Por: Indalecio Dangond Baquero
“Cuando uno es presidente se le rinden honores, salvas de veintiún cañonazos y todas esas cosas. Pero hay que recordar que no son para uno: son para la presidencia”. Esta reflexión de Harry S Truman, un agricultor de Missouri que llegó a ser vicepresidente de Franklin D. Roosevelt, hasta que el fallecimiento de éste le convirtió automáticamente en presidente de los Estado Unidos, en 1945, y reelegido en 1948, para un segundo mandato hasta 1953, me puso a pensar cómo será el futuro del presidente Uribe y del nuevo Gerente que ha llegado a la Casa de Nariño, con una nómina de lujo a dirigir nuestro país por los próximos cuatro u ocho años, si el presidente Santos decide seguir los pasos de Truman o de su antecesor.
En alguna ocasión afirmé que no iba ser fácil superar el voltaje tan alto que dejaba Uribe como buen gobernante, pero hoy me doy cuenta que el Presidente Juan Manuel Santos puede llegar a superar lejos, esta capacidad de gestión. De golpe Santos no fue el mejor candidato, pero como presidente resultó ser el más completo, porque reúne las cualidades de los nuevos líderes: tiene integridad impecable, desempeño exitoso, capacidad de negociación, sensibilidad social, buena planeación y orientación a la acción, con lo cual le dará un impulso fresco a la conducción del país en los próximos años.
Para nadie es un misterio, que con el Presidente Santos habrá continuidad pero no continuismo del estilo de gobierno de Uribe. Con solo observar el equipo de gobierno del uno y del otro, nos damos cuenta que mientras Uribe se echaba al hombro todo el pesado fardo de las grandes responsabilidades, Santos ha creado un súper equipo y está haciendo alianzas con otros equipos, para avanzar velozmente por el camino de los buenos resultados de su administración. El está dispuesto a adoptar una postura independiente con el carácter que siempre lo ha identificado cuando le ha tocado desafiar situaciones preestablecidas y con la determinación suficiente para convertir en realidad nuevos paradigmas. No se trata simplemente de mejorar lo que Uribe dejó andando bien, en muchos temas hay que hacer cambios de fondo. Y eso requiere del talante del presidente Santos con un equipo de grandes ligas.
Ya lo había anunciado en su primera cumbre de ministros en Anapoima, cuando dio a entender que en su gobierno no imperará la superficialidad y la improvisación, y estableció una ruta de trabajo donde sus servidores públicos no solo deben hacer las cosas bien hechas, sino, que también tienen que actuar con honestidad, ética y responsabilidad. Bajo esta línea de gerencia es donde uno encuentra la diferencia entre el gobierno saliente y el entrante.
Desafortunadamente al presidente Uribe se le colaron muchos mediocres bien educados que cayeron en los que los estudiosos llaman “la parálisis del análisis”, y por no llegar al origen de los problemas, muchos programas de su gobierno que tenían un diagnostico claro y un buen plan de acción, se quedaran en el papel.
Estoy totalmente seguro que el ex presidente Alvaro Uribe Velez será recordado en todos los hogares de nuestro país como un líder fiel a los principios de la constitución, de amor por su patria y defensor de las libertades de los colombianos, a pesar de los errores y escándalos de corrupción cometidos por algunos de sus funcionarios más cercanos. Como decía el sabio Salomón: “Los justos dejan buenos recuerdos; la gente mala pronto es olvidada”.