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En el Cesar hay santuarios para los animales

Ecoparque Regional Los Besotes tiene una extensión de 3.108 hectáreas y es un sitio reconocido como la Primera Área Importante para la Conservación de las Aves de Colombia.

No solo basta con recuperarlos, rehabilitarlos y devolverlos a su hábitat; los animales necesitan un lugar seguro para no sentirse amenazados por cazadores y campesinos, quienes los miran como un alimento y no como especies naturales que deban preservarse.

La biodiversidad del Cesar es una de las más apetecidas por cazadores y traficantes. Es el tercer departamento en la lista de cinco poblaciones con mayor incautación de fauna en el país, antecedido de Bolívar y Sucre, por encima de Córdoba y Antioquia, según el Ministerio de Ambiente. En Colombia, el tráfico ilegal afecta a 234 especies de aves, 76 de mamíferos, 27 de reptiles y nueve de anfibios, ocupando el segundo lugar en tráfico de especies a nivel regional.

Este es uno de los problemas actuales, contrarrestado con la recuperación, rehabilitación, y regreso de los animales a zonas seguras. Actualmente, la Corporación Autónoma Regional del Cesar, Corpocesar, tiene declaradas unas 10 áreas protegidas en departamento, la primera es el Parque Natural Sierra Nevada de Santa Marta (75.150 hectáreas), Ecoparque Regional Los Besotes (3.108 hectáreas), Parque Natural Regional Perijá (23.208 hectáreas), Reserva Protectora Cuenca Alta de Caño Alonso en La Gloria (445 hectáreas), Reserva Los Ceibotes en Valencia de Jesús, El Lucero, Los Tananeos, La Elenita, entre otras.

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“Las empresas mineras tienen unos territorios declarados tipo santuario, ejemplo Drummond con su extensión nos permite mantener una de las reservas más conservadas con biodiversidad; Prodeco tiene un centro de fauna para la valoración y recuperación. Las empresas mineras se han dado cuenta que la protección ambiental es netamente necesaria y deben cumplirla acorde a la resolución entregada para licencia ambiental”, manifestó el director de Corpocesar, Julio Suárez Luna.

El Ecoparque Regional Los Besotes, situado a 10 kilómetros del casco urbano de Valledupar, designado en el 2002 como la Primera Área Importante para la Conservación de las Aves (Aica) de Colombia, donde llegan todas las aves representativas del bosque seco tropical como el cardenal guajiro, turpiales como el amarillo, montañero o toche, y turpial real. Según datos de la Corporación Autónoma Regional del Cesar, Corpocesar, en Los Besotes habitan 285 especies de aves como cóndores y guacamayas verdes, y 44 especies de mamíferos.
En esta zona, la autoridad ambiental utiliza el escenario por ser una de las reservas naturales para la liberación de especies y tiene como propósito contribuir a la recuperación de fauna silvestre que tiene mayor presión antrópica en el departamento.

Pero también aparecen alternativas como las áreas destinadas para la conservación de empresas privadas como Drummond y Grupo Prodeco, en el eje minero.

El director de la Red de Fauna y Flora Silvestre del Cesar, Edgar Patiño Flórez, explicó que es fundamental el aporte del privado, como un aliado, para la conservación en el Cesar y el país.

“Estamos construyendo alianzas con la empresa privada por dos razones: la primera porque tienen un carácter de eficiencia mucho mayor que la empresa pública y la segunda, porque el sector público no tiene los recursos para trabajar. Estas empresas grandes, háblese de minería a gran escala, tienen programas y acciones de manejo de fauna silvestre, y es como hacia allá enfocamos nuestros esfuerzos”, declaró Edgar Patiño Flórez.

Al Centro de Atención de Fauna Silvestre, en la mina Calenturitas, 1.200 individuos han sido llevados para evaluaciones físicas y exámenes veterinarios.

Según el biólogo marino de profesión, Corpocesar además gana el acceso a lo que sucede, en tiempo real, con la biodiversidad en los proyectos mineros. “Los grandes proyectos son licenciados por la Anla, no es obligatorio que las empresas envíen esas informaciones a Corpocesar, pero en este momento como nosotros producimos la información la tenemos de forma directa, sabemos qué es lo bueno y qué es lo malo, sobretodo porque nunca supimos qué tan bueno es lo que hacen las empresas, siempre veíamos lo malo; el hueco, la explotación, la carretera, pero nunca lo positivo. Al tener acceso nos damos cuenta que todas esas reservas de obligación, los programas de compensación derivados de su proceso productivo están generando un mejoramiento de condiciones y ofertas ambientales muy importantes, que a futuro tienen que administrarse bien, en la época posminera”, recalcó el director de la Red de Fauna y Flora Silvestre del Cesar.

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Actualmente la Red tiene convenios con Grupo Prodeco para el monitoreo de sus áreas de conservación y en rehabilitación; manejo del Centro de Atención de Fauna Silvestre minero; el rescate y liberación de la fauna en áreas de avance de minería; rescate de peces en condiciones de contingencia climática y en áreas de afectación de cauce.

Espacios ambientales sagrados

En el Cesar aparecen alternativas desde las autoridades ambientales y ahora ligadas a empresas mineras que buscan salvaguardar las distintas especies de animales que son recuperados, maltratados y hasta devueltos por personas que los utilizan para uso doméstico.

Drummond, por ejemplo, está diseñando programas de compensación que involucran un corrector de conectividad desde la serranía de Perijá hasta las zonas bajas en la ciénaga Mata de Palma, en El Paso.

Según el director de Compensaciones Ambientales de Drummond, Armando Calvano Zúñiga, gracias al no paso de cazadores hoy existe un hábitat para contener animales silvestres en dicho territorio.

“Con Corpocesar hemos dedicado estos sitios para liberación de fauna silvestre que han decomisado y que están óptimas para pasar al medio natural, nosotros nos comprometemos a darle seguridad y a mantener esta zona en buen estado de conservación, que permita tener alimentos. A futuro creemos que los animales emigrarán hacia la parte alta de la serranía y es donde se forman esos bancos de especies del territorio”, dijo Armando Calvano.

El Paujil es un embalse construido en 1997 dentro de la concesión de La Loma, reservorio de agua de 208 hectáreas que Drummond conformó para el manejoo de las aguas del arroyo El Paujil.

Uno de los grandes proyectos es el embalse El Paujil, construido en 1997 dentro de la concesión de La Loma, un reservorio de agua de 208 hectáreas que Drummond conformó para el majeo de las aguas del arroyo El Paujil. Su nombre se debe al paujil o pavón colombiano, especie de ave que habita en las zonas bajas y húmedas del valle del Cesar y que era común en las riberas del arroyo.

El embalse ayuda a la regulación de caudales del arroyo San Antonio, ya que la laguna ha permitido que durante los períodos secos el flujo del agua, a través del canal de descarga, sea continuo al arroyo y que durante los períodos lluviosos se almacene una buena cantidad de agua, regulando hídricamente la cuenca.

De igual forma funciona como banco genético, ya que debido al movimiento constante del agua se desarrollan y reproducen numerosas especies de peces típicos del lugar, que promueve la creación de cadenas alimentarias y conservación de otras especies de mamíferos y reptiles.

La laguna proporciona agua en tiempo de sequía a los vecinos del proyecto minero, a quienes se les ha proporcionado agua para sus animales de pastura y para sus propias necesidades.

Atención a la fauna

Una clínica para animales sometidos en su mayoría de ocasiones por los seres humanos ahora es uno de los proyectos líderes del Grupo Prodeco. También sirve como laboratorio científico para el estudio de especies exóticas.

Al interior de las concesiones mineras (La Jagua y Calenturitas) existen áreas con funcionabilidad y uso destinado para la conservación y protección de los recursos naturales; dichas áreas han sido denominadas como biosensoras, que conservan elementos de flora y fauna típicos del ecosistema de bosque seco tropical, sumado a la interacción o presencia de cuerpos de agua superficial de tipo lótico.

Prodeco explica que han desarrollado estudios de capacidad de carga con el objeto de identificar cuáles de dichas áreas cuentan con la disponibilidad y oferta para la recepción de individuos rescatados acorde con el plan de ahuyentamiento, rescate y liberación de fauna silvestre, proceso que es ejecutado antes de la intervención minera.

En total, durante 2017, esta multinacional contó con 10 áreas biosensoras, cinco en la mina La Jagua y cinco en Calenturitas, con una extensión que asciende a 1.259 hectáreas, consideradas áreas receptoras de fauna silvestre. En total, desde 2008, 24.276 animales han sido rescatados y relocalizados en el área de influencia de sus operaciones mineras: (15.947) Calenturitas y (8.329) La Jagua.

Desde el 2012 habilitaron el Centro de Atención de Fauna Silvestre (CAFS) en la mina Calenturitas, espacio acondicionado para prestar servicios inmediatos de atención primaria a especies silvestres que lo requieran. Cinco años después este sitio ingresó al programa de conservación y protección de fauna del departamento, operado por Corpocesar. En cifras, 24.276 individuos de varias especies han sido rescatados y relocalizados en áreas naturales presentes dentro del título minero, y 1.200 individuos han sido llevados al CAFS para evaluaciones físicas y exámenes veterinarios.

En el área de conservación de Prodeco contienen el 9,13 % de aves, 7,52 % de mamíferos, 2,49 % de anfibios y el 5,95 % de reptiles. Hay especies de fauna silvestre en categoría de amenaza como gavilán caracolero, zorro perro, carpintero castaño, venado, nutria, mico cariblanco, iguana, chigüiro, armadillo, tigre, caimán de anteojos, carranchina, guacamaya verde, colibrí de manglar, mico aullador, chavarrí, entre otras.

Categories: Medio Ambiente
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