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Empresarios parásito

Al momento de escribir esta columna ya teníamos electos a los nuevos mandatarios regionales del país y por supuesto a los órganos colegiados que hacen parte del estado en los diferentes entes territoriales.

Según los análisis realizados no hubo muchas sorpresas en esta elección pues aquellas candidaturas que se mantuvieron como favoritas se alzaron con el triunfo, podríamos decir con el ánimo de sonar políticamente correctos, “ganó la democracia”, y a partir de este momento solo me queda desearle a los mandatarios electos (alcalde y gobernadora) la mejor de las suertes en su periodo constitucional pero todos estamos de acuerdo que el panorama no pinta bien, al menos para el Cesar.

Pero esta columna no es para hablar de las elecciones puesto que desde hoy y hasta los siguientes dos meses estoy seguro que será el tema de debates y análisis y por supuesto voy a desentonar esta vez, hoy hablaré de tejido empresarial y del impacto que tienen las empresas en la región donde se ubican. por ejemplo, según datos del portal Colombia.co, entre Cali y Yumbo están asentadas alrededor de 2.000 fábricas productivas, solo Cali le aporta 8,1% del PIB nacional y   la ciudad es líder en industrias como caucho, químicos, fabricación de muebles, papel y molinería; sumado a esto participa con el 10,5% del total del valor agregado industrial del país, y sobre esta base municipios como Yumbo y Palmira proveen mano de obra calificada y no calificada a las industrias de la zona y esto al final significa empleo de calidad puesto que según datos de la Cámara de Comercio de Cali el Área Metropolitana registró la segunda tasa de ocupación más alta entre las cinco ciudades principales del país, con el 58,6% durante el primer trimestre de 2023.

Si el análisis lo hacemos en Antioquia, eje cafetero, Atlántico y Bogotá como distrito especial (Guardando las proporciones)  la constante es la misma, donde se establece una base empresarial fuerte y con valor agregado no solo crece la inversión, el empleo, la base fiscal y por lo tanto el recaudo tributario de la zona sino que además crece de inmediato el nivel de vida de sus habitantes y la riqueza no se hace esperar, por supuesto no todos participan en igual proporción de los réditos que trae esta inversión  ni todos acceden a los beneficios generados pero eso es motivo de otro análisis; lo que sí es una realidad de a puño es que la inversión privada es al final la que genera la riqueza y el estado debe actuar como árbitro y facilitador para que esto se dé, por ejemplo, promoviendo condiciones jurídicas y reglas de juego que atraigan esa inversión y por supuesto haciendo las inversiones en infraestructura clave para dicho desarrollo.  

Pero, en contraste con lo que vemos en nuestro departamento y nuestra ciudad capital, es que no solo no se generan dichas condiciones para atraer la inversión sino que no se está apostando a crear industria a pesar de contar con todas las condiciones para hacerlo y los esfuerzos se están orientando a crear empresas cuyo única fuente de caja son los recursos del erario (concesiones, contratos de servicios, suministros etc), a pesar que son contratos multimillonarios que de ser canalizados eficazmente tendrían un efecto multiplicador similar a los de los departamentos y capitales ya mencionados, estos nuevos empresarios que viven de las rentas municipales le hacen un gran aporte al sector automotriz (concesionarios de vehículos de alta gama) y a la industria licorera (bares y restaurantes) pero la realidad es que no son suficientes para crear riqueza puesto que la mayoría de estas inversiones provienen de fondos golondrina cuyo origen casi siempre están en un paraíso fiscal quedando muy poco circulante en la ciudad o el departamento.

Pero el problema se agrava no solo desde las empresas denominadas parásito que no generan ninguna riqueza sino todo lo contrario pues son el resultado de una cultura que nos hizo muchísimo daño en el pasado y fue la del dinero fácil que termina creando unas burbujas económicas, cuyo efecto es alta inflación y desempleo puesto que está demostrado que es el sector real el que crea empleo de calidad ya que se estructura en la productividad y no en la especulación.

Y si a todo esto se le suma el hecho de torpedear cualquier intención de la llegada de nuevas empresas a la ciudad bajo el argumento que amenaza los intereses de unos pocos, apague y vámonos.

Por: Eloy Gutiérrez Anaya.

Categories: Columnista
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