Las noticias no pueden ser más nefastas. Estamos ante una emergencia ambiental que afecta la vida de todos, no es un problema exclusivo de los ganaderos y los agricultores que ven como se mueren sus vacas o se pierden sus cultivos por falta del vital líquido. El fenómeno del Niño apenas comienza y se extenderá hasta marzo del 2015, por lo que se requiere de una conciencia colectiva orientada a la racionalización del agua que aún tenemos.
Las temperaturas sobrepasan los grados acostumbrados en esta zona tropical, los ríos tienen cauces disminuidos y en el peor de los casos no tienen ni gota de agua, las imágenes que publicamos los medios de comunicación son dicientes y suficientes para que la sociedad cambie su actitud en estos momentos. Se acabó la época del derroche, de la indiferencia ante nuestros recursos naturales y de la ineficiencia de las instituciones que deben velar por la conservación de estos.
Esto es serio. Desde ya los rectores de colegios públicos y privados deben comenzar un plan de concientización con sus estudiantes en el uso del agua y a su vez replantear horarios para evitar problemas de salud entre su comunidad. En los conjuntos residenciales deben ponerse de acuerdo, así como en el resto de viviendas de la ciudad, para no derrochar tanta agua. El acostumbrado lavado de vehículos en la vía pública, de terrazas y patios, debe ser controlado y sancionado si hay abuso.
Las familias vallenatas y de los otros municipios del César, donde cuentan con el servicio de acueducto frecuente, deben revisar aspectos tan sencillos como el bañarse, afeitarse o utilizar el sanitario. La naturaleza está mandando señales, alertas claras que sí no se tienen en cuenta, lamentaremos más adelante cuando ya tengamos la soga en el cuello, como le pasa hoy a muchos ganaderos y agricultores que sufren los efectos de este fenómeno natural.
Las autoridades, los gremios, las universidades, la iglesia, las instituciones educativas y, por supuesto, los medios de comunicación, debemos liderar campañas encaminadas a generar conciencia, a enseñar qué hacer en una emergencia como esta, porque es una realidad que nos afecta a todos y que requiere del concurso de cada ciudadano para adecuaremos a las nuevas circunstancias.
En el Cesar hay suficientes riquezas hídricas, pero su indebido cuidado las han disminuido, como el caso de los afluentes que nacen en la Sierra Nevada de Santa Marta, como es el caso del río Guatapurí. Ya esta Casa Editorial lo informó ampliamente con el especial sobre este tema y puso en contexto a la comunidad sobre lo que viene, y también alertó de la necesidad urgente de tomar medidas para enfrentar a este Niño que tiene en aprietos a todo un país, con especial énfasis en esta zona Caribe. No hay que pensarlo más, hay que meternos en el cuento y asumir el rol que nos corresponde para cuidar lo que aún queda. No hay que olvidar que el agua es fuente de vida.