Por Leonardo José Maya
MI SONRISA
Donde andarás ahora que enfrento la nada
Nunca más he vuelto a verte
Dime tu adonde se fue ese amor
Por el que tanto me peleabas.
Me dejaste ir por el mundo
Dando tumbos con mi suerte
Intenté vivir sin ti
Y solo encontré el dolor
Tú me lo decías y tarde lo aprendí
Es despiadado el amor cuando no entregas amor
Hoy soporto tu recuerdo todos los días de mi vida
A veces sonrío sin motivo y sin razón
Pero mi sonrisa se parece mucho al llanto
Y eso es por amarte ahora
Eso es por amarte tanto.
EL RETO
Alguien propuso un reto ante sus amigos para demostrar sus virtudes con las damas, aseguró conseguir el amor de una chica en franca lid como si fuese un duelo de caballeros. Comenzó con los mismos trucos que todos los enamorados conocen desde hace siglos, obsequios especiales: perfumes exóticos, finísimas sedas de oriente, flores del trópico, pero nada consiguió.
No se puede llegar al corazón de una mujer si no es por el sendero del amor y este comienza en los oídos. Pensó.
Cambió de estrategia y llegaron las serenatas. Sin darse cuenta el reto se le fue convirtiendo en algo mayor. Comenzó a sufrir por ella, la buscaba, la soñaba. Se había enamorado. Después le escribía canciones románticas que él mismo cantaba en su ventana con músicos de ocasión, más tarde aprendió a tocar la guitarra solo por ella y cualquier noche aparecía con sus cantos lastimeros. La chica permanecía inamovible.
Para él ya no era un reto. Era un sentimiento y lo resumió en una frase sincera que le escribió: ‘El guerrero se cree valiente porque tiene espadas para romper cadenas, yo creo amarte porque siento como se rompe mi corazón por ti’.
Después comenzó a escribirle poemas y frases hermosas que dejaba colgando en las flores del camino para que ella los encontrara. Una noche hablaron pero nada cambió, al día siguiente la vio iluminada por un tenue gesto de placidez en los labios que el interpretó como una leve indecisión.
Al atardecer ella encontró un verso en su ventana. Anoche soñé que me mirabas, hoy me miraste sonreída, ahora no sé si el sueño fue anoche o esta mañana.
Ella leía todo con entusiasmo, pero nunca se decidió a afrontar la realidad de los versos, sin imaginar cuánto perdía por el temor a perder.
Un día se le presentó con trescientos poemas hermosos que había recibido en dos años de asedio. Él los recibió a cambio de desistir de su fervor. Los poemas fueron publicados con éxito rotundo.
Hoy es famoso por su lírica exquisita y sostiene ante el que quiera oírlo que ese libro es lo mejor que le ha pasado en la vida, pero el sentimiento y dolor que describen encierran dudas. Puede ser una excusa de poetas para justificar su derrota en el reto del amor.