Por la frontera de Paraguachón, en La Guajira colombiana, entraron miles de productos desde Venezuela para ser contrabandeados en el departamento y en algunos municipios del Cesar, pero el vecino país se hundió en una crisis social y económica que obligó a migrar a millones de venezolanos a otros países, principalmente a Colombia.
Entonces se redujo el contrabando y se disparó el paso de motines de migrantes en busca de alimentación y salud. Paraguachón es un corregimiento de Maicao y es el segundo punto fronterizo más importante del país.
Para abril de 2019 las autoridades migratorias señalan que en La Guajira viven 152.738 inmigrantes. No todos entraron por Paraguachón. Cuando los operativos migratorios se incrementaron, los indocumentados prefirieron pasar por trochas desérticas, como ‘La Cortica’. Reportes hablan de 180 trochas ilegales.
Es por eso que en medios nacionales el representante a la Cámara Alfredo Deluque, del Partido Social de Unidad Nacional, ha asegurado que la migración venezolana en La Guajira es mucho mayor que la que podemos ver en estadísticas, porque “la mayoría de esas personas llega de manera ilegal y no acepta ningún tipo de censo”.
EL MERCADO LABORAL
Los migrantes venezolanos mayores de edad y en capacidad de trabajar que ingresan al departamento minero ejercen presión sobre un mercado laboral angostado e informal. De las observaciones generales, se concluyó que la población vulnerable se queda en La Guajira, los profesionales o los que tienen la capacidad huyen a las capitales industriales del país.
“La población de bajos recursos, vulnerable, se queda en el departamento, es la desventaja que tiene La Guajira con otras grandes ciudades que tienen empresas donde llega personal preparado. Se han dado cuenta que hay pocas posibilidades (en la región), lo que se mueve es el comercio informal”, señaló Miguel Romo Barreto, director de la oficina regional de migración en La Guajira y Cesar.
El departamento maneja buenas cifras de empleo, pero no su capital. En el trimestre móvil de febrero a abril marcó un desempleo de 15,3 %, la séptima ciudad con más desocupados en el país y la primera receptora de migrantes en el departamento. Pero las condiciones laborales de los que se consideran como ocupados no son las mejores. El 64 % de esos trabajadores son informales, no cuentan con seguridad social u otros beneficios.
“La mayoría de trabajadores venezolanos son informales, se van al sector de comprar y vender comida, vender en la calle, en parte son albañiles y en los hoteles y restaurantes”, agregó el director de la oficina regional de migración en La Guajira y Cesar.
“Este aumento (en el desempleo) se debe al incremento poblacional derivado de la migración generada por los conflictos internos de nuestros países vecinos que han irradiado en el municipio”, concluyó hace unos años el Observatorio Mercado Laboral de la Universidad de La Guajira.
El carbón representa el 42,4 % del Producto Interno Bruto total departamental; en menor proporción aporta la sal y el gas. La economía departamental depende del oro negro y por eso es el principal generador de empleo.
Se estima que los trabajos directos generados por la actividad minera equivalen a 13.835, que representan alrededor del 3,3 % de la población ocupada en el departamento del total de empleos directos estimados, según el Informe departamental minero. El otro generador de empleo es el sector público.
En el boom de la construcción, se registró “la inclusión de nuevos mega-proyectos en la región, tales como el proyecto de construcción de vivienda de interés social con la construcción de 300 viviendas generando con ello 450 empleos; la construcción de 912 apartamentos que generaron 28 empleos directos y 150 indirectos, entre otros”, según el Observatorio Mercado Laboral de la Universidad de La Guajira. Por eso en el 2014 se registró una desaceleración histórica del desempleo.
REGRESAR A CASA SIN NADA
En Colombia, según cifras oficiales, hay 1.174.000 venezolanos. Específicamente en La Guajira permanecen 152.738 que ingresaron en los últimos cinco años. Esa cantidad es cinco veces más que la población de Fonseca.
De Venezuela también llegan colombianos. En La Guajira por cada 100 residentes colombianos se encuentran dos retornados de Venezuela. La cifra es del centro de estudio Guajira 360°. Por eso el promedio es superior al del país, donde hay un retornado por cada cien habitantes.
Muchos se marcharon a Venezuela cuando el boom petrolero activó la economía bolivariana, pero la crisis los deportó, a muchos, sin nada en los bolsillos. Por ser fronterizo, el departamento minero se ubica como el segundo con la mayor relación de retornados por residentes.
Pero no fue una llegada gradual. En el 2014 en La Guajira habitaban 2.650 retornados. Ya en el 2.018 la cifra se había multiplicado casi 10 veces hasta alcanzar a los 22.458, según Guajira 360°.
Esos 22.458 colombianos que retornaron representan una presión para el mercado laboral de La Guajira, pero según Dane la situación no ha sido tan crítica, incluso, los retornados presentan mayores tasas de ocupación y participación en el mercado laboral que los residentes colombianos.
La Guajira registra la cuarta tasa de ocupación más alta del país para los retornados, pero al igual que los residentes, la mayor parte está en la informalidad, exactamente un 89 %. El cuarto departamento donde más hay informalidad.
Y ese es el problema: el tipo de ocupación y los ingresos. Como aseguró Miguel Romo Barreto, en el departamento del norte de Colombia permanece la población vulnerable que no tiene para continuar la ruta a otros países.
En Colombia se considera que la persona vive en pobreza monetaria cuando tiene ingresos menores de $257.000. Estudios hechos en La Guajira revelan que los retornados desde Venezuela reciben en promedio $336.000 mensuales. No se consideran pobres pero están en riesgo por la inestabilidad de sus trabajos.
Con esos ingresos irregulares, corren el riesgo de sumarse al 56,2 % de la población guajira que vive en la pobreza monetaria, siendo el departamento más pobre del Caribe y el segundo con mayor pobreza monetaria del país, por detrás del Chocó.
Por: DEIVIS CARO DAZA / EL PILÓN
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