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El triste adiós a nuestras glorias de la cultura

El folclor vallenato, ese mundo constituido por tantas figuras talentosas, se encuentra de luto en estos actuales momentos.

Por la partida del legendario acordeonero y quinto rey de la Leyenda Vallenata, Miguel López Gutiérrez, nacido en el municipio de La Paz, pero reconocido como propio en el país que ama el vallenato auténtico.

Lamentamos que, durante los actos fúnebres de este maestro del acordeón, no se percibió, como era de esperarse, la solemnidad de la grandeza del músico que se estaba despidiendo llamado a convocar a lo más granado del género musical vallenato.

Se notó la ausencia de los reyes, en especial de los Reyes de Reyes como Hugo Carlos, El Cocha y Almes, ejecutores de una línea que trazó con sus notas este otro ‘viejo Miguel’, recordado siempre por la mágica interpretación de ‘los bajos’.

“No se encuentra explicación alguna para que estas figuras del folclor no hayan asistido, la única lógica que se le podría aplicar serían los compromisos contractuales, pero esto fue a mitad de semana, entonces no entendemos qué pasó”, comentó al respecto el historiador folclórico Celso Guerra Gutiérrez.

Esa misma sensación, pero en menor proporción, quedó con la despedida de Jorge Oñate, aunque era de esperarse debido a todas las limitaciones producto del entonces temido Cóvid-19.

Duele pensar que nuestros músicos prefieran darles prioridad a compromisos comerciales por encima de los momentos únicos de nuestro folclor. ¿Algún pronunciamiento de esa situación por la Fundación del Festival? ¿De Sayco? Porque el mundo vallenato quedaría con una deuda a la memoria del maestro Miguel López Gutiérrez y una escultura convertida en caricatura.

Botero. Una pérdida universal

Es una pérdida que rebasa las fronteras patrias la del artista de artes plásticas, Fernando Botero. Por su reconocimiento a nivel internacional, dejando ejemplo, huella y obra en muchos países, en los grandes museos, avenidas y parques de ciudades principales del orbe, sus primeras ilustraciones de adolescente de periódico en El Colombiano de Medellín, su postura frente a la violencia nacional y mundial y su desprendido gesto de donar buena parte de su costosa obra a nuestro país. Salta a los ojos el buen arte, sus formas peculiares y la estética en sus pinturas y esculturas. Al recordar al buen y disciplinado maestro, es ocasión, primero, de resaltar la necesidad de que se abra el Museo de Arte y Arqueología de Valledupar, MAV, y, segundo, que las esculturas de la ciudad no pierdan la calidad y estética, que marcaron obras como la Revolución en Marcha, María Mulata, El Pedazo de Acordeón, Los Gallos, ante tal profusión de acrílicos y resinas en distinción a nuestros personajes del folclor, que ha advertido, al volver a la ciudad materna, el fundanense Carlos López Gutiérrez .

“Lo que se viene, si no se para, es una inundación horrorosa, irreparable, e infinita, si se cuentan a todos los acordeoneros, cantantes, compositores, cajeros, guacharaqueros y parranderos que esperan su turno”.

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