Tantas películas al tiempo deben tener alguna cosa de suerte, incluso de diversión, o tal vez de resignación. El séptimo arte sigue vivo, activo, en las pequeñas pantallas y con restricciones en las grandes por ahora. Valledupar, que ha sido Sorpresa Caribe, Ciudad Educadora, Ciudad verde, Ciudad Pájaros, Ciudad Naranja y apenas hace dos meses Ciudad Bosque, no tiene escapatoria para ser ciudad Cine, o Ciudad Teatro, en pocos días.
Tenemos historias, actores, lugares, técnicos, el miedo, la risa, el temor, la sorpresa, la angustia, los finales trágicos y los finales felices, los demás, es simple cuestión de marketing.
El jueves anterior, otro lamentable accidente vehicular se llevó uno de los más completos compositores del vallenato: Romualdo Brito, el pueblo cancionero amaneció con lamentable noticia, de inmediato regresaron al pasado reciente, con otras figuras del folclor, con la misma tragedia, Hernando Marín, Kaleht Morales, Martin Elías, para no alargar la dolorosa lista.
Lamentos, llantos, recuerdos, tristezas no completaron las 48 horas, cuando el artista del momento, Silvestre Dangond realizó un concierto -conciertazo dicen en la calle- donde, según los registros de redes, nunca se había visto por estas tierras. Ni nunca volverá a verse, dicen los magos de siempre. Fue único, fenomenal, fantástico, apoteósico, sin palabras y cuantos adjetivos traen los diccionarios. Antes de Silvestre sólo hubo intentos, Dangond se adelantó tres siglos al futuro dijo una vieja urumitera pendiente de comprar boletas y vender cervezas a la entrada del recinto. ¿Cuál recinto?
Mientras el otro país lamentaba los estragos naturales de San Andrés y Providencia, el tercer país apostaba que la revista dirigida por Vicky Dávila, no era más que un medio para defender intereses de un partido y del actual gobierno. Ya habían renunciado del mismo medio, reconocidos columnistas, por diversos motivos; a la Dávila le dejaron la silla sola para gobernar con su combo, como cualquier alcalde; que a propósito, están pidiendo renuncias protocolarias para medir aceites. Mejor para pagar los compromisos iniciales e iniciar con el combo de absoluta confianza, para hacer actos de suma confianza sin generar ninguna desconfianza.
Estaba listo para comentar en este chorro, una selección de la revista española Cinemanía, donde publicó listado de las mejores 300 películas de la historia, desde “Lo que el viento se llevó”, de 1939 de Víctor Fleming, George Cukor y Sam Wood, hasta “Con faldas y a lo loco”, de Billy Wilder en 1959. Y la lista es larga, como La lista de Schindler que no podía faltar.
Pero nada se pudo. Aquí el cine, el drama, el suspenso, la acción, la risa y el miedo, están en un solo lugar: La Universidad Popular del Cesar. Películas como “Todo sobre mi madre”, de Almodóvar, “Teniente Corrupto” de Abel Ferrara, “Perversidad”, de Fritz Lanng, “Cosa de hembras” de Jhon Waters, “Ladrón de bicicletas” de Vicctorio de Sica, “Sucedió una noche” de Frank Capra, “Los inútiles” de Federico Fellini, “El Golpe”, de George Ray Hill o “El imperio contrataca” de Irven Kershner, han podido filmarse ahí, con los mismos escenarios y diferentes actores. Hoy martes cuando escribo este chorro, hay dos rectores, el jueves al publicarla pueden ser cuatro o diez. ¡Qué cosa!