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El trabajo entusiasta

“… que trabajando sosegadamente, coman su propio pan”. 2Ts 3,12

Dios ha establecido leyes universales, que no hacen distinción de personas y nos gusten o no, invariablemente se cumplen. Si descubrimos cómo funcionan y las usamos, operarán para nuestro beneficio; si no les hacemos caso, hallaremos que operan en contra nuestra.

Una de esas leyes absolutas, que al seguirla nos asegurará una tremenda aventura en la vida, es el entusiasmo por el trabajo. No simplemente el tener un trabajo, sino el aprender a entusiasmarnos con el trabajo que tenemos.

Casi siempre, añoramos el trabajo que no tenemos, idealizamos un trabajo encantador, inconformes con el trabajo que tenemos ahora; pero, el trabajo en términos generales implica detalles, monotonía, preparación, esfuerzo, cansancio. Eso es lo que tenemos que vencer, sin que importe cuál sea nuestro trabajo. Por supuesto, que es fácil entusiasmarse con algo que no estoy haciendo; pero si tengo que hacerlo, y tengo que aprender, crecer, planificar y perseverar, entonces el trabajo no es tan divertido.

Amados amigos lectores, la motivación de hoy es que aprendamos a entusiasmarnos con nuestro trabajo, no con el trabajo de otra persona; no con el trabajo que voy a hacer algún día, sino con el que hago ahora, por desagradable que me parezca. Y claro que si podemos entusiasmarnos con ese trabajo desagradable, será tremendo si se vuelve agradable.

No siempre encontraremos el trabajo que nos gusta hacer, a muchos no les gusta lo que están haciendo ahora por culpa de la paga, el clima laboral, los jefes, el horario, en fin. Debemos reconocer que nos gustan más los descansos, las vacaciones, las convenciones, los largos almuerzos y las comisiones y aumentos de salario; pero en vez de eso obtenemos disgustos, angustias, cumplimiento de metas, regaños de los jefes y rechazos.

Sí no nos entusiasmamos con lo que no nos gusta hacer, difícilmente obtendremos lo que sí nos gusta. Como dice la sabiduría de nuestros abuelos: “para tener el trabajo que queremos, debemos tener trabajo”. O como la lección de la parábola de los talentos: “si somos fieles en lo poco, el Señor nos confiará lo mucho”. Debemos aprender que la vida no es hacer lo que nos gusta hacer, sino hacer lo que debe ser hecho.

En estas épocas en donde los índices de desempleo aumentan, lo más emocionante del mundo es poder trabajar. ¡Tener trabajo, cualquier trabajo es un privilegio! El tipo de trabajo no hace a una persona, pero cualquier persona que se entusiasme con el trabajo que hace, le puede dar sentido al trabajo.
Una de las tareas más difíciles que afrontaremos en la vida es aprender a entusiasmarnos cada día con lo que estamos haciendo. El trabajo en la vida es aprender a entusiasmarse con el trabajo, dándole un sentido de importancia e urgencia, no al trabajo que voy a hacer, no al trabajo que quisiera hacer, sino al trabajo que estoy haciendo ahora. El sentido de valoración e importancia por lo que hacemos, podrá transformar un trabajo monótono, aburridor y de baja categoría en una profesión brillante.

Pidámosle a Dios que nos dé un sentido de urgencia e importancia respecto a nuestros trabajos, disfrutemos lo que hacemos y comencemos a vivir. Como diría el gran filósofo, Diomedes Díaz: “Si quieres ser zapatero, tienes que ser el mejor”.
Recordemos: Seamos fieles en lo que hacemos para alcanzar lo que deseamos.
Abrazos en Cristo y disfruta de tu trabajo…

Valerio_Mejia_Araujo: