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En memoria de Rodrigo Dangond Lacouture

Hace pocos días murió, no para el olvido, mi contemporáneo,  paisano y entrañable amigo, y gran personaje regional y nacional, Rodrigo Dangond Lacouture. Esta columna es apenas un suspiro de su mucha significación. 

Amasamos nuestra amistad desde los años de la infancia en el colegio Santo Tomás de Villanueva, rectorado por el célebre pedagogo Rafael Antonio Amaya, su tío. 

Nuestros padres, Silvestre Dangond Daza y Hospicio López Baquero, fueron ininterrumpidamente amigos solidarios y emprendedores sobresalientes en nuestra región, podemos decir sin ambages, en el arte de la ganadería vacuna de selección  y de la agricultura tecnificada, en su época de mediados del siglo XX y años después. 

Rodrigo siguió esa zaga con éxitos, y también fue reconocido ejercitante de la profesión de odontólogo en la ciudad de Barranquilla. 

Pero lo que lo vino a caracterizar ante sus compatriotas fue la actividad política, honesta. Como gobernador de La Guajira acometió y realizó obras públicas de trascendencia para el departamento, particularmente en el área de la educación y formación de la juventud, lo que consideraba un elemento insustituible para superar los niveles bajos de vida. 

Hay una obra social educativa y formativa con sede en Villanueva que es producto de la generosidad de su familia, a la que él le consagró su espíritu altruista: Fundación Silvestre Francisco Dangond Daza, en honor a su padre, acomodada en la casa solariega que perteneciera a  su familia -de mi grato recuerdo de acudido de esa familia durante mis estudios de primaria en el nombrado colegio-. Esta fundación imparte enseñanza hasta la secundaria aproximadamente a 1.300 personas. Rodrigo fue el ‘rodrigón’ firme de esa institución benefactora de la juventud estudiosa de La Guajira y norte del Cesar.

Igualmente atendía con esmero a otra obra social deseada por su padre: Fundación Amparo de Niñas, que tiene por finalidad educar y formar anualmente a 40 niñas entre las más pobres de Villanueva. 

Mi admirado ciudadano se destacó, además, como un relevante y excepcional senador de la república. Son célebres sus debates  elocuentes, afortunadamente transcritos en el libro de su autoría: ‘Mis debates con sed de justicia’.

La obra de dimensiones colosales para la región y la nación  es la construcción de la represa del río Ranchería, la que finalmente construyó el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Ella se debe al interés y al trabajo político de Rodrigo, quien  desempolvó el proyecto de la represa, y más adelante puso a andar la iniciativa con el gobierno italiano con el que el nuestro firmó un protocolo de cooperación.  

Este  había sido desestimado por los gobiernos anteriores al de Uribe y miserablemente abandonado por el de  Santos, y aún por el de Duque.  ¡Qué horror! Y qué detrimento patrimonial, por el cual deberían ser procesados dichos presidentes indolentes. 

Rodrigo fue también un benefactor de otras obras caritativas, dentro de nuestro país y en los Estados Unidos. Paz en su tumba y serenidad en los corazones de su familia. 

Desde los montes de Pueblo Bello.

rodrigolopezbarros@hotmail.com

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