X

En el discurso de los políticos la mentira es una prioridad

El fin de semana que concluyó con la conmemoración del 20 de julio, tuve la oportunidad de intercambiar opiniones y reflexiones con personas de diferentes niveles educativos, edades, oficios e incluso militantes de distintos partidos y me llamó poderosamente la atención que hay casi que un pensamiento común y popular alrededor de lo que se piensa de la política en general y de los políticos que se encuentran por estos días haciendo proselitismo electoral.

Tal pensamiento se concreta en frases de rechazo como: “la política no sirve”, “a mí no me gusta la política”, “le tengo fastidio a la política”, ”todos los políticos son mentirosos”, “no entiendo a los políticos”, “la política es corrupta”, “estoy decepcionado de la política”, “todos los políticos son iguales”, “no me hables de política”, entre otras. Si bien no comparto dichas posturas y apreciaciones, debo reconocer que la mayoría de estos ciudadanos tienen algo de razón en sus razonamientos y sensaciones para referirse despectivamente a la política y a los políticos, por muchas razones; tal vez una de ellas sea la incoherencia que hay en la política, pues en un contexto individualista y personalista, la coherencia y la lógica se volvieron escasas, así por ejemplo vemos como los candidatos se cambian de partido o en el peor de los casos hacen alianzas con sus contradictores. Otra razón es la presencia del engaño y la mentira en el discurso proselitista, por cuanto las propuestas lanzadas en una campaña electoral van orientadas bajo la idea del beneficio personal del político, es decir, hablan de lo que resulte más eficaz para convencer al desprevenido elector, sin hacer el mayor esfuerzo posible, siendo la mentira una estrategia beneficiosa; olvidando eso sí que el ciudadano tiene cuatro años para recordar lo que le prometieron y pasar la factura de cobro.

En cualquier caso, no hay asomo de dudas de que los políticos dicen muchas cosas que no son ciertas o callan lo que no les conviene, y lo más preocupante es que lo hacen consientes para alcanzar un objetivo concreto; la estrategia de cada político se justifica en sus propios intereses y a éstos se las juegan cueste lo que cueste; como quien dice, en el discurso de los políticos la mentira es una prioridad. Como lo dije al inicio, no comparto que se piense así de la política porque la política en si misma, entendida como una actividad humana dedicada a utilizar todos los medios, a tomar todas las decisiones y encaminar todos los esfuerzos a la resolución de los problemas de los ciudadanos, no cambia, pues su filosofía siempre será inmodificable y perpetua mientras existan necesidades por satisfacer y personas altruistas dedicadas a ello.

En cuanto a los políticos propiamente dichos, reconozco y exalto su pasión, su labor y dedicación al interés público, pero pienso que es hora ya de renovar los compromisos con la sociedad, hacer votos de lealtad, de compromiso, de sinceridad con los ciudadanos y parar la falacia; de no ser así, se mantendrán y aumentarán estas frases de desagravio y lapidarias en contra de los políticos y la brecha entre éstos y ciudadanos se hará más profunda.

Carlos Guillermo Ramirez: