna discapacidad. “Eso hace parte de la integración que es lo bonito”, dice Aldana.
Una relación similar tienen con la Policía Nacional. De acuerdo con Vargas Cabrera, se trata de una articulación para trabajar por la conservación y protección de algunas especies de la región, en particular de iguanas, que cuando son decomisadas por las autoridades a comerciantes inescrupulosos son llevadas al ETCR para ser liberadas en las montañas.
También se constituyó una asociación de ganaderos con el dinero proveniente de la renta básica que recibe cada uno del gobierno nacional, equivalente al 90 por ciento de un salario mínimo ($745.304), y que cada excombatiente ha destinado para la iniciativa de su preferencia. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) les ayuda a realizar algunas mejoras en infraestructura para fortalecer ese trabajo.
“Aquí, actualmente lo podemos decir, las mismas entidades hablan a boca llena de que hay tantos proyectos para la reincorporación, pero honestamente en este ETCR no tenemos ningún proyecto por parte del Estado”, se queja Aldana.
No niega en cambio que ha contado con el aporte de recursos por parte de organizaciones como Naciones Unidas que les permite, por ejemplo, tener dos hectáreas de plátanos sembrados y que ayudaron a impulsar con el aporte de 18 mil dólares que fueron destinados para un sistema de riego.
A través de la FAO y del Programa Mundial de Alimentos (PMA) han desarrollado la iniciativa de gallinas ponedoras y pollos de engorde con 38 millones de pesos. Caritas Italianas, por medio de la Pastoral Social, les donó equipos para panadería de 16 millones de pesos.
“Hemos tenido ayuda por parte de los recursos de afuera, pero por parte del gobierno solo había dos proyectos de 10 millones de pesos cada uno para ver a qué los destinábamos”, expresa Aldana y explica que la decisión que tomaron fue la de disponer estos recursos para el proyecto de vivienda, Ciudadelas de Paz, que comprende 150 casas en el ETCR.
Con el dinero decidieron comprar máquinas para construir ellos mismos las unidades residenciales poniendo en práctica la preparación técnica que recibieron del Sena. Sumado a esto, la organización Paso Colombia y la FAO les entregaron 60 millones de pesos para ejecutar un proyecto de hortalizas, pero se enfrentan al desafío del agua, servicio con el que no cuentan, y que subsanan con el suministro de un carro tanque.
“Ha sido una lucha, hay una campaña para recoger fondos porque se necesita mucho porque el espacio ha crecido y entonces la misma agua que era para 162, que llegamos en principio, ahora es para más de 300”, cuenta Aldana.
Y el camino de los PDET…
Como en las demás veredas y corregimientos de los municipios priorizados de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), se llevó a cabo el proceso de socialización y formulación de las iniciativas que hacen parte de la región Sierra Nevada de Santa Marta – Serranía del Perijá – Zona Bananera, tarea que integró a los miembros del ETCR. “Es que somos una comunidad común y corriente, somos como cualquier otra comunidad más de Manaure”, recalca la líder de la Mesa de Género.
Para tal fin contaron con una integrante dentro del grupo motor (encargado de la representación de las comunidades) y han mantenido el optimismo reconociendo la importancia de estos planes dentro del desarrollo y proyección del municipio de Manaure, en el cual la presencia de este ETCR fue determinante para que se incluyera como municipio PDET.
“La Alcaldía de Manaure ha sido muy buena en apoyo con lo que tiene que ver con la reincorporación, con este proceso que se ha venido desarrollando aquí en el municipio de Manaure estamos muy agradecidos con todas las entidades porque no hay ninguna diferencia, siempre se ha seguido el proceso del cambio social”, reconoce Aldana.
En cuanto a las iniciativas que ellos priorizaron primó lo relacionado con la necesidad de tierras y carreteras debido a que las vías han sido un gran obstáculo para el desarrollo de la región.
“En esta vereda hay la necesidad de tierra, es que las necesidades de las comunidades no solo en Manaure sino en todo el país son las mismas necesidades, donde de pronto unas priman más que otras pero son las mismas. Hay necesidad de vías, de educación, de tierras y de herramientas para trabajar”, sostiene Vargas Cabrera.
Para ella, como también sucede con la mayoría de personas que han hecho parte de este proceso, los PDET son una puerta de entrada para el desarrollo de las regiones y espera que se hagan realidad de la mano de las administraciones municipales, “teniendo en cuenta que hacen parte del Acuerdo de Paz, que a su vez está incluido en la constitución por el acto legislativo que se vinculó allí. Es como algo constitucional que obliga a las autoridades municipales a desarrollar sí o sí los PDET”.
Los excombatientes saben muy bien que la firma del Acuerdo de Paz no es garantía de alcanzar la tan anhelada paz para este país, mientras que solucionar necesidades de carácter social como educación, vivienda, salud y vías, entre otras, ayudará a disminuir la brecha existente, que se acentúa en las zonas rurales, y mejoraría las condiciones de las comunidades para disminuir la pobreza y transformar el país.
En este ETCR, como en la mayoría de los 170 municipios priorizados para ejecutar los PDET, siguen a la espera de que llegue la implementación de esta estrategia creada para desarrollar el primer punto del Acuerdo de Paz, la Reforma Agraria Integral.
“Aún está en veremos porque no se ha dado un desarrollo, es un proceso que va muy lento”, comenta Aldana, pero reitera que, pese a ello, están comprometidos con la paz: “Vinimos convencidos y creemos en este proceso de paz, si no fuera así seguiríamos en el monte”.
Cabe destacar que en algunas veredas del municipio de Manaure sí se han llevado a cabo algunas obras en el marco de los PDET, conocidas obras de Pequeñas Infraestructura Comunitaria (PIC) y lideradas por la Agencia de Renovación del Territorio (ART).
“Seguirán en su proceso, como se han venido trabajando a través del apoyo de las juntas de Acción Comunal, eso es en paralelo a lo que se está manejando con el tema de estructuración, pero estas obras PDET continuarán dentro de todas las regiones”, explica Miguel Mera, encargado de la coordinación de estructuración de proyectos de la ART, quien anuncia que ya se quiere dar inicio a la fase tres, en este caso, obras PDET que se realizarán a mediados de este año en los municipios priorizados.
Por: Daniela Rincones Julio/ EL PILÓN
daniela.rincones@elpilon.com.co