Posiblemente, esta misma semana sepamos quien sea el sucesor de Benedicto VI, el Colegio cardenalicio tiene una oportunidad propia del siglo XXI; son 95 hombres, con todas sus flaquezas y virtudes, los que tienen en sus manos esta decisión.
La iglesia católica tiene que decidir si asumir, en toda su extensión, el pensamiento cristiano, o ponerse del lado de unas ovejas descarriadas, que también se encuentran en esa iglesia. No podemos tapar el sol con las manos. Por ser una entidad terrenal, no podemos esperar divinidades pero si un código de principios que garanticen a la feligresía que su fe está justificada.Son muchos los comentarios y hechos que giran en torno a esta institución tan respetable y milenaria, donde hoy por hoy, la fe corre peligro.
Se comenta en muchos medios que la renuncia anticipada de Benedicto VI se vio forzada por dos hechos básicos: los hechos recurrentes de pederastia y la corrupción al interior de las altas esferas del Vaticano. Los grupos de presión interna, con tentáculos externos, le han hecho un grave daño a esta iglesia.
Parece que los escandalosos hechos de pederastia del cura Marcial Maciel, que no fueron resueltos, atormentaron demasiado a Ratzinger, quien parece sí quizo abordar este proceso. Basta recordar las peligrosas relaciones de la mafia masónica del P2, con Giulio Andreoti a la cabeza y el Banco Ambrosiano, un lavador de dineros, y el Banco Vaticano. Estas dos instituciones llegaron a caminar juntas. Roberto Calvi, en nombre del B. Ambrosiano, hacía cuantiosos préstamos a empresas fantasmas regadas por varios países, que tenían cuentas en el B. Vaticano.
En esta escena estaba presente el cardenal de los EE.UU, Paul Marcinkus, secretario del B. Vaticano, quien había sido nombrado por Paulo VI y elevado a la categoría de presidente, dos años después, en 1971, pese a que ya existían los comentarios. Con todo esto, Juan Pablo II mantuvo a Marcinkus en su puesto. Dicen que este fue el principal error de Paulo VI, que le costaron 240 mil millones de dólares al Vaticano.
También, Michel Sandona, un mafioso de la democracia cristiana, hizo una fortuna como asesor financiero de Paulo VI cuando este era obispo de Milán, meca del cardenalato italiano. Estos sucesos fueron dolorosos y la historia no olvida. Roberto Calvi, llamado “el banquero de Dios”,fue ahorcado extrañamente y Sindona fue envenenado. Una investigación, contenida en “Discepoli di Verita”, afirma que la extraña y prematura muerte del papa Juan Pablo I, tiene nexos con estos episodios.
Este es apenas una muestra de los intereses que allí se mueven. Por mas que estén incomunicados y por mas que esperen la orientación del mas allá, lo cierto es que aquí sí existe pulso de fuerzas. El solo Milán arranca con 28 cardenales que manejan el poderoso cardenal Bertone, el camarlengo, y Scola, otro hombre de gran influencia en el Vaticano; esto es un tercio de los votos necesarios; si le añadimos los seis alemanes, los seis de las EE.UU, los cinco canadienses y los cinco brasileros, ya se está en condiciones lograr los dos tercios requeridos. Podemos decir que la línea Milán se puede salir con la suya.
Esperamos que el humo blanco sea el fruto de un proceso serio de reflexión futurista, que le de tranquilidad a los cristianos que están en la cruz.