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¿En qué va la recuperación de los centros de manzana?

El lote dentro del centro de manzana donde se construyó la vivienda está en venta.

Para junio del año 2000, la entonces ministra de Cultura, Consuelo Araújo Noguera declaró la zona fundacional de Valledupar como Bien de Interés Cultural de carácter nacional mediante la Resolución número 0795. Dentro del reconocimiento entraba el sector fundacional comprendido por las 8 manzanas que rodean la plaza Alfonso López.

Por un lado, según un estudio de la Oficina Asesora de Planeación Municipal, las edificaciones coloniales del sector están abandonadas y en situación de riesgo, con tejas de barro y las vigas de sostenimiento a punto de caerse. Los inmuebles construidos hace más de 400 años están en estado crítico.

La situación de los centros de manzana, uno de los argumentos para la declaración como Bien Cultural, no varía mucho. Para la época de la colonia fueron entregados a las administraciones locales en forma de ejidos, que son terrenos de propiedad pública. En principio, bajo la orden de la corona española los arquitectos crearon los centros de manzana como estadero de las mulas de carga en las que los campesinos distribuían las siembras entre los compradores. Además, estos centros acondicionaban los inmuebles ante las altas temperaturas del valle donde construyeron los españoles. Las casas constaban de dos entradas: la principal que conducía a la calle y la trasera que llevaba al callejón. Por la entrada principal ingresaban los invitados especiales, por la trasera los trabajadores.

Por eso, los centros de manzana representan la visión de ciudad de los arquitectos coloniales. “Esos espacios corresponden a lo que fue el urbanismo colonial con las particularidades de Valledupar”, aseguró el arquitecto urbanístico, Carlos García Aragón.

Promesas de papel

Durante la administración de Rodolfo Campo, primer alcalde por elección popular en la capital del Cesar (1992-1994), se diseñó el Plan Centro. Con esto, se empezó la intervención del centro histórico. Dentro de los proyectos, estructurados por el arquitecto Carlos García, estaba el de iluminar y acondicionar como espacio de recreación los centros de manzana. La promesa quedó en el papel.

“Se trabajó muy poco. Los alcaldes siguientes no se interesaron. Ahora están con otros intereses”, contó el arquitecto. La falta de intervención estatal permitió la reducción continua de los centros de manzana hasta la desaparición de su esencia.

De los tres centros de manzana que se guardan registro, el que estaba ubicado entre la calle dieciséis y la carrera sexta, diagonal a la Casa de la Cultura, ya desapareció.

Gradualmente, los residentes fueron ocupando metros que pertenecían al espacio público hasta convertirlo en un callejón.

Los otros dos centros de manzana conservan la forma de ‘U’ original pero han sufrido algunas alteraciones. El que tiene salida por la carrera cuarta, entre las calles 15 y la 14, detrás del patio colonial de la Cámara de Comercio, y el de ‘Concha Moreno’, en la carrera 8, entre calles 14 y 15. En ambos entradas y salidas han desaparecido.

Limbo judicial

Para los primeros años de la década de los 70 la urbanización acelerada en Valledupar tocó los espacios públicos. Ante el afán de construir algunos se atrevieron a comprar espacios públicos avalados por las fragilidades y vacíos de las leyes de espacio público. Es el caso de Darío Valencia quien compró por primera vez parte del centro de manzana ‘Concha Moreno’. Con él, otras dos personas adquirieron partes del terreno. “Aunque la actuación goza de toda legalidad, ya no es posible hacer eso por las restricciones y cambios que se hicieron en la Constitución de 1991”, aseguró el jefe de la Oficina de Planeación, Jorge Maestre.

Los inmediatos al centro de manzana han peleado por años para evitar que se construya. La disputa entre residentes y los propietarios llegó a los estrados judiciales. Por lo tanto, los problemas legales incentivaron que desde su primera compra el terreno haya cambiado de propietarios cerca de seis veces. Las últimas propietarias son Saida Romero, Maria Luisa y Astrid Johana Romero. De las tres, solo una construyó en el terreno.

En 2014 Astrid Johana adquirió el predio, además de la licencia para construir. Con los meses debió sacar una segunda licencia porque la primera fue revocada por fallos en el debido proceso. Con la segunda licencia y los papeles legales que la acreditaban como propietaria del terreno empezó a edificar una vivienda. Los residentes del sector se opusieron a la construcción porque obstruía los portones de salida que conectaban con el centro de manzana. Como la construcción de la vivienda quedó a medias, la maleza y la hierba se tomaron la edificación. Hoy, en la pared delantera aparece un letrero de venta.

La Fundación Aviva (Amigos del Viejo Valledupar) ha investigado el origen de la privatización de las callejuelas y sus problemas jurídicos. Pedro Durán Pérez, coordinador de proyectos de la fundación, explica que en sus inicios los centros de manzana además de la forma de ‘U’, tenían varias entradas y salidas. “Antes el callejón conocido como ‘Concha Moreno’ tenía 3 entradas. Lo que pasa es que los vecinos fueron ampliando sus patios hasta tapar la que limitaba con la carrera séptima”, aseguró el investigador.

Según Pedro Durán en el Centro de historia municipal reside la compraventa legal de una parte del centro de manzana ‘Concha Moreno’, pero en ella hay un anexo que asegura que si el comprador no construía antes de cumplirse el primer año los predios volverían a propiedad del municipio sin derecho a reclamaciones. “Los propietarios compraron de buena fe, pero quizás desconocían que como los primeros dueños no construyeron esos predios regresaron al espacio público”, añadió Pedro Durán.

¿Es posible recuperar los centros de manzana?

Aprobado en el Decreto 3722 de 2014, uno de los objetivos específicos del PEMP de Valledupar (Plan Especial de Manejo y Protección), el cual tiene su razón de ser en dotar al sector fundacional de Valledupar de competitividad y rescatar sus condiciones de habitabilidad, consiste en la recuperación de los centros de manzana como espacio de encuentro comunal. Pero, ¿en qué va el proceso? Además de la privatización de algunos, los centros de manzana se convirtieron en parqueaderos de carros de los vecinos, que por las noches son tomados por la oscuridad. “Hay normas pero a quien le corresponde recuperarlos no lo hacen”, sentenció el arquitecto Carlos García.

Para la reunión programada para la tercera semana de septiembre, la Junta Local de Patrimonio de Valledupar planea discutir las acciones necesarias para recuperar los centros de manzana. “No todas las ocupaciones de esos territorios violan las normas, pero sí hay algunas que desobedecen los lineamientos”, aseguró el jefe de Planeación. El funcionario agregó que el interés es “regresarlos a su naturaleza como centros de recreación”.

Con la entrada en vigencia de la Ley 1801 de 2016, Código de Policía, la facultad de hacer la recuperación de los espacios públicos recayó sobre los inspectores urbanos, quienes gozan de autonomía y el apoyo técnico de la Oficina de Planeación.

La desaparición y el desconocimiento del valor cultural contribuyeron a que los cercanos descuidaran los centros de manzana. “Ya nadie los limpia, nadie los cuida, se ha perdido el valor por ellos”, aseguró Dickson Quiróz, vecino del centro de manzana de la octava.

“La mayor pérdida no es económica, es de la memoria, por eso no le importa a muchos”, aseguró el arquitecto García. Recuperar la originalidad de los centros de manzana es un reto tanto de los privados como de la comunidad. “Este es un llamado también a la comunidad y al sector privado para que colaboren en la recuperación del espacio público”, concluyó el jefe de Planeación.

El caso de los callejones

Dentro del PEMP también se tiene previsto la intervención de los callejones. En el centro histórico está el Callejón de la Estrella, de la Purrututú, de Mahoma y de Luis Carlos Castilla.

La ocupación de estos callejones permitió que con la entrada en vigencia de la Ley 388 de 1997 se empezara a recaudar la “Plusvalía urbana” que tiene que ver con el mayor valor que adquiere el suelo urbano debido a factores como la accesibilidad, disponibilidad y aglomeración. Según el jefe de la Oficina Asesora de Planeación, Jorge Maestre, el cuarto punto de preferencia para la utilización de estos recursos es la intervención del centro histórico.

El Callejón de la Estrella es un ejemplo en la intervención del espacio público. La empresa Gases del Caribe lo apadrinó mejorando las condiciones del Bien Cultural.

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