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“El título es una provocación”: Felipe Núñez presenta ‘Todos somos islas’ en Valledupar

Felipe Núñez Mestre, escritor.

Felipe Núñez se dio a conocer en la literatura nacional con un cuento premiado por La Cueva; en 2018 ganó el Premio de Cuento Ciudad de Bogotá y su ópera prima, ‘Todos somos islas’, ganó hace un par de años uno de los premios literarios más importantes de América Latina, el Casa de las Américas. Tres jonrones seguidos, ni un solo out de momento y todas las bases llenas y a la espera del próximo batazo. 

De la nueva camada de escritores nacionales que se abren camino con fuerza, tanto en el país como en el subcontinente, él es quizás uno de los más comprometidos con la literatura. Es la suya una vocación que asumió con un compromiso rayando en lo obsesivo. Para ello dispone de dos grandes talentos: una capacidad de análisis y observación que no deja de sorprender a quienes lo conocen y una disciplina militar, quizás herencia paterna, a toda prueba. 

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‘Todos somos islas’ fueron cuentos de cocción lenta, algo exótico en estos tiempos de inmediatez. La paciencia es ese soplo que agradece tanto la literatura, la paciencia para encontrar la palabra justa de la que hablaba Flaubert, para poner cada punto y cada coma en su lugar, para darle al texto el ritmo que requiere, ese que impide que el lector se duerma y lo cierre. Pero también, y quizás más importante en estos tiempos de exaltado narcisismo, la paciencia para no correr a publicar lo que todavía no está a punto, el arroz al que aún le falta más de un hervor. Porque la literatura, como la buena cocina, también exige ser servida cuando esté al dente. Hay aquí un trabajo artesanal, hay oficio, precisión y orfebrería. No se trata de contar un cuento por contarlo, ni tampoco de saber contarlo, sino hacerlo con el regocijo con que se cuentan en las parrandas las historias detrás de los cantos vallenatos.

En el marco del proyecto FormARTE, que hace parte del programa nacional Sonidos para la Construcción de Paz en alianza con la Fundación Batuta, la Orquesta Filarmónica del Cesar y la Feria del Libro de Valledupar (FelVa), el cual busca desarrollar habilidades artísticas en niñas, niños y adolescentes en la ciudad, dinamizar la cultura y generar espacios de formación de públicos promocionando el conocimiento de las artes, este viernes se inaugurará una serie de conversatorios y talleres semanales con importantes y connotados artistas nacionales de la música, la literatura, la pintura y el teatro. Felipe Núñez Mestre, nacido aquí, pero con una obra que comienza a ser reconocida internacionalmente, será el primero de ellos.

Alonso Sánchez: Tú papá es de Chiquinquirá, de profesión militar, lo que de niño te llevó a vivir en muchas ciudades del país. Los Mestre, en cambio, son una de las familias de más fuerte raigambre vallenata. ¿Qué es lo que más te revuela las nostalgias vallenatas? 

Felipe Núñez Mestre: La voz de Elisa Mestre, mi madre.

Has vivido la mayor parte de tu vida entre Valledupar, Bogotá y Buenos Aires. Sin embargo, estás empeñado en narrar tu propio Caribe, una mezcla de muchas ciudades de la Costa. ¿Acaso esa obsesión brota de querer arraigarte en un lugar inventado que sea completamente tuyo? 

Encuentro en las tradiciones literarias del Caribe preocupaciones comunes, luces y sombras que me ayudan a comprender quién soy y cuáles son las particularidades del lugar del mundo en que nací. No siento nostalgia de infancia por ningún lugar y supongo que las literaturas del Caribe suplen esa carencia. 

Felipe Núñez Mestre presentará ‘Todos somos islas’ este viernes a las 5:30 p. m. en la Casa de la Orquesta Filarmónica del Cesar. Entrada libre para todo público.

Nuestros cantos son ricos en temas y usos del lenguaje. Tenemos una canción para todo, buen oído para las métricas y memoria musical. ¿Hay algo en tu obra que refleje la permanente musicalidad o la exuberante literatura oral de nuestra región? 

La oralidad es un tema presente en la literatura universal. Desde los cantos de La Ilíada hasta el Premio Nobel de Literatura otorgado a Bob Dylan, la música y la sonoridad del lenguaje han interesado a los escritores. Imagino que Shakespeare introducía pequeñas variaciones en Hamlet cada vez que la veía representada. Mi literatura persigue las particularidades de nuestra voz, las violencias y bellezas que encarna.

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¿Algún canto vallenato en especial que te identifique? Ojo: no que te guste, sino uno que te diga “este soy yo”. 

Nativo del Valle, de Beto Murgas.

Cometiste poesía antes que narrativa. ¿Hay algo en ti de poeta frustrado? ¿Te habita algún sentido trágico? 

Quise escribir poemas hace diez años, pero no logré ni un solo verso bueno. Vivo tranquilo con la idea de que nunca le llegaré al tacón de la sandalia a los poetas que admiro.

Las editoriales suelen descartar los cuentos con facilidad porque, afirman, la novela se lee más. Tú le apuestas a los cuentos. 

Todos somos islas’ es un libro de cuentos. En algún punto de la pandemia me di cuenta de que todos los cuentos sucedían en la misma ciudad, en un tiempo más o menos parecido y que todos estaban habitados por personajes solitarios. Hay personajes que se repiten de un cuento a otro y en algún punto pensé que sería una buena idea darle la forma de novela, pero fracasé en el intento. El libro me convenció que su género era el cuento y me convirtió en cuentista.

¿Cuál es la génesis de estos cuentos, ¿cuál fue el primero que escribiste?; ¿cuántos cuentos descartaste, cuál el último, cuál te costó más redondear y cuál fue el que, en tu cabeza, los vinculó a todos? 

El primer cuento que escribí es ‘El llanto de las bestias’ que ganó el Premio Nacional de Cuento La Cueva en 2014 con el título ‘Ábrakadáber’. Se me ocurrió en una clase de Responsabilidad Estatal, mientras estudiábamos la masacre de Trujillo, Valle del Cauca. Descarté cien mil palabras del borrador original de ‘Todos somos islas’.

La soledad es la gran protagonista de este libro, más incluso que sus mismos personajes. Los cuentos giran alrededor de la soledad: la del desempleado, la del ladrón, la del abandonado, la de quien comete un crimen por necesidad. ¿Por qué te interesa hablar de ese tipo de soledad? 

Tengo la sensación de que hacemos parte de un sistema perverso que impone soledad.

En tus cuentos aparece una mujer que fue hermosa y ahora está desfigurada, un boxeador por accidente que quiere destronar a su ídolo, una extraña banda delincuencial que no sabe cómo robar, un director de cine que abusa de una actriz y una mujer que no logra encontrar el lugar donde nació. ¿De dónde salen estos personajes? 

La ciudad en la que ocurren los cuentos es un collage de ciudades. Los protagonistas de los cuentos son collages de personas y personajes. Mis personajes son una mezcla de mi propia experiencia con la de la gente que he conocido y la de personajes literarios que me obsesionan. Todos son reales en la medida de esta trinidad.

‘Todos somos islas’ es otra forma de decir “el corazón es un cazador solitario”, un hermosísimo título de una novela de Carson McCullers. Háblanos un poquito del desarrollo creativo de los títulos y de qué es lo que te interesa al titular. 

El título es una provocación. 

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Hay en tu libro un “despliegue” de técnicas narrativas. Escribes por igual en primera, segunda o tercera persona. ¿Te retaste a ti mismo al hacerlo? 

Me gusta pensar en la literatura como juego. La técnica es indispensable para jugar más y mejor. Me obsesiona la técnica de mis escritores favoritos. Gozo mucho al apropiar voces, estructuras, formas. El despliegue técnico del que hablas es al mismo tiempo homenaje y acto de canibalismo.

Si el país lee poco, nuestra región lee menos. No hay librerías y con frecuencia se inauguran bibliotecas sin libros. ¿A qué crees que se debe el desinterés político y cultural por establecer programas sólidos de lectura, como sí sucede, con mucho éxito, en otras regiones de Colombia? 

En nuestra región abundan la poesía y la violencia. ¿Puede que esta sea la respuesta?

Entrevista de Alonso Sánchez Baute.

Categories: Cultura
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