Varios personajes de talla mundial han hecho el llamado para que los seres humanos seamos más empáticos. A Barack Obama se le recuerda en el mundo cuando en el discurso de posesión (para su segundo gobierno) le dijo a una niña lo siguiente: “A este mundo le falta empatía, y cambiar eso depende de tu generación”
¿Pero que es la empatía? La empatía es la capacidad para ponerse en el lugar del otro y saber lo que siente o incluso lo que puede estar pensando. La empatía hace que las personas se ayuden entre sí. Está estrechamente relacionada con el altruismo -el amor y preocupación por los demás- y la capacidad de ayudar. Cuando un individuo consigue sentir el dolor o el sufrimiento de los demás poniéndose en su lugar, despierta el deseo de ayudar y actuar siguiendo los principios morales.
En el desarrollo de la empatía influyen muchos factores que a veces no nos llevan al deber ser. Sobre este argumento encontré un interesante estudio realizado por una organización llamada Decision Research, en el cual se establece que: “la empatía puede volvernos demasiado favorables hacia los individuos, los números grandes nos insensibilizan. Una muerte es una tragedia; un millón es una estadística”.
En Colombia este argumento se observa con el siguiente ejemplo: la muerte de la niña Yuri Samboní, es un caso aberrante desde cualquier ángulo (muestra nuestra descomposición social), pero toda Colombia se volcó a manifestarse desarrollando empatía con los padres. Al otro lado de la balanza se encuentran las miles de muertes generadas por el conflicto armado, en este caso no desarrollamos el mismo grado de empatía con las victimas y quedó demostrado en la polarización del proceso de paz.
En el terreno político hay candidatos y gobernantes que acuden a la neurolingüística para desarrollar empatías con sus causas, aunque estas nos alejen del deber ser, recientemente Trump en Estados Unidos usó el caso Kate Steinle, quien murió a manos de un inmigrante indocumentado para generar apoyo a sus políticas antiinmigrantes. De otro lado, hay gobernantes que acuden a los anuncios para desarrollar empatía sobre su imagen de buenos ejecutores, pero nunca entregaron las obras tan anunciadas y algunas en estado siniestrado.
Todo esto para decirles mis amigos que los seres humanos no tomamos decisiones basados en evidencia pertinente. La empatía y otras emociones suelen motivarnos a hacer lo correcto, pero son igualmente capaces de motivarnos a hacer lo incorrecto. En la toma de decisiones éticas, la capacidad racional del ser humano es fundamental.
Pd. En las elecciones de 2018 (si no se adelantan), elija bien y desarrolle empatía de manera equilibrada, que no sea solo emocional.