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Elecciones regionales: ¿Sirve el voto para algo?

“La democracia es el peor de los sistemas políticos, con excepción de todos los demás”, esta frase de la atribuye al político, historiador y periodista Inglés Winston Churchill, sin duda uno de los políticos más destacados del siglo pasado. Hoy, muchos aseguran que ese sistema: la democracia liberal, como la conocemos hasta ahora, está en crisis. Por muchas razones, entre otras que ya no genera la confianza y la seguridad de otras épocas. El debate está abierto…

Y en efecto, es la democracia la que permite la elección y renovación de gobiernos periódicamente, un cambio de un partido a otro, de un líder a otro; aun cuando se mantengan muchas políticas públicas y programas, por ejemplo, la lucha contra la pobreza, la política de salud y de educación, entre otras, que deben ser políticas de Estado y no de un gobierno.

En Colombia, desde la entrada en vigencia de la Constitución de 1991, tenemos un sistema de democracia participativa, con problemas, es cierto, con fallas, claro que sí, pero democracia al fin y al cabo. Esto que tenemos, con todas esas deficiencias, es mejor que cualquier dictadura de derecha o de izquierda. De eso que no nos quepa duda.

El próximo domingo, los colombianos tendremos la oportunidad de elegir nuevos Gobernadores, Alcaldes, Diputados y Concejales. Es una oportunidad que solo tenemos cada cuatro años y que, en algo, puede contribuir a mejorar las cosas en nuestras ciudades y departamentos.

En el sistema constitucional colombiano, los gobernadores son los promotores del desarrollo en su departamento, son los líderes del ejecutivo y gobiernan regidos por unas normas específicas para esos entes territoriales. Similar, el caso de los Alcaldes en sus municipios, son la primera autoridad y líderes de su desarrollo. Cada cuatro años se pueden renovar, sin relección inmediata. Los diputados integran las corporaciones que hacen las normas departamentales: las ordenanzas, y los concejales hacen lo propio en los cabildos municipales, por medio de los acuerdos. La Constitución de 1991 es una norma municipalista.

De otra parte, no podemos desconocer que afrontamos una crisis en nuestros partidos políticos. Tanto los tradicionales como los nuevos, no tienen la confianza plena de la ciudadanía, es evidente la falta de liderazgo, de responsabilidad con el estudio de los problemas del país y de sus regiones. Apenas funcionan para dar avales y mover a los electores con engañifas y malas prácticas. Es la dura realidad.

Además, nos falta mucho en la construcción de sociedad civil y de una ciudadanía mejor formada y mejor informada, pero, aún después de todo eso, debemos defender la poca democracia que tenemos. De allí que, además de ser un delito, no tenga ninguna justificación vender el voto o cambiarlo por cualquier otra prebenda.

Con el debido respeto por la libertad de expresión de cada cual, a mis lectores les sugiero votar y hacerlo a conciencia por las mejores opciones, o, si se quiere, por la menos mala. Pero votar. Y en caso de que no le guste ninguna de las opciones en el tarjetón de su ciudad o departamento: votar en blanco. Esta última es otra manera de manifestarse y tiene, también, validez política la opción del voto en blanco. La del domingo es una oportunidad que tenemos cada cuatro años y no la debemos desperdiciar.

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Carlos Alberto Maestre: