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En Gamarra, Cesar, se perdieron unas casas y ni el Divino Niño las consigue

Para hablar de la efectividad en los procesos administrativos, la buena gestión por la cual hay que calificar a los gobernantes que desde luego se someten a un ejercicio democrático,  es necesario definir el concepto de gobernabilidad; es decir,  a la relación que existe  en el ejercicio de manejo político derivado de la solución de demandas sociales. La capacidad del gobernante de atender de manera efectiva las demandas del pueblo de forma estable y legítima. Es decir, que exista un equilibrio y haya satisfacción en la comunidad. Es el deber ser.

En Gamarra, Cesar, hay  86 casas perdidas, igual  número de familias que viven una angustia existencial,  pues nadie responde por sus casas y desde luego sienten que les  vulneran los derechos fundamentales a la vivienda digna, dignidad humana y mínimo vital; en este caso especial se pierde todo criterio del ejercicio de gobernabilidad que exponemos.

Nadie da razón, ni grande ni chica, y se tiran la pelota de la responsabilidad de un lado a otro; el caso es que  tras adelantar la convocatoria pública, mediante acta No. 055 de enero 24 de 2014, fue seleccionada la ‘Urbanización Divino Niño’, ofertada por la Unión Temporal Gamarra-VIPA, integrada por la Gobernación del Cesar, quien adquirió el terreno donde se edificarían los hogares y la Unión Temporal Cesar Vipa Pública, a su vez, conformada por Cemex Colombia S.A., Constructora Lindaraja S.A.S. y la Caja de Compensación Familiar Comfacesar.

Ahora bien, el solo hecho que nadie responda nos pone de manifiesto un suceso de crisis de gobernabilidad, por un lado los gobernantes y las instituciones se han mostrado incapaces de llevar a cabo un ejercicio legítimo, ante el descontento y la presión social de los gobernados, que es el otro lado;  en este caso, 86 familias que no encuentran respuesta positiva al tema de sus viviendas. Puede existir en el caso de Gamarra, que de hecho así es, una sobrecarga de demandas sociales y es debido precisamente a la cantidad de necesidades que tiene la población.

Ante el primer análisis deviene ilegitimidad, para el segundo caso el tema es de ineficacia.  Para ambos casos es necesario que la comunidad no desmaye, que demande,  que participen y denuncien; que no traguen entero y que no olviden su rol de escoger bien sus representantes, es decir,  a los mismos que deben suplir un ejercicio adecuado de gobernabilidad. 

Por otro lado, el llamado a los gobernantes que heredaron el ‘problema’: señor alcalde de Gamarra, señor gobernador del Cesar,  si decidieron asumir la responsabilidad de liderar, deben asumir la responsabilidad de solucionar. Al pueblo no se engaña, el pueblo merece respeto y eso se fundamenta en el principio de sus funciones.

No le dejemos solo la responsabilidad al ‘Divino Niño’, metan ustedes también  la mano por favor. Estaremos pidiéndole al niño divino, pero expectantes de sus deberes para con el pueblo.   Sólo Eso.

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Eduardo Santos Ortega Vergara: