Hace pocos días el destino común de los mortales privó a la connotada provincia de Valledupar de un varón epónima, de la noble e inteligente estirpe de la población de Atánquez, cuyo generoso seno ha amamantado a prominentes ancestros de las familias Carrillo y García, y a sus vástagos, quienes a ella han dado reconocido lustre; y que ahora sufre tan lamentable pérdida humana, por la partida de Rubén.
Siendo yo joven recuerdo a sus padres, Dario Carrillo Oñate y Evangélina García Diaz , amigos de mi familia; el era un empleado inspector de la entidad originaria del crédito financiero en nuestra comarca, la Caja de Crédito Agrario Industrial y Minero, de cuya junta directiva mi padre era miembro. Los inspectores eran veedores que constataban la inversión de los créditos solicitados por los prestatarios. Tales funcionarios gozaban de reputada honradez inmaculada. Terminándose la primera juventud, fui abogado de esa institución, y pude informarme que, juntamente con Darío Carrillo, lo era su amigo urumitero, Carlos Aponte López, y que ya lo habían sido, Miguel Enrique Villazon Baquero, Tirso Maya Bruges, y antes que ellos quién después fuera un político célebre, Pedro Castro Monsalvo. Habían ejercicio su oficio, entre otras fincas, en las cafetaleras de Urumita. De aquella Caja Agraria fue gerente nacional, Álvaro Araújo Noguera.
Dario y Evangelina fueron padres de familia que se dedicaron con esmero al cuidado de sus hijos, Ruben, Victor Hugo, Jorge Enrique (Caco), Delsa, Geisha Isabel, Sofia — Rubén tuvo dos hijos, Maria Daniela y Alejandro–y como tenían en abundancia la materia prima de su común inteligencia, apostaron, primeramente, por la ilustración de esta hasta
formarlos ciudadanos y profesionales admirados por la comunidad. No hay corazón valduparense alguno que al tratar a Rubén no se hubiese sentido atraído por su bondad serena o por su inteligencia cultivada como arquitecto o como servidor público.
Como abogado del Banco Davivienda, tuve la fortuna de haber trabajo con Rubén, quién como perito avaluador brillaba caballerosamente con notorias aptitudes profesionales. A propósito, con agrado y por honrado, transcribo aquí las expresiones pesarosas de la doctora Lucíla Mejía Naranjo, exgerente de Davivienda en Valledupar, quien nos transmitió al conocer la noticia de la muerte del colega de trabajo y que por sí solas son fidelísimo retrato de la personalidad sobresaliente de él: “Con tristeza despedimos a Ruben Dario, ser humano y profesional excepcional que recordaremos con cariño, admiración y gratitud, por sus grandes cualidades y aportes al crecimiento de la casita roja y desarrollo de nuestra región. Ejemplo de honestidad, amabilidad, responsabilidad, serenidad y capacidad de servicio! Todo un caballero! En nuestras oraciones su eterno descanso. Qué orgullo contar con su amistad y apoyo durante tantos años!! Un fuerte abrazo solidario para su familia y equipo Davivienda!! Nos deja inolvidables recuerdos y un gran legado!! ” Frente al tutelar Cerro Murillo de Valledupar.rodrigolopezbarros@hotmail.com