El control de la movilidad en Valledupar, un problema de antaño de esta ciudad, deja la sensación en la opinión pública de que esa situación pareciera no tener una solución definitiva. Salen y entran los viejos y nuevos gobiernos del municipio y la situación continúa igual o tal vez peor en cada periodo administrativo, en donde los anuncios de medidas y estrategias adoptadas no han colmado las expectativas de una ciudad que pretende modernizarse y mostrarse atractiva.
Son muchas las variables que intervienen en el fenómeno, las cuales deben ser bien analizadas al momento de tomar decisiones en aras de soluciones eficientes y eficaces, complejidad que amerita el desarrollo de procesos pedagógicos y del trillado concepto de cultura ciudadana, y decimos trillado porque este se ha quedado en solo teoría, con pocas acciones convincentes y resultados concretos.
No es evidente tampoco ninguna actividad visible en la actualidad en el sentido de propiciar, incentivar comportamientos de cultura de buen tránsito en la ciudad. En alguna información de este diario mostrábamos la sorpresa de un turista extranjero, residente en varios países del África, que al visitarnos se sorprendió, al no haberlo visto antes, de que en Valledupar los motociclistas se pasaban los cruces viales con los semáforos en rojo.
Es preciso tener en cuenta la forma como los expertos conciben el concepto de tránsito y movilidad, según ellos los dos términos no son lo mismo. “Tránsito es la visión simple y movilidad es la mirada compleja del desplazamiento de personas, animales y vehículos de un lugar a otro. La movilidad cubre tanto el desplazamiento físico como el movimiento virtual”. Es moverse de verdad y percibir que se puede uno mover.
Bajo esa premisa debe encararse el problema, pero lo que vemos son acciones aisladas. Además, la organización tanto de la infraestructura física como administrativa de la sectorial que maneja el tema en Valledupar se muestra ineficiente, poco comunicativa, sin mejoras evidentes, vicios y males crónicos que merecen correctivos.
Frente a toda esta complejidad resulta un avance plausible pero irrisorio la medida de vincular a 30 nuevos agentes de tránsito para resolver los problemas de movilidad en Valledupar. Frente a los problemas las respuestas deben estar acorde al tenor de la gran dimensión del problema.
Se entiende que esa vinculación de nuevos agentes de tránsito es una medida provisional, mientras se definen las grandes soluciones, pero se corre el riesgo de que estas se queden por siempre, se sustituyan los permanentes convenios con la policía apoyando la labor de tránsito que incorpora más funcionarios al control, y el problema siga agudizándose cada día.
Tampoco se cuenta con dotación de grúas para retirar vehículos mal parqueados. En consecuencia, seguimos los ciudadanos y conductores, más parados y mal parqueados.