Incautos, desinformados, o los que piensan con el deseo, incluidos los medios de información, en su momento dieron un enorme despliegue a los actos protocolarios, con presidente y altos funcionarios del Gobierno nacional y regional a bordo, como si se tratara de la segunda independencia de la región: ¡Electricaribe se iba del país! cuando la cruda realidad, como siempre, era otra.
Empecemos por informar que Electricaribe no se ha ido ni se irá de nuestras vidas por muchos años, primero porque lo que está es dejando es un negocio “hueso” del cual sale haciendo “moñona“. Paso a explicarlo.
La alaraca que hicieron dos representantes a la Cámara de la costa Atlántica en una supuesta presión al Gobierno para que sacara a Electricaribe del mercado de energía y la interviniera a través de la superservicios, en realidad era un lobby para que se le inyectara dinero de los contribuyentes, salvarla de la banca rota y volverla atractiva a cualquier oferente; y a la vez entregarle al nuevo operador (que ya era un secreto a voces, sería EPM) en bandeja de plata una empresa saneada y sin “chicharrones”.
Es así como la intervención a la empresa Electricaribe llegó cargada de retórica y discursos de “mejoramiento de la calidad de vida” y otras frases que suenan atractivas y engañan incautos; la primera decisión fue regalarles $400 mil millones para “…hacer las inversiones necesarias para mejorar el servicio“; y la segunda fue el anuncio de este Gobierno de asumir el pasivo prestacional de la empresa que no es colombiana, por si no saben es española, y que al momento de escribir este artículo no contaba con el dato sobre a cuánto ascendía este pasivo: ¿Supongo que ya se imaginan de dónde salió el dinero para esto?
La segunda movida de los dueños de Electricaribe (Grupo FENOSA) y que no ha tenido, ni tendrá ninguna difusión en medios, es la demanda internacional que nos pusieron en un tribunal de New York por incumplimiento a tratados internacionales vigentes con la UE y que el gobierno sabía que estaban vigentes y de lo cual se desprenden las siguientes inquietudes: ¿Por qué no se previó esta demanda? ¿O se hizo adrede porque saben que si perdemos la condena nos puede costar cifras de seis ceros en dólares? ¿A quién favorece una eventual condena a la nación por este tema? Y para adornar el pastel, el exministro Alberto Carrasquilla fue protagonista en este negociado.
La otra gran movida, es que las inversiones que anunciaron por más de $7 billones las harán vía tarifa, esto quiere decir que uno de los principales problemas que padecemos los usuarios de la costa, como son las altas tarifas no solo continuarán, sino que seguirán subiendo, pues se estiman aumentos entre un 15 y un 17 %, sumado al desmonte de los subsidios para los estratos bajos, que elevarían hasta en un 35 % el costo de la factura.
¿Ya se lo dijeron a los usuarios?
Por otro lado, lo que corresponde a las acciones que eufemísticamente llaman “controles de pérdidas” son las herramientas que el lesivo contrato de condiciones uniformes contenido en la Ley 142 les faculta para hacer y deshacer con el usuario lo que a bien tengan, contrato que usted no conoce pero que se lo imponen porque establece, además, entre otras salvajadas, que no puede rechazarlo, demandarlo o terminarlo.
Acciones como, por ejemplo, tasar el tope de reclamación en un 200 %, que se conoce como “desviación significativa“, palabras más palabras menos, es que le pueden cobrar hasta el doble de su consumo actual y no tiene otra opción que pagar, cambiarle el medidor a criterio unilateral de la empresa; o la asignación de supuestos fraudes también de manera unilateral, actuando como juez y parte en todos los procesos hacen parte del rosario de abusos de ese modelo contractual.
Y entonces, ¿Quién podrá defendernos? ¿La superservicios? ¿La CREG? Me imagino que ya sabe quiénes ponen a los superintendentes de servicio y quienes componen esa comisión reguladora; y lo peor es que vienen ahora por Emdupar. Pero no digamos nada, no nos dejemos quitar el puesto del país mas feliz del mundo, siendo así, “bienvenida” Afinia.