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En Manaure, los recursos para la educación se reciben a cuenta gotas

Los niños cuentan ahora con un espacio en mejores condiciones para recibir sus clases, aunque siguen echando de menos servicios como el del transporte para llegar hasta el lugar.

Por: Daniela Rincones Julio

La educación es, en muchos casos, el mayor anhelo que guardan los más pequeños desde sus hogares. Para algunos, resulta ser la única opción que les permitirá en un futuro salir adelante, estudiar la carrera de sus sueños, alcanzar las metas que se han trazado y, sobre todo, apoyar a sus familias para que no sigan viviendo en medio de la precariedad.

Pero antes del brillo en los ojos de un menor que quiere cada día llegar a su escuela a sumergirse en el mundo del conocimiento, está el anhelo de una madre o de una docente, quienes hacen grandes esfuerzos para que los más pequeños tengan la posibilidad de llegar a sus lugares de estudio y contar con las condiciones ideales para realizar sus tareas.

Aunque la historia se pueda adaptar a innumerables lugares a lo largo y ancho de la variada geografía colombiana, hoy esta historia se relata desde la zona rural de Manaure, en el Cesar. Se trata de la vereda Nicaragua, donde hace poco fue entregada la adecuación de la sede educativa que lleva el mismo nombre de la zona en la que se encuentra ubicada y que está integrada a la Institución Educativa San Antonio.

Hasta allí llegan diariamente 26 niños, luego de enfrentar diferentes dificultades, relacionadas más que todo con el transporte, para estudiar en un aula ahora renovada y recibir las clases que imparte la docente Yasmine López desde primero hasta quinto grado.

La reforma a la escuela, de la que todos se ufanan ahora, se realizó como parte de las obras incluidas en la estrategia de Pequeñas Infraestructuras Comunitarias (PIC) que realiza la Agencia de Renovación del Territorio (ART) con el fin de “atender las principales necesidades de las comunidades rurales en el corto tiempo, mejorar su calidad de vida y fortalecer organizaciones comunitarias”.

Según la profesora López, vistas las necesidades que tenía el centro educativo, se priorizó este proyecto que se encontraba en malas condiciones desde que fue fundado en 1996.

Llegar, difícil

Pero quienes estudian allí lo hacen con grandes sacrificios, pues trasladarse a la escuela no es tan sencillo. Del esfuerzo es también consciente la docente, quien aporta su grano de arena para que los estudiantes puedan llegar hasta la escuela. En su carro, un campero Suzuki 410, transporta diariamente a 17 pequeños de los 26 que estudian en la institución, quienes llegan puntuales a clases. 

“Los recojo y los llevo a Las Marías, al 28 de septiembre y al 21 de enero, a los barrios, los reparto en el carrito. El resto de los niños van en moto; y una madre de familia de El Plan aprendió a manejar porque no tenía quien le trajera al niño y ahora trae a tres, dos sobrinos de ella y su hijo”, cuenta la maestra.

 Así como ella, los padres también hacen grandes esfuerzos para dejar a sus hijos en la escuela y pasar a mediodía a recogerlos. Aunque esto a veces se les dificulta más porque coincide con sus horarios laborales, los cuales están dedicados, en su gran mayoría, a los oficios del campo. 

“Ahorita lo que estamos pidiendo es el transporte de los niños”, relata Jerlan Antonio Yaguna Ramírez, habitante y presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda Nicaragua, y describe el sacrificio que debe hacer para que sus hijos asistan con puntualidad a la escuela.

“Por ejemplo, a mí me toca con los dos niños míos y los vecinos, desde allá de la vereda en lo alto llevamos los niños a la escuela de Manaure, entonces nos toca que llevarlos y ya a la una de la tarde los tenemos que ir a buscar y a veces nos queda difícil por el trabajo, a veces no nos dan el permiso entonces los niños también pasan trabajo porque necesitan almorzar, hacer las cosas”, relata el líder comunal. 

Yaguna Ramírez cuenta con una motocicleta para su movilización y el transporte de sus pequeños se hace posible por estos días porque ha estado sin trabajo, pero tiene claro que una vez empiece a laborar, a los niños les va a tocar caminar un trayecto que representa, en promedio, una hora con diez minutos. 

Esto es precisamente lo que anhelan en Manaure, que en algún momento se puedan evitar esas largas caminatas de ida y vuelta dado que consideran que en ese trayecto se presentan algunos riesgos.  

No obstante esa necesidad, el líder comunal reconoce que la firma del Acuerdo de Paz logrado con la extinta guerrilla de las Farc ha permitido que lleguen obras como la adecuación de la escuela y se perciba una transformación considerable con relación a lo que tuvieron que vivir frente a la presencia de grupos armados ilegales de paramilitares y guerrillas cuando llegaron a esta zona hace 14 años. 

Obras priorizadas como la construcción de un aula, una batería sanitaria y un parque infantil, que se hicieron en la sede de Institución Educativa San Antonio en vereda Nicaragua, hacen parte de los proyectos contemplados bajo el alcance de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) en los que Manaure ha sido priorizado junto con 169 municipios más en todo el país y es una de las ocho poblaciones que aporta el departamento del Cesar en la subregión de Sierra Nevada de Santa Marta – Serranía del Perijá y Zona Bananera.

En el caso de Manaure también tuvo una incidencia notable el hecho de que dentro de sus límites se encuentre el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR), llamado Tierra Grata, donde habitan cerca de 161 excombatientes de las Farc, 114 hombres y 47 mujeres, que pertenecieron a los frentes 19 y 41 y hoy están en su proceso de reincorporación a la vida legal. Este espacio, se creía en principio que por cuestiones limítrofes pertenecía al municipio de La Paz.

“Toda la programación y las cosas que se hicieron primero fueron para La Paz, por eso ahora más adelante vamos a hacer cuatro obras en La Paz, pero cuando este alcalde (de Manaure) cayó en cuenta de que era Manaure, entonces logró la inclusión para que quedara Manaure”, explica Elvia Mejía, gerente de este PDET y quien ha liderado el trabajo que cumple la ART. 

Por ello los PDET son vistos como una oportunidad para trabajar activamente en la consecución de una mejor calidad de vida para todos los pobladores. De hecho, la adecuación de la escuela de la vereda Nicaragua fue ejecutada por una Junta de Acción Comunal (JAC) en comunión con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD y en las otras obras realizadas hasta ahora también han estado vinculadas las JAC.

Se trató de la JAC de la vereda Hondo del Río. Su presidente, Juan José Añez, explica que los de la vereda Nicaragua no se postularon para la ejecución de esa obra. “En el caso de nosotros, nos dieron la oportunidad de mostrarse que sí éramos capaz de darle un buen manejo a los dineros del gobierno, que es de lo que se trata”.

Añez reconoce que en el municipio de Manaure han habido muchos beneficios; ya que hasta ahora no sólo se ha trabajado en la adecuación de la escuela de la vereda Nicaragua sino que también se hicieron unas baterías sanitarias en El Venao así como en la vereda Canadá y en la vereda San Antonio. Mientras en la vereda El Cinco se van a construir un aula, baterías sanitarias y un comedor.

“Prácticamente toda la zona rural del municipio, las veredas, los colegios veredales se han beneficiado con estas obras”, agrega Añez. 

Llegan recursos

Lo dispuesto en el Acuerdo de Paz para atender a las comunidades más golpeadas por el conflicto armado han significado recursos para el municipio de Manaure.

Muestra de ello es la inversión en el mejoramiento de la escuela de la vereda Nicaragua, en el que se invirtieron 116 millones de pesos. Entre tanto, para El Venao se destinaron 20 millones de pesos, presupuesto igual para las obras de las veredas San Antonio y Canadá. Mientras que en El Cinco, donde aún se encuentran en ejecución, el presupuesto es de 43 millones de pesos aproximadamente. 

En total, estos son cinco de los 10 proyectos contemplados dentro de las PIC para Manaure para los cuales la ART destinó 1.392 millones de pesos. Los cinco que restan, que se encuentran ya sea por empezar la ejecución o en proceso de estructuración, también serán cobijados con esos recursos.

“En la vereda Hondo del Río estamos pendientes de ejecutar unos puentes colgantes, pero queremos mejoramiento de vías porque tenemos un tramo, que son más o menos dos kilómetros de placa huella de donde termina la carretera hasta un punto que le dicen el restaurante o San Martín. Estamos esperando que nos colaboren con esos dos kilómetros de placa huella”, sostiene Añez, quien reitera su deseo de que se sigan implementando las obras y que los acompañen con las necesidades pues son bastantes las que tienen, sobre todo en las zonas rurales.

Para organizar los PDET se realizaron núcleos en cada uno de los municipios priorizados, los cuales se integraron por cierto números de veredas. Para cada núcleo, explicó Sandra Luque, arquitecta de la ART, se asignaron aproximadamente 400 millones de pesos, independiente de los proyectos que fueran a seleccionar y sin saber el tipo de proyecto, duración y presupuesto. 

Tras hacer esa división, visitaban el sitio y veían qué tan factible era adelantar las intervenciones, aclarando siempre que se trataba de obras PIC, por lo cual no podían superar el valor asignado para el núcleo y el tipo de proyectos que se podrían construir eran de complejidad uno como salones comunales, aulas y canchas deportivas. 

“Aclarando eso, priorizaban esa clase de obra, por eso la mayoría son salones, puestos de salud, arreglos de canchas”, precisa Luque, quien admite que con los presupuestos asignados no se podían hacer proyectos de electrificación, conexión de aguas o puentes vehiculares, que son justamente algunos de los que aún están a la espera de ejecución. 

En este sentido, precisa la funcionaria, en pocos meses se iniciará la ejecución de proyectos de complejidad dos y costos más elevados, que requieren de un especialista en el área y estudios para poder hacerlos. 

“Los de complejidad uno los podía ejecutar la JAC y las mismas comunidades, los de complejidad dos y tres son proyectos que necesitan estudios para poderse hacer, por ejemplo, si realizábamos la visita técnica y determinábamos que no era un complejo sencillo como un cerramiento o una escuela, que el terreno estaba inestable o estaba sobre una colina, esos proyectos que necesitaban estudio de suelo, topográfico, pasaban a complejidad dos. Y complejidad tres como puentes peatonales que necesitan un diseño estructural, de luces, topográficos”, detalla la funcionaria y admite que los proyectos de este tipo aún no tienen un presupuesto específico asignado. 

Para este fin se encuentran en estructuración, de manera que se pueda determinar un valor para el desarrollo de los mismos. Por tanto, ese presupuesto de 1.392 millones puede variar, ya sea porque disminuya o aumente, motivo por el cual se hablan de valores aproximados, según aclara la arquitecta. 

En estas nuevas obras, de mayor complejidad, también podrán participar las Juntas de Acción Comunal teniendo en cuenta la labor que hayan cumplido anteriormente y contando con el acompañamiento de otro ente que les apoye en la medida que tengan profesionales que avalen el trabajo.

“Ahora estamos esperando las nuevas estructuraciones que están pendientes, después de eso la interventoría aprueba y es cuando la ART nos da para que ayudemos al operador en su ejecución, pero apenas estamos en ese proceso, arrancando”, enfatiza Luque. 

Además, recuerda que el dinero siempre debe quedar invertido, por lo que si en una obra sobran dineros y se puede ejecutar algo como andenes o postería, se autoriza para que se cumpla con esa labor y el recurso quede todo ejecutado. 

Ahora, son muchas las esperanzas puestas en que estas ejecuciones se lleven a buen término y que, como se tiene proyectado a nivel nacional, los PDET permitan cumplir con el Acuerdo de Paz, sacando así del estancamiento, en gran medida, a las zonas rurales. 

Optimismo 

Federico Martínez, secretario de Infraestructura del Cesar, asegura que los PDET son un respaldo y un fortalecimiento por cuanto, además de toda la parte institucional, llega un recurso importante para poder cofinanciar proyectos como la adecuación de la escuela de la vereda Nicaragua.  

“Están llegándole a los niños del sector rural y eso es lo que, finalmente, nos acerca a esta paz tan anhelada que quiere Colombia para todos nosotros”, dice Martínez, lo que lo motiva a expresar que el Cesar que se proyecta para los próximos 10 años será un departamento que no solo dependa de la minería, sino de la cultura, el turismo y que los campesinos tengan como proveer a la capital y a todos los municipios aledaños, teniendo en cuenta los beneficios que brindan la Serranía de Perijá y la Sierra Nevada de Santa Marta.  

“Contamos con todos los pisos térmicos, lo que quiere decir que podemos sembrar y cultivar cualquier producto que al final va a ser una despensa no solo para Valledupar sino también para toda la costa Atlántica y por qué no, para Colombia”, agrega Martínez, optimista. 

Ese optimismo también irradia la profesora López de la escuela de la vereda Nicaragua, quien espera que tras la adecuación del centro educativo se fortalezcan otros aspectos de infraestructura, como la instalación de una tubería que les permita contar con agua óptima para los pequeños, así como el cerramiento de la institución, la celaduría para la misma y la conexión eléctrica con la que aún no cuentan y que hacen parte de los compromisos que ha asumido el alcalde de Manaure desde la entrega de la sede y sobre los que aseguró que ya están trabajando. 

Este reportaje es el resultado del proyecto periodístico colaborativo ‘Los números del posconflicto’, que pretende abrir los datos y sumar a la construcción de una agenda de seguimiento sobre los dineros para la paz en Colombia. Iniciativa de Consejo de Redacción y VerdadAbierta.com en alianza con seis medios colombianos.

CRÉDITOS: 
FOTOGRAFÍAS: JOAQUÍN RAMÍREZ.
VIDEOS E INFOGRAFÍA: GIOVANI SIERRA QUINTERO.

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