La industria extractiva está en este momento en un nuevo ciclo de precios altos, pero en el mediano y largo plazo el futuro para el carbón y el petróleo no es alentador. Dos decisiones tienen en ascuas a la industria minero-energética: recientemente, en el marco de la COP23 un grupo de 20 países, encabezados, además de Canadá, por Holanda, Portugal, Italia, Francia, Reino Unido y Chile, que combinados representan el 35 % del mercado de los carbones colombianos en 2016, anunciaron que dejarán de usar carbón para foguear sus térmicas generadoras de energía en la próxima década. Ellos conformaron la Alianza para el abandono del carbón.
Y, como si lo anterior fuera, poco la multinacional anglo-australiana BHP Billiton, la empresa minera más gigante del planeta, accionista de El Cerrejón, que había manifestado su apoyo al Acuerdo de París (COP21), a través de un documento de 22 páginas, anunció su retiro de la Asociación Mundial de Carbón (WCA, por sus siglas en inglés) por su desacuerdo con su política frente al Cambio climático, al tiempo que propende por migrar hacia las energías renovables y limpias. Y ya en la COP21, con su estrategia de la descarbonización, como dice el director de Greenpeace Internacional Kumi Naidoo, “pone a la industria de los combustibles fósiles en el lado negativo de la historia” y a las compañías petroleras “en el lado equivocado de la historia”.
Y, para rematar, el Banco Mundial acaba de tomar una decisión de una gran trascendencia, la cual tendrá serias implicaciones, dándole la espalda y retirándole todo apoyo a las energías de origen fósil. Dejará de financiar los proyectos de exploración y extracción de petróleo y gas a partir del 2020 (¡!). Su Presidente Jim Yong Kim, hizo este anuncio con ocasión de la Cumbre de 127 estados que convocó el Presidente de Francia Emmanuel Macron en Paris con posterioridad a la COP23.
Se comprometió, además, a cumplir el objetivo que se impuso el Banco de que un 28 % de sus créditos a 2020 vayan dirigidos a acciones que estén alineadas con los objetivos que se establecieron en el Acuerdo de París que tiene por objetivo frenar el Cambio climático.
En este contexto se explica la afirmación de Simón Henry, Director financiero de la petrolera Royal Dutch Shell, refiriéndose a los hidrocarburos en el sentido que “la demanda alcanzará su nivel máximo antes que los suministros…Y ese pico comenzará entre 5 y 15 años a partir de hoy y será impulsado por eficiencia y sustitución”. De hecho, de acuerdo con un estudio reciente del FMI, el consumo de petróleo crecerá en los próximos años a un ritmo del 50 % del ritmo de crecimiento del PIB global y estima que hacia el año 2040 el precio del petróleo se estabilizará alrededor de los US $ 15 el barril (¡!).
A este propósito, algo inimaginable acaba de ocurrir, los Rockefeller que históricamente han estado vinculados a la industria del petróleo, como se dice coloquialmente, partieron cobijas con la multinacional ExxonMobil, de la que son socios, por la reticencia de esta a secundar a aquellas empresas que están migrando hacia las energías limpias.
Así las cosas, es una realidad incontrastable que el carbón y el petróleo están en su último cuarto de hora y de ello debemos estar advertidos. La Transición energética y la migración hacia las energías alternativas, sobre todos aquellas que son renovables y limpias, es ineluctable y hay que atenerse a ella. Estamos muy cerca de que se cumpla la premonición del ex ministro de petróleos y recursos minerales de Arabia saudita y ex secretario general de la OPEP Ahmed Zaki Yamani, cuando dijo que “la edad de piedra no terminó por la falta de piedras y la era del petróleo terminará mucho antes de que el mundo se quede sin petróleo”. Para esta transición nos tenemos que preparar.