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El embalse Los Besotes sigue estancado

El río Guatapurí sufre hoy por la falta de agua en verano, las autoridades aseguran que con el embalse se solucionaría el tema, mientras los indígenas no lo ven así. EL PILÓN / Archivo.

El embalse multipropósito Los Besotes, en el norte de Valledupar, tiene dos puntos que debilitan la creación del proyecto y lo han dejado en maquetas desde 1969, cuando se hicieron los primeros estudios por una firma israelí y que no tiene un futuro claro al quedar excluido del Plan Nacional de Desarrollo del presidente Juan Manuel Santos.

El primer inconveniente surge con las comunidades indígenas, que no están de acuerdo con la construcción estimada sobre los valles de los arroyos Palenque y Capitanejo, afluentes del río Guatapurí, que tienen una extensión de 169 hectáreas y su capacidad en volumen de 37.1 millones de metros cúbicos.

Los pueblos asentados en la Sierra Nevada de Santa Marta; Arhuaco, Koguis, Wiwa y Kankuamo, han propuesto al gobierno hacer una figura de protección territorial, que permita “permear” un poco al macizo con todos sus componentes, como son: agua, ecosistema, sitios sagrados, humedales y todos los allí establecidos que sirvan primero a mantener lo que existe, porque la represa o embalse no sería la solución si no se preserva el Guatapurí.

“La gente se detiene a pensar que la represa es necesaria y no, lo que es necesario es el río, que sea permanente porque es sumamente indispensable para la vida y las comunidades de la Sierra”, explicó Gelver Zapata Izquierdo, coordinador de Territorio Arhuaco en la Sierra Nevada.

Resalta que son temas que la sociedad vallenata debe valorar, “porque no debe ser un mensaje malo cuando el río se seque, no es un mensaje absurdo; para nuestros gobiernos vale más un gramo de carbón que un río”, sentenció Zapata Izquierdo.

Y ya no es un tema de concertación porque efectivamente los indígenas no están de acuerdo con el proyecto de Los Besotes, debido a que sus creencias los hacen pensar que las autoridades locales y nacionales tienen pensado “impulsar un tema minero que acabará con la Sierra”.

El exsecretario de Ambiente Departamental, Andrés Felipe Meza Araújo, cree que el embalse sería una opción pero los tiempos han pasado, y en caso de aprobarse esta administración no la entregaría debido a que los tiempos de construcción son mayores a cuatro años.

“Serían dos años de diseño, para la licencia ambiental dos años más, la consecución de recursos y licitación dos más, la construcción cinco más, estamos hablando de 12 y que se amplíe a 15, eso sin saber lo que pasará teniendo en cuenta que el río Guatapurí lo vemos en crisis”, dijo Meza Araújo.

Comentó que se deben tomar otras medidas frente al Guatapurí, porque “lastimosamente” las que ha tomado la Corporación Autónoma del Cesar, Corpocesar, como autoridad ambiental son en contra del afluente.

“Hoy no hay un Plan de Ordenamiento y Manejo de Cuenca, hay desviaciones ilegales que la autoridad ambiental no controla, ahora con el Plan de Ordenamiento Territorial vimos que la parte alta después del río Guatapurí fue declarada expansión urbana por la Alcaldía y aprobado por Corpocesar y el Concejo Municipal anterior, todo eso pone en riesgo el Guatapurí y afecta el recurso hídrico”, aseguró.

Entre los años 2001 y 2003 con la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, se adelantó el Estudio de Impacto Ambiental para la obtención final de la licencia ambiental. Sin embargo, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo suspendió desde el 8 de mayo del 2007 el estudio de solicitud, hasta que el Incoder, que es el solicitante, no formalice ante el Ministerio del Interior y de Justicia el trámite de la consulta previa con las comunidades y se cumpla con algunos requisitos técnicos dispuestos por el Ministerio de Ambiente.

Por ahora este proyecto no tiene una ruta para salir adelante, menos cuando las comunidades indígenas asentadas en la Sierra Nevada se pararon de las mesas de negociación frente a los procesos de concertación para títulos y permisos de explotación en la zona.

En manos de Findeter
En 2003, la Alcaldía de Valledupar y la empresa de servicios públicos, Emdupar, hicieron un contrato con la Universidad Nacional, sede Medellín, que estudió la posibilidad de que a partir de una regulación del río Guatapurí en el sitio conocido como Los Besotes, se suministrara agua para el acueducto, un distrito y la instalación de una pequeña central hidroeléctrica.

Tres años después, el Incoder y la Gobernación del Cesar firmaron un convenio a través del Consorcio Riego Guatapurí para la actualización y complementación del estudio de factibilidad y primera fase de los diseños del proyecto de adecuación de tierras para Valledupar, que debía respetar unos lineamientos técnicos ya definidos y las modificaciones introducidas por la Universidad Nacional, especialmente la capacidad del embalse, ese fue el último estudio.

Ahora aparece la tercera etapa con la administración de Augusto Ramírez Uhía, quien según el jefe de la Oficina Asesora de Planeación, Aníbal Quiroz Monsalvo, la semana anterior se revisó el proyecto Los Besotes con personal de la Financiera del Desarrollo Territorial, Findeter, y la Universidad Nacional para recapitular lo hecho a la fecha.

“Lo que recomendó la Universidad Nacional y los técnicos de Findeter es que se tomará un mes para presentar una propuesta que lleve el proyecto a fase tres, que es finalmente cuánto cuesta el embalse Los Besotes”, declaró Quiroz Monsalvo.

Entre las incógnitas de la Administración Municipal está aclarar si el embalse será multipropósito, si servirá como generación de energía o será un distrito de agua para el área metropolitana de la capital del Cesar.

“El costo como tal a precio del 2009 estamos hablando de unos 200 mil millones de pesos, pero en la reunión nos dijeron que el tema de la revaluación del dólar, los estudios que hacen falta y lo más importante, las consultas con las comunidades indígenas para que se entienda la dimensión del proyecto que es tener agua a 50 años”, sostuvo el jefe de planeación que estima que esta parte del proyecto puede llevarse un tiempo aproximado de 18 meses en caso de cumplirse con los requisitos.

En el 2010, Incoder estimó el costo del proyecto en 370 mil millones de pesos, con una propuesta de financiación del 60 % de la Nación; el 30 % del Departamento y el 10 % del Municipio.

Autoridad ambiental
El director de la Corporación Autónoma Regional del Cesar, Corpocesar, Kaleb Villalobos Brochel, explicó que el embalse Los Besotes es un proyecto regional y que lo único que podrá hacer es dar el visto bueno o aprobar el permiso de ejecución.

“Lo único que podemos hacer es dar los permisos una vez que el proyecto esté listo para su ejecución, eso quiere decir, después que se hayan surtido las etapas previas con los indígenas y se tengan los recursos, por ende se vaya a subir al tema de licitación”, declaró el funcionario.

Frente al hecho de que las comunidades indígenas suspendieron las negociaciones para consultas previas en la Sierra Nevada, Villalobos explicó el 5 de abril el Ministerio del Interior convocó las tres corporaciones regionales; Cesar, La Guajira y Magdalena, para mirar la posibilidad de hablar con los líderes de las etnias.

Por el momento Valledupar se mantiene con un acueducto de verano, que en invierno sufre por no contar con un reservorio, pero también es cierto, que los expertos visionan al embalse Los Besotes como la salvación del municipio y sus corregimientos, así como a otros del Cesar. Pero si se descongelan los picos de la Sierra Nevada de Santa Marta, que según el Ideam el cambio climático los ha afectado más de lo que se creía, el megaproyecto quedaría sin fuente de abastecimiento.

El proyecto Los Besotes
Un informe de la Contraloría General de la República explicó que el embalse Los Besotes se localizaría en Valledupar y en la cuenca del río Guatapurí, en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, territorio ancestral de cuatro resguardos indígenas: Kogui, Wiwua, Arhuacos y Kankuamo.

Con ella se espera proveer de agua potable al acueducto de Valledupar y la construcción de un distrito para irrigar 10.000 hectáreas de suelos en los sectores de Los Corazones, Ovejas y Callao. Se estima un costo de 420.276 millones (pesos de 2008) y se planteaba desarrollarlo en un plazo de 4.5 años.

Durante el periodo de 2004 a 2007, la empresa de servicios públicos de Valledupar, Emdupar, ejecutó diferentes contratos por valor 2.397 millones de pesos en diagnóstico de alternativas ambientales, estudio de impacto ambiental sobre la alternativa seleccionada, diseños de obras de infraestructura y cálculos estructurales, proceso de consulta previa con pueblos indígenas: acercamiento, información y estudios, entre otros.

Señalan los indígenas en la auditoría hecha por la Contraloría: “con vehemencia, nos opondremos con nuestros cuerpos a que le causen más heridas a nuestra Sierra que es nuestra Madre y corazón del mundo, para que se entienda lo que decimos. Lo haremos sin violencia, pero con la resistencia de quien tiene la razón y la verdad, lo decimos en voz alta y con mucha energía”.

El trámite de la Licencia Ambiental solicitada al Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial se encuentra suspendido desde el 8 de mayo del 2007, hasta que el solicitante, hoy Incoder, no formalice ante el Ministerio del Interior y de Justicia el trámite de la consulta previa con las comunidades, y se cumpla con algunos requisitos técnicos hechos por el Minambiente.

Está en papel el estudio realizado por Tahal Consulting Engineer realizado entre 1969-1972.

El embalse tendría una extensión de 169 hectáreas y su capacidad en volumen es de 37,1 millones de metros cúbicos.

El proyecto estuvo incluido en el programa de gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez y de Juan Manuel Santos hasta 2014, pero no se concretó.

“Lo que recomendó la Universidad Nacional y los técnicos de Findeter es que se tomará un mes para presentar una propuesta que lleve el proyecto a fase tres”: Aníbal Quiroz.

Lo único claro del embalse Los Besotes era la maqueta, pero el tiempo ha pasado y el proyecto ha tenido cambios sustanciales. EL PILÓN / Archivo.

Por Carlos Mario Jiménez
carlos.jimenez@elpilon.com.co

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