Por: Imelda Daza Cotes
El agua, un recurso cada día más escaso, es un bien común que satisface una necesidad vital, por eso el acceso a ella es un derecho que el Estado está obligado a garantizar y para que así sea debe asumir su manejo y administración con criterios de eficiencia máxima, responsabilidad social y sin ánimo de lucro. Es inaceptable plantear la atención de servicios básicos como una oportunidad para hacer negocios. Desafortunadamente en esta época de fundamentalismo neoliberal se impuso la reducción del tamaño del Estado y el afán privatizador es su soporte; para justificarlo se hace eco a la campaña de desprestigio de todo lo público como si la empresa privada estuviera exenta de errores, malos manejos e ineficiencia.
El mal desempeño de las empresas públicas se atribuye a su naturaleza jurídica y no a la pandemia de la corrupción, del desgreño administrativo, moral y ético que afecta también a la empresa privada muchos de cuyos ejecutivos van de la mano con los funcionarios públicos saqueando el erario. Ciertamente a los negocios privados los anima la rentabilidad. Friedman, el impulsor del neoliberalismo lo advierte: “la única responsabilidad social de las empresas es la de obtener beneficios para sus accionistas”, pero precisamente por eso es que la privatización de las empresas públicas ha implicado en el mundo entero, sin excepción, alzas abusivas e injustificadas en las tarifas de los servicios. El afán es el lucro no es la eficiencia en la prestación del servicio.
Es preocupante la noticia sobre la vinculación de capital privado a Emdupar, esa “joya de la corona” a la que convirtieron en fortín politiquero y han esquilmado de mil maneras. Si las deficiencias en la prestación de los servicios a cargo de la empresa tienen que ver con problemas financieros hay que acudir al crédito bancario y no necesariamente a la venta de acciones a particulares. Con esto lo único que se busca es abrir la puerta para apropiarse mayoritariamente de la empresa. Tan bueno será “el negocio” que empresarios privados quieren participar de él.
Lo que demanda Emdupar no es manejo privado lucrativo sino una buena administración y para ello el sindicato debe continuar atento y vigilante y debe procurar que la ciudadanía se comprometa también en la defensa de la empresa como un bien público de propiedad colectiva, al servicio de todos.
P.S. Doloroso, conmovedor, lamentable el drama de Lolita Acosta y su familia. Ojalá sus propias fortalezas y la solidaridad de todos les permita sobreponerse a tan duro golpe.