Ojalá el uribismo fuera tan eficiente y eficaz a la hora de implementar políticas públicas, a favor de quienes el sistema político imperante les ha negado la solución a sus necesidades básicas, como lo es cuando se trata de hábilmente esquivar el análisis de los temas fundamentales, los cuales se ponen más de relieve en campañas políticas, sobre todo en esta justa presidencial por haberse convertido en trascendental para el futuro del pueblo colombiano.
No hay nadie más experto en este oficio como el expresidente Uribe y su grupo de aliados. Sabe que la agenda gruesa del país no puede ser tema de debate en la carrera por la presidencia, porque sería su cataclismo político.
De hecho, el exmandatario fue honesto cuando dijo que hacía daño al candidato que él abrazara, es consciente de una mea culpa que lo persigue.
Prefieren entonces distraer la opinión con temas intrascendentes que poco o nada aportan al debate. Nada más afortunado para el liviano candidato uribista, intentando confundir lo inocuo con agenda programática. Por esto los otros candidatos se encuentran solos en la discusión. Para enriquecer las ideas no necesitan un mal peinado candidato oficialista, que no plantea nada substancial. Sería importante que, como elemento final del proceso participativo de rendición de cuentas, en el voto presidencial se ratifique la obra de quien gobierna este país, que se refrenden en las urnas los aciertos y errores, que asuma el peso de la insoportable inequidad, que asuma la abrumadora cifra de corrupción y la impunidad de sus corruptos, que defienda la ingobernable cifra de desempleo e informalidad y que asuma el inalcanzable costo de vida.
El candidato del Uribeduquismo no puede pasar agachado, mientras viaja por los territorios a reunirse con los clanes que ambiciosamente condenan a las regiones a manipulables situaciones de indigencia. No hay mejor ejemplo que el nuestro en el Cesar. El gobierno y sus amigos saben que no hicieron la tarea, pero pretenden que su candidato no asuma la responsabilidad. También hay que decirlo, primero utilizaron como fusible a Óscar Iván Zuluaga, buen ser humano, a quien lapidaron la poca o mucha simpatía que le quedaba. Con una quirúrgica estrategia le dieron sepultura de quinta como dicen, probándose que para ellos y sus fines cualquier medio es válido, así sea la vida misma.
Ahora la estrategia es “muerto el perro se acaba la rabia”. Según ellos todo es nuevo, pero aún en contra de toda la estrategia publicitaria y la escala de valores que a través de tantos años han impactado en el entendimiento colectivo, surgen preguntas que no han respondido. El discurso de no corruptos ni violentos, ¿a quienes se refiere? ¿A los que no estén con el candidato? Porque precisamente es a aquellos los que está buscando en las regiones.
Mientras lapidan a una mujer valerosa como Francia Márquez, descalificada hasta la saciedad con la ignorancia ataviada de burlas, quizás como ninguna, ninguno o ningune otro, no pueden ocultar que detrás de ella existe la realidad colombiana, la tragedia desconocida para las ‘familias de bien’, pero real para la Colombia profunda que sufre el desamparo, el hambre, la miseria y las violaciones, incluida las de género.
Entonces bienvenido el debate semántico, pero como parte del gran debate. Que el candidato uribista Federico Gutiérrez, ‘Fico’ como le dicen sus adeptos, mejor responda sin vergüenza y con orgullo por el pésimo gobierno que está por terminar y que no siga, cual culebrero paisa, confundiendo al pueblo con galimatías, disimulando que es el candidato de la continuidad o sea el Duque 2° o el Uribe 5°, como lo quieran decir ellas, ellos o elles. Fuerte abrazo.