Quiero, esta vez, brindarle a mis amigos y lectores esta reflexión sobre el tiempo, la cual acompaño con uno de mis últimos poemas.
“El mundo se está quedando hasta sin sentimientos,
se alejan del corazón las pasiones sinceras,
se mueren todas las flores de la primavera
y todo por la imparable carrera del tiempo
“…. “la inspiración de mi musa querida,
era un canto alegre,
hoy es un lamento.”
SERGIO MOYA MOLINA
Aquello que nos sirve para valorar la vida, saber cuánto poseemos como humanos en un momento determinado, cuánto suman nuestras actuaciones, que tan efectivas han sido nuestras propuestas de vida, son cálculos que nunca podremos desarrollar a temprana edad, pues existe un estado de la vida que a medida que se va madurando, empieza a arrojar datos precisos que nos permiten ir despejando incógnitas como base de una buena ecuación matemática, que por muy compleja que sea, se puede resolver solo con el gradiente del tiempo, de donde nace la experiencia como la hija mayor.
Aquello que vuela tan rápido, pero que parece estacionarse en las juventudes como indicándoles que los años seniles no llegarán, confundiéndolos de paso, pues algunos lo malgastan tanto en cosas vanas, que los valores humanos se deprecian peor que cualquier moneda mal habida y su degradación es tanta que, al final solo se gana el desgano y la desesperanza.
Aquello que a través de logros indebidos por querer tenerlo todo sin hacer el más mínimo esfuerzo por lograr pequeñas partes en sus momentos oportunos, se termina dilapidando, pues nunca supimos cómo, porque, y en qué momento lo obtuvimos, y no es otra cosa más que la desatención al tiempo que al final y a la hora de los arrepentimientos, ya ni siquiera alcanzamos a escuchar su silencio y solo nos queda abrazarnos al arrepentimiento, si antes ya no nos hubiere arrastrado a la muerte.
Es el tiempo, la determinante básica de la vida y a esta variable, con este soneto, para que los que aún no han aprendido a amar y disponen todavía de él, empiecen a valorarlo para que puedan manejar con cálculos precisos el porqué de la vida misma y su estadía en este mundo.
EL SONETO DEL TIEMPO
Estoy pensando en ti con los recuerdos
Siento que cada vez te alejas más de mi camino
Y tengo que tomar un papel para plasmarte
Pues si no lo hago,
Cada día estaré más cerca del olvido.
Eres tan efímero como el viento,
que cuando llegas,
Al instante siento que te has ido
Y no intento en recordar que he existido,
Pues cuando llego a notarlo, ya estoy envejecido.
Y no me atrevo a pensar en partir
Como tampoco a pensar en vivir tanto,
Porque cuando quiero darme cuenta, ¡No he vivido ¡
Por ello, a morir no temo, ni pienso,
Porque al darme cuenta que así lo siento,
Con la rapidez de un rayo estaría muerto.
Nunca he podido acariciarte
Porque cuando he intentado hacerlo
Y adiós he tratado de decirte,
Solo sé que al momento de pensarlo
Sin responder a mi adiós, ¡ya te fuiste!
Eres tan rápido en llegar como en partir
Que me pones a dudar de mi existencia,
Y ni me atrevo a esperarte porque sé,
Que llegarás con la prisa que partiste,
¡Y no alcanzaría a darme cuenta, que tan rápido te has ido!
¡Nada existe, nada es verdad!,
El pasado se quedó en el olvido
Lo arropas con tu manto beduino,
El presente como aparece así se va,
Se hace efímero en tus brazos,
Y el futuro cuando quiere llegar,
Ya se ha esfumado en el silencio de un suspiro.