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El tren de los candidatos

Según las encuestas son dos los trenes de los candidatos que están en la recta final por la alcaldía de Valledupar. Hay un tren, de muchos vagones, que conduce un maquinista de experiencia, de carisma popular, a quien sus seguidores le cantan: “Qué puedo hacer por ti…”, y por las esquinas riegan heráldicos colores con su nombre. En cada vagón los pasajeros flamean banderas de euforia y como buenos cristianos repiten esta paremia, que es una variante del evangelista Mateo (7:16): “Por sus obras lo conoceréis. Éste es el hombre que viene a arreglar esto”.

Este tren es uno de los favoritos. Sigue mirando hacia adelante, a ritmo seguro y sin prisa, para que nuevos pasajeros puedan subirse y llegar victoriosos a la meta. Algunos pasajeros que iban en otros trenes rezagados se han sumado a esta caravana, no quisieron aplicar el pensamiento del filósofo del fútbol: “perder es ganar un poco”.

El segundo tren va cercano y su conductor irradia la vitalidad juvenil y la tradición política de sus ancestros. Desarrolla un discurso transparente, emotivo y va sumando adeptos con su lema: “Vamos a poner orden”. Pero los expertos en lides políticas aducen que todavía le falta seguir viajando para adquirir experiencia en el dominio de los secretos administrativos.

Hay otros trenes, conducidos por mujeres, que también llaman la atención. De esos, también van tres con elegantes maquinistas; son reconocidas exfuncionarias de la administración Municipal. Una lleva la impronta de una dinastía, brilla en sus ojos la inteligencia, y con el fervor de la elocuencia socializa sus propuestas para sumar electores que le permitan llegar al palacio Departamental.

Las otras dos maquinistas, se muestran con sentido social, liderazgo y capacidad de gestión; una, por etimología de su nombre, es mujer luchadora y de oratoria enérgica; la otra, de trabajo incansable, reflexiva en su expresión y brilla como el Sol. Ambas dirigen su ruta hacia la Duma.

En calles de la ciudad se alcanza a ver un pequeño tren que se estaciona cerca del parque Los Cortijos, y gira por el Barrio con su apellido. Su corazón y su ruta es el recinto de una esquina de la “Plaza de los Reyes”.

Y quienes después del largo viaje no alcancen el podio de los elegidos, no se consideran perdedores porque ganan experiencia y sabiduría, y vendrán nuevas oportunidades.

Para ellos un fragmento del poema Ítaca, de Constantino Kavafis: “Cuando emprendas tu viaje pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. A los Lestrigones y a los Cíclopes, al enojado Poseidón no temas, tales en tu camino nunca encontrarás, si mantienes tu pensamiento elevado, si selecta emoción toca tu espíritu y tu cuerpo. No los encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si tu alma no los coloca ante ti”.

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