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En defensa del periodismo profesional

A propósito del debate generado en varios medios locales sobre la acreditación de una persona como periodista; consideramos fundamental pronunciarnos sobre el tema, que tiene tanta trascendencia para el ejercicio de esta actividad, dada su influencia en la sociedad actual y en particular en la comunidad y la región.
Lo primero que hay que advertir es que el hecho que una empresa periodística, sea cual sea, acredite a una persona como empleada o colaboradora suya, eso no la convierte en periodista. Con razón la protesta de varios colegas y del Círculo de Periodista de Valledupar (CPV), sobre el hecho presentado, no sólo por la persona en mención, sino por la labor comercial a la que esta se dedica.
Los medios reciben, a diario, colaboraciones de muchos otros profesionales, distintos a los periodistas. Abogados, economistas, administradores, médicos, ingenieros, educadores, literatos, entre otros, hacen periodismo de opinión a través de artículos de prensa y comentarios en radio y  televisión. No obstante lo anterior,  y a pesar del gran aporte que realizan, eso no los hace periodista y tampoco hace falta que poseen como tales. Los lectores y receptores valoran sus opiniones, precisamente por su formación y experiencia en sus respectivos campos.
Y la legislación de las comunicaciones en Colombia, desde la misma Constitución, reconoce como periodista a aquella persona que realizó estudios de periodismo o que se dedica de manera sistemática y permanente, y devenga un ingreso por ello, a la labor de recopilar información, indagar, redactar para informar o comentar hechos de actualidad e interés para una comunidad, grupo, región o país.
Contrario a lo que sucede en nuestro medio, donde el tema se ha tomado con folclor, el auge de las llamadas nuevas tecnologías que permite a muchas personas transmitir datos e imágenes, en tiempo real, ha generado una gran polémica sobre el futuro de la profesión,  que sin duda ha sufrido muchos cambios.
Cada día crece más la importancia y la responsabilidad que se le otorga a la labor que ejercen los medios de comunicación, y en particular a quienes se dedican específicamente al periodismo, en sus distintas modalidades y temáticas.
En efecto, son los Estados, las Iglesias, incluyendo Católica, entre otras instituciones internacionales y nacionales, las que reconocen y valoran la actividad de los medios, ya que comprenden la gran importancia de la labor que deben realizar los periodistas de manera ética, responsable y profesional.
Hoy, en medio del debate que se ha generado en Valledupar, es bueno recordar el legado de Joseph Pulitzer, empresario de periódicos y luego maestro del oficio. En 1904, el director de The North American Review había criticado la Escuela de Periodismo de Columbia, básicamente porque intentaba profesionalizar un oficio, en concepto del director de la revista, imposible de profesionalizar, ya que decía que las cualidades del periodista eran innatas. Y como ejemplo, ponía al propio Pulitzer, quien había aprendido de manera empírica.
Pulitzer le respondió mediante una larga carta donde expuso  sus puntos de vista. Con el tiempo, esa carta se ha convertido en una referencia obligada sobre lo que debe ser el periodismo. Sí, el periodismo se aprende, decía Pulitzer; pero, por eso mismo hay que enseñarlo bien, con los contenidos y habilidades adecuadas.
En su concepto, además de escribir bien, un periodista debe tener fundamentos básicos y sólidos de historia, economía, sociología, derecho, literatura, lenguas modernas, en fin, de diferentes disciplinas humanísticas, incluyendo- claro está- la ética.
Finalmente, debemos insistir en que profesionalización del periodismo no es un capricho de los mismos periodistas, ni más faltaba. Por el contrario, es una necesidad sentida de la misma comunidad y del Estado colombiano que reconoce que las personas que se dediquen a esa labor, no importa si la llaman profesión u oficio, el nombre es lo de menos, deben tener una buena formación  profesional, humanística y ética, para poder ejercerla con la debida dedicación y responsabilidad.

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