José M. Aponte Martínez
Quienes como los doctores MiltonHabib Molina, Orlando Torres Sánchez y yo, tuvimos el placer de leer novelas del oeste, especialmente a Silver Kane y Marcial La Fuente Stefania, sabemos que Jesse James, Wild Bill, Hickok y Billy The Kid, fueron los pistoleros más diestros y siniestros que hubo en esa época tenebrosa de la historia de EE.UU, aprendimos que fueron “aves de corto vuelo”, de corta vida, pues al más famoso lo perseguían para enfrentarlo en duelo, los que se creían superiores y sí lograban su hazaña, heredaban su fama, que eran unos reinados efímeros.
Lo mismo sucede en nuestro medio con los dueños y criadores de gallos finos, que levantan hermosos animales bien alimentados y probados en correteos y topas que les permiten seleccionarlos para enfrentarlos a los mejores de otras cuerdas que han tenido igual trato o que, como es costumbre entre ellos, cuando un gallo gana, alguno salta al ruedo, lo coge, se lo mete debajo del brazo y le dice al dueño: este gallo es mío y el propietario, si es Checho Castro más rápido, tal como pasó con el famoso gallo La Mecedora con Enriquito Orozco, le contesta: “lléveselo” pero me da una polla y Enriquito, el bueno, peleador y único, en reciprocidad no le dio la pollita sino que le mandó su mejor ejemplar “Los Amores de Petrona”.
En Urumita, Carlos José Aponte López, más conocido como “Cabiche“, gallero ampliamente reconocido, sacó una nidá de 4 ó 5 pollitos y los crió con mucho cuidado y esmero y con sus hermanos Chalalo y Nando y su otro hermano Jaime López, los pelearon y solamente sobrevivió uno, un bello y majestuoso plumífero brillante, chino, grande (3.10) y cola muy larga, que “Cabiche” muy burlón y ponedor de cebo le puso el “Tun tu neco”, palabra que pronunciaba dando brinquitos, que comenzó a hacer destrozos en las galleras de todos estos pueblos y que su dueño cada vez que ganaba, con ternura lo cogía, lo besaba y se lo llevaba al pecho y bailaba el “tun tu neco, añadiendo”; “este es Aponte”.
Llegó la noticia donde Enriquito Orozco, el más afamado gallero de la región y preparó o mejoró a “Caraballo”, un gallo negro gallino que también venía haciendo diabluras con las espuelas y el pico y el 2 de Febrero de 1966, día de la Virgen de La Candelaria, patrona de Villanueva, se enfrentaron; la pelea como todas las del TUNTU fue rápida y el pobre “Caraballo” no alcanzó siquiera a picar, cuando cayó fulminado por docenas de puñaladas que le propinaron las afiladas espuelas de su contendor y pasó a ser una víctima más del famoso gallo.
Así cayeron otros como “Hacelo Piá” de Miguel Celedón en Villanueva, en el propio Urumita, en San Juan, en Riohacha, en Codazzi, hasta cuando el Doctor Manuel Moscote Mejía “Ticoqui”, le compró al famoso gallero, Carlos Loaiza, un extraordinario gallo que peleaba en el Magdalena, Atlántico y Bolívar, llamado “Paraco”, que en sus patas tenía un potroso lleno de avispas que no picaban, sino que espoleaban, para enfrentarlo al legendario gallo de “Cabiche”.
Casi eran del mismo color, el Tuntuneco chino claro y el “Paraco” chino tirando a negro; al “Paraco” lo calzó el Negro Morón, diestro en esta actividad, famoso y experimentado gallero y al Tuntuneco lo armó Carlos “Chalalo Aponte” y el 29 de Abril de 1967, no es exacto, se abrieron las puertas de la Gallera de Miguel Yaneth en el Centro y se enfrentaron “Tuntuneco” y “Paraco”, los picaron “Cabiche” y el “Negro”, pues no había jaula; sueltos, se miraron, se estudiaron y se rebrujaron en el aire, pero cuando cayeron al suelo, “Paraco” no se levantó más, pues las espuelas de “Chalalo” le destrozaron el corazón y “Chalalo” fue declarado el mejor calzador del año y el “Tuntuneco”, el mejor gallo que en esta región ha existido, según el “Cuba”, el “Cabezón” y “Jorgito” no tenía un rasguño, no lo lavaron.
No contento con esto, “Ticoqui” le compró otro gallo probado a Vicente Caballero en Pivijay y le puso La Venganza, que también cayó arrodillado con los ojos exorbitados y una catarata de sangre por la boca y una morcillera donde fluía la sangre sin control ante el famoso e inigualable Tuntuneco.
Paradójicamente el Tuntuneco no murió peleando, sino víctima de una oncita o un zorro en una finca de Fabio Lacouture, quien se lo había llevado para cogerle cría y por eso no dejó descendencia.
Felices pascuas