Por: Amylkar D. Acosta M1
No se puede perder de vista que uno de los principales obstáculos que enfrenta Colombia para mejorar su competitividad es precisamente el déficit y las falencias en materia de infraestructura, particularmente en materia de de transporte. El más reciente reporte de competitividad del Foro Económico Mundial pone de manifiesto la gran mediocridad de colombia, al ocupar el puesto 108 entre 139 países evaluados en el ranking en infraestructura vial.
La clave en la economía de transporte para la movilización de la carga está en el transporte intermodal y así lo han entendido otros países más próspero que el nuestro. Por ejemplo, en la Unión Europea el 60% de la carga se moviliza a través del transporte intermodal, lo cual contrasta con el 1.5% de Colombia. Ello repercute en los costos del flete, dado que el transporte por carretera (70%) es sensiblemente más costoso que el férreo (27%) y el fluvial (2%) y la preponderancia del primero nos mata.
Veamos los costos comparativos de una y otra modalidad: el flete por tonelada/kilómetro a lo largo del Río Magdalena entre Honda y Barranquilla, trayecto este de 900 kilómetros, en tractocamión cuesta US $0.12, en ferrocarril entre US $0.03 y US $0.04 y por vía fluvial, utilizando botes con capacidad de 80 contenedores de 20 pies, 40 en cada uno de los dos niveles, cuesta US $0.02. Es decir, que el transporte de carga por carretera cuesta 6 veces con respecto al transporte por el Río. Ello explica que el flete represente para las empresas colombianas un 52% de sus costos logísticos, lo cual significa una tara que incide en el precio final del producto a la hora de colocarlos en los mercados, lo cual afecta enormemente su competitividad, sobre todo en tratándose de la exportación de los mismos.
Por ello no es extraño que uno de los proyectos identificados como estratégicos de este país en el ejercicio que se hizo para concertar la Agenda para la productividad y la competitividad (AIPC), fué precisamente la recuperación de la navegabilidad del Río Magdalena, para integrarlo a los llamados corredores de la competitividad, empresa en la cual desde luego CORMAGDALENA está llamada a jugar un rol de la mayor importancia. Y no es para menos, pues su adecuación mediante el dragado de su lecho y la habilitación de sus puertos para hacer de él una hidrovía expedita y barata cuesta aproximadamente US $1.5 millones por kilómetro, costo este que se compara muy favorablemente con lo que cuesta, por ejemplo, un kilómetro de doble calzada del proyecto de la Ruta del Sol, el cual cuesta US $7 millones. Esto lo decimos no para concluir que no se justifica este último, sino para resaltar que la navegabilidad del Río es el complemento perfecto de la malla vial que necesita el país para su inserción exitosa en las corrientes de comercio internacional, al tiempo que contribuiría a la mayor integración regional habida consideración de que gran parte de las regiones del país están embotelladas e invertebradas por falta de vías.
Según cálculos del director de CORMAGDALENA Gonzalo Botero, su habilitación para hacer del Río una verdadera autopista acuática puede costar entre US $800 mil millones y US $1 billón de dólares, cifra esta modesta si la comparamos con los US $1.1 billones, que sería el costo inicial del proyecto de la Ruta del Sol, aunque acaba de advertir el Ministro de Transporte que hay un alto riesgo de que el costo sea mucho mayor debido a fallas en su estructuración2. Otro referente importante es el costo del proyecto del Oleoducto Bicentenario, US $4.200 millones, el cual se extenderá desde Casanare hasta el Puerto de Coveñas en Sucre, para evacuar el crudo que en este momento transportan más de 1.200 tractomulas que están a punto de colapsar las vías carreteables y el año entrante será el doble. Qué esperamos para hacer del Río Magdalena el eje de nuestro sistema vial?