En la edición del viernes, en EL PILÓN entrevistamos al exministro de Hacienda y precandidato presidencial, Mauricio Cárdenas, a propósito del lanzamiento de su libro ‘Cómo avanza Colombia’. El exministro conservador es un defensor a ultranza de que en Colombia no estamos tan mal como dicen los pesimistas, los que él considera quieren patear la mesa, romper el vaso y empezar de nuevo. Para Cárdenas, a paso lento, pero hemos avanzado bastante, como dice su libro. Es de los que ve el vaso medio lleno.
“Pasamos de ser un fracaso en cuanto a carreteras, a ser el país que está construyendo más que cualquier otro en Latinoamérica; éramos un país que no lograba disminuir la informalidad y antes de la pandemia este índice bajó; no teníamos éxito en la lucha contra la evasión de impuestos y ya se han dado pasos importantes en este tema; no había avances en materia deportiva y hoy los deportistas se destacan en las competencias internacionales, aclarando que tampoco somos potencia. Algunas áreas en las que no éramos buenos, hoy ya hemos mejorado y sobre eso debemos derivar algunas lecciones”, señaló el exministro.
Y tiene una dosis alta de razón. Sin embargo, acepta, y compartimos esa visión, que la estructura social y la del Estado necesitan una transformación para corregir aquello que no está bien, y que justamente ha permitido que crezca el discurso que todo debe cambiarse.
“La clase política ha perdido credibilidad y por eso surgen estos caudillos que cautivan la opinión con el rechazo al sistema. Ellos tienen una ventaja, por eso el reto es hacer el cambio sin patear la mesa, conservar lo bueno y reformar lo malo. La institucionalidad política está propensa a la corrupción. Si se hacen las cosas con pragmatismo lograremos conservar las cosas buenas, en cambio empezar de cero significa llevarse por delante lo bueno y lo malo”, agrega.
Pero, como se ha dicho mil veces en la literatura, y se ha comprobado en la política, el pesimismo vende más. Es más fácil y retiene más apoyo decir que todo está mal.
Pero, ¿es lo ideal? ¿Ser pesimistas nos permite avanzar?
“La proporción de sentencias cargadas de escepticismo siempre será más elevada que la de frases ilusionantes. Y ya no tanto porque la realidad empuje a ello, sino porque el pesimismo vende. Envuelve al individuo con su pátina de inteligencia”, decía un columnista de El País de España.
¿Es de ilusos pensar que las cosas van bien, que hay mucho que mejorar, pero vamos por el camino? El problema es que el pesimismo es parte de nuestro cerebro, o al menos este se inclina hacia allá. “Los datos demuestran que, en comparación con épocas pasadas, vivimos mejor que nunca. Pero la inclinación del cerebro humano es prestar más atención a las noticias negativas y ponerse en alerta. Ser conscientes de ello ayuda a corregirlo”, agrega El País.
¿Cederemos ante la creencia que todo está mal o aceptaremos que necesitamos cambios sin necesidad de patear la mesa y destruir lo que nos ha costado tanto esfuerzo? Y no nos referimos a un candidato ni a un político. Es imposible que una persona sola haga todo. Nos referimos al actuar diario como sociedad. Colombia necesita reformarse así misma, madurar, pero sin autodestruirse. Empecemos por entender las diferencias, por aceptar el cambio.