La decisión que en primera instancia adoptó una sala de la Corte Suprema de Justicia contra el gobernador del Cesar por los hechos bastante conocidos de 2011, con ocasión de la campaña de su primera elección como gobernador, genera la incertidumbre de ¿qué va a pasar con los destinos del Cesar? La Fiscalía y La Procuraduría General han solicitado su separación del cargo.
Lo que pedimos es prontas certezas, pues la situación de tremenda tempestad en que nos debatimos por la creciente pandemia, requiere un timonel al frente del cargo que sea en propiedad o por rápido encargo. Se espera que el día 27 se conozca el texto definitivo de la sentencia, aunque ya se produjo un Auto, indicando el sentido condenatorio del mismo. Y Luis Alberto Monsalvo anunció su apelación. Estos funcionarios aforados, de un tiempo atrás, se juzgan bajo el procedimiento de las dos instancias.
Como es probable que el gobernador continúe, salvo que hubiere una privación de libertad y, la segunda instancia se tomare unos 6 o más meses, esperamos que no se desconcentre en el despliegue de los esfuerzos para superar la crisis de salud y las secuelas, en todos los aspectos, del coronavirus.
Le reiteramos el llamado en ese sentido. Solo en un asunto de los varios a cargo. En nuestro reciente pronunciamiento editorial advertíamos de que no se estaban procesando suficientes pruebas PCR de covid-19, después de ser un departamento que picó en punta cuando puso en operación el laboratorio de Salud Pública con las universidades Nacional y Andina y la cooperación alemana.
Si se hacen 200 diarias, con el aporte de los dos acreditados laboratorios privados, como dijo antier el secretario de salud a Irina Fernández de ‘Caliente y Picante’ en Radio Guatapurí, son insuficientes. El Cesar tiene el 2.7 % de la población del país y si ayer se hicieron 25.000 nacionales, nosotros deberíamos hacer mínimo 700 por día. El gobierno puede tener explicaciones pero debe darlas e informar mucho, con transparencia, con participación y con el espíritu de escuchar, de revisar, de reconocer errores y de retomar la senda o cambiarla.
Esas recomendaciones, a pesar de buenos funcionarios en su gabinete, no son de la filosofía del gobernador Monsalvo. Pensamos que su temor o incomodidad a hablar lo inhibiría, pero eso no debe ser vergüenza del gobernante cuando los hay locuaces y pésimos. Un presidente reconocido fue Virgilio Barco, mal comunicador pero eficiente y de pensamiento abierto que hizo los primeros acuerdos de paz con las guerrillas.
El gobernador Monsalvo no convoca, se exhibe depositario de su verdad y de su decisión de hacer esto o aquello, como ciertas obras por ejemplo, porque a él le parece. Sus opositores y sectores de opinión afirman que ese estilo no es sino el reflejo de una hegemonía familiar cuyo principal activo es una generosa financiación, que ha contado con inmensos recursos gracias a las regalías, y escasos controles -como contralores departamentales ciegosordomudos- y creado una clientela de favores y obras, que se retroalimenta y se aprovecha de la vulnerabilidad de familias pobres.