Las elecciones de mañana (13 de marzo), como es habitual desde que tengo uso de razón, conciben mucha importancia para la estabilidad institucional y la democracia del país. Este tipo de consideraciones comparten sitial con un contexto turbulento marcado por la incertidumbre del mercado y sus variables económicas, impactadas con mucho temor por el conflicto ruso – ucraniano.
Las consultas interpartidistas eclipsaron las elecciones para Congreso de la República, este momento coyuntural evapora al poder legislativo, que carga sobre sus hombros críticas y desprestigio. El momento político del país configura los riesgos de la amenaza populista, invocando también, la necesidad de desarrollar reformas reales que signifiquen progreso, porque no tengo dudas de que los colombianos no queremos de ninguna manera padecer lo sufrido por el pueblo venezolano, pero queremos vivir mejor. Para estos efectos el nuevo Congreso de la República debe ser retén institucional al populismo y fortín de transformación y credibilidad.
En Colombia hay 21 partidos políticos, ello no significa mejor democracia, mejores instituciones ni progreso socioeconómico. No obstante, mediante consultas más de 20 precandidatos se disputan el cetro, para participar en la contienda presidencial.
La suerte está echada, los acuerdos, las encuestas y los recorridos de los precandidatos cumplieron sus labores, ahora corresponde al elector decidir en las urnas el futuro inmediato del país. La definición de los candidatos de cada consulta y la conformación del nuevo Congreso de la República, necesariamente obligará a barajar de nuevo, para encarar la primera vuelta presidencial el 29 de mayo. En este escenario para ganar deberá producirse un timonazo estructural escogiendo con pinzas sectores políticos que se sumen a la autoridad del voto de opinión.
El panorama político atomizado y la dinámica de las coaliciones dificultan desarrollar pronósticos, aunque las encuestas dan aproximaciones. Tres grandes bloques suman por ahora quince aspirantes presidenciales, y las consultas servirán también como un termómetro de la fuerza de cada coalición. En la izquierda, Petro ha exhibido su dominio y está descartada cualquier sorpresa. En el centro, que ha superado incontables crisis, Juan Manuel Galán y Alejandro Gaviria todavía buscan sobrepasar a Fajardo en el último tramo. Y en la derecha, con un considerable despliegue territorial, las fuerzas han estado más repartidas entre David Barguil, Federico Gutiérrez y Alejandro Char.
El proceso electoral transcurrió en la narrativa ideológica y con las plateas atiborradas de electores desinteresados en la comprensión de las propuestas de los candidatos, pero muy enfocados en el infértil debate ideológico. Sin embargo, la situación económica y los efectos de la pandémica, proponen unos comicios marcados por un devenir lleno de incertidumbre.
Los electores en Colombia tendremos una gran oportunidad, no solo de renovar el Congreso, sino también de escoger al mejor candidato presidencial entre las tres coaliciones. Aunque mucha gente no lo entienda, mañana estaremos en la carrera de la maratón electoral, después 29 de mayo votaremos la primera vuelta presidencial y eventualmente el 19 de junio la segunda vuelta. La abstención debe disminuir por la atomización del voto, pero fundamentalmente, por la decisión ciudadana de definir el futuro del país sin imposición de jefaturas y porque está en juego el futuro de Colombia.