En la Cámara de Comercio de Valledupar

Recientemente, en la Cámara de Comercio de Valledupar, dirigida con dedicación por el Dr. Urón Márquez, viví una experiencia inquietante. Se me presentó nuevamente el “espanto”, esta vez en forma de una memoria tecnológica acumulada en un archivo, donde las operadoras humanas, obedientes y sin cuestionar la interoperabilidad a propósito, se someten a las exigencias del control algorítmico, factor de biopoder, según el filósofo Michel Foucault. Sistema cositero. Este último requirió un dato específico que podría haberse satisfecho con un razonamiento elemental. Sin embargo, la operadora dudó, pues la máquina es inflexible al exigir información precisa. 

Generalmente los oficinistas no tienen conciencia de ese  poder controlante, oculto, irracional, del aparato digital.  

Permítaseme narrar el episodio para ilustrar mi inquietud. Elaboré dos actas para un cliente mío en sendas sociedades comerciales, en las cuales los socios tomaron resoluciones sobre un asunto previsto en un artículo de los estatutos sociales. Las actas incluían una reforma parcial de dicho artículo, aunque no se mencionó explícitamente. La claridad del asunto debería haber llevado a la operadora a comprenderlo fácilmente, aplicando un razonamiento sencillo. Sin embargo, argumentó, amablemente, que, dado que la reforma estatutaria se refería a ese artículo, las actas debían mencionarlo de forma expresa.

Ante esto, contraargumenté que, si la reforma no se refería a otro artículo, ¿por qué no aceptar e inscribir las actas, que sólo afectaban ese artículo específico de los estatutos? Desde un punto de vista humano, me preocupa que, si no utilizamos la razón para gobernar estos aparatos técnicos, terminaremos siendo gobernados por ellos. Esto es lo que creo que está sucediendo y podría llevarnos a un dominio de los fabricantes y directores de la industria tecnológica. Así, reemplazaríamos la razón por la máquina, y el gobernante rey filósofo de Platón sería sustituido por el gobernante rey máquina de sus creadores y operadores. En este proceso, la democracia de los antiguos atenienses y de los modernos Montesquieu se vería amenazada por imitadores robóticos.

Infortunadamente, esto está ocurriendo en todas las oficinas, tanto públicas como privadas. Visite cualquiera de ellas y verá empleados que han adoptado un comportamiento robótico. Desde la segunda mitad del siglo pasado hasta ahora, y en un futuro incierto, no hay transacción que no pase por el gobierno de la era digital.

Este fenómeno se denomina deshumanización: la imposición de tecnologías sobre seres humanos que, en ocasiones, actúan de manera irracional. La globalización tecnológica ha permeado todas las actividades humanas, desde el nacimiento hasta la muerte, convirtiéndolo todo en procesos computarizados y robotizados. El ser humano se autodestruye, comprando a un alto precio su propio nihilismo. Parece que hemos entrado en una nueva era que ya se ha denominado posthumanismo o transhumanismo; en esencia, es lo mismo: el gobierno de la ciencia y la tecnología, posiblemente sobrepasando la ética que la humanidad construyó para su propia protección. Pero, en última instancia, este proceso podría anunciar, a nivel global, la desaparición de nuestra civilización humana tal como la hemos conocido y vivido, dando paso a una esclavitud irredimible.

Por: Rodrigo López Barros.

Categories: Columnista
Rodrigo_Lopez_Barros.: